'Casero' no siempre significa lo que crees

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'Casero' no siempre significa lo que crees

¿Estará mintiendo el mesero?

Este artículo apareció originalmente en MUNCHIES Holanda.


Dicen que la honestidad es la mejor política, pero eso no siempre aplica en la industria del servicio. A veces los chefs fuman en la cocina, la lasaña 'fresca' es de Walmart y las albóndigas ruedan por el suelo antes de servirlas. Por lo menos en algunos restaurantes. Mientras tanto, mantener la felicidad de los clientes sigue dependiendo del personal. ¿Cuál es la regla dorada? Pase lo que pase, no dejes que se noten las mentiras.

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Trabajar en la hostelería es todo menos fácil. Estás de pie hasta que ya no sientes las piernas, te ves obligado a ser amable con clientes groseros y la paga no siempre es algo extraordinario. Trabajé un par de años en la industria. Por suerte, nunca tuve que mentirle a los clientes. Cuando mis amigos me decían las mentiras que contaban en el trabajo, me quedaba asombrada. Algunas de sus historias harían que el mismísimo Gordon Ramsay colapsara y llorara. Así que salimos a conseguir algunas de esas jugosas anécdotas.

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Charlotte*
Trabajé en un café de Zeeland (provincia holandesa) por un tiempo. Tenían tres sopas en el menú: bisque, sopa de tomate con albóndigas y sopa de cebolla francesa. Nos enseñaron a decirle a los vegetarianos que tanto la sopa de tomate como la de cebolla no llevaban carne. Sin embargo, el chef simplemente quitaba las albóndigas de la sopa de tomate y la sopa de cebolla se preparaba con caldo de res. Yo misma soy vegetariana, así que me rehusé a mentir. Les decía a los vegetarianos que no teníamos ninguna sopa sin carne y les recomendaba otro platillo. Por fortuna, el restaurante siguió mi ejemplo, y añadió una sopa de cebolla vegetariana al menú.

Nuestro jugo de naranja fresco lo conseguíamos en la tienda (o el supermercado) y lo diluíamos con agua. También vi cómo se caían croquetas al suelo de la cocina, pero las levantaban solo para freírlas sin inmutarse. Me decían que no importaba. Me parece que los restaurantes baratos son un poco asquerosos, así que hoy en día prefiero ir a lugares con una cocina abierta. Siempre leo las críticas también. Actualmente, trabajo en un restaurante que es mucho más limpio y en general mejor. Me encanta, porque ya no tengo que mentir para nadahttps://munchies.vice.com/es/a….

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Amy
Cuando tenía 15, trabajé en el restaurante de un asilo de ancianos. La mayoría de las personas que vivían ahí sufría demencia. El restaurante mentía mucho acerca de los platillos caseros para cobrar precios más altos. Una porción de nuestro pudín 'casero' costaba tres euros, pero provenía de una tienda de almacén más grande donde solo valía un euro. Siempre sentí que era deprimente; esas personas no entendían lo que estaba sucediendo y el restaurante se aprovechaba de la situación. Yo aún era joven, pero todos mis compañeros rondaban los 40 años, así que me quedaba en silencio. Nunca recibimos ninguna queja por parte de los residentes. Nadie sabía lo que ocurría en la cocina, de manera que nadie sabía que estaban estafando a esas personas.

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Elise
El menú del restaurante donde trabajé era una lista de mentiras. Nuestro uitsmijter (un sándwich abierto de jamón con queso) solía prepararse en el microondas, sobre un plato engrasado. Una vez alguien pidió que la yema de sus huevos quedara suave, pero no podíamos complacerlo. No lo comprendió y abandonó el lugar. También mentían sobre la sopa y albóndigas "caseras". Las albóndigas eran de la carnicería. Odiaba tener que mentir, así que enfrenté a mi jefe. Y él dijo: "Nos ha funcionado bien, ¿para qué cambiarlo?". La mayoría de los clientes eran turistas, así que igual no iban a regresar. Pero yo seguía sin sentirme bien; sin embargo, no podía evitar decirle a la gente que los omelettes estaban preparados en el microondas. El personal estaba enterado de todo y a pesar de ello a veces comían ahí, lo cual nunca pude entender.

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Sé que en la industria de la hostelería se miente mucho, especialmente en restaurantes baratos, pero aún así odio haber sido parte de esa cultura de alguna manera.

Séverine
Mi primer trabajo en la industria del servicio fue en un café-restaurante ubicado en el centro de la ciudad, en una cuadra grande. Atendíamos tanto a familias como a turistas, y la higiene no era nuestra principal preocupación. Me enteré de eso cuando se me cayó un plato de croquetas de camarón durante un turno muy ajetreado. Me dijeron que regresara la comida al plato. Pero lo peor era la lasaña 'casera'. El gerente juraba que era casera, pero en la cocina veíamos torres de lasaña empaquetada de las tiendas de descuento. Cuando cuestioné al chef, me dijo que nadie nota la diferencia. "En teoría, no estamos mintiendo. Colocamos la mitad de un paquete en un refractario, le ponemos crema, hierbas y queso extra; luego la horneamos. ¡Es casera!". A partir de ese momento, no le hablaba a nadie de nuestra 'magnífica' lasaña. Cuando la gente preguntaba por ella, me sonrojaba y comenzaba a tartamudear. Pero mentía para mantener al jefe contento.

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Lisa
Trabajé en un wok y me pagaban por debajo del agua (sin declaración fiscal). Muchos productos que vendíamos provenían directamente de Albert Heijn (un supermercado holandés). Quizá nuestros clientes pensaban que la comida que ordenaban era fresca y recién hecha, pero por lo general provenía de los paquetes que comprábamos en la tienda. La limpieza no era un aspecto que cuidaran tampoco. Una vez, un día flojo, mi jefe levantó una papa a la francesa que se había caído y la puso junto con el resto de papas. Me sentí muy avergonzada. En la cocina, las baguettes se preparaban en ollas llenas de aceite. No sólo para hacerlas más ricas, sino también para que el pan durara más tiempo. Sabían muy bien, pero cuando exprimías el pan, chorreaba aceite. Hoy en día, presto más atención cuando salgo a cenar. Reviso que la comida no tenga pelos, estoy atenta a la actitud del mesero y pruebo los platillos con cuidado. Hace poco comí en un restaurante y lo que me dieron sabía muy parecido a la comida de supermercado.

*Algunos nombres fueron modificados a petición de los entrevistados.