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Nos adentramos en el mundo de la adicción a los esteroides

Los esteroides han salido del circuito profesional y se han popularizado entre gente que busca destacar estéticamente o conseguir autoestima... y por eso mismo nunca habían sido tan peligrosos como ahora.

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El uso de esteroides está aumentando espectacularmente en todo Occidente. Cada vez son más los hombres, jóvenes y no tanto, que deciden cambiar su aspecto físico mediante el atajo de las sustancias anabolizantes… a pesar de los (numerosos) efectos negativos que estas provocan.

Por definición, los esteroides imitan los efectos de la testosterona mediante la estimulación del crecimiento de los músculos, lo cual permite entrenar con más intensidad. ¿Qué pasa realmente cuando uno toma esteroides? Sabemos que pueden ser la causa de un comportamiento agresivo o de la atrofia de los testículos, pero… ¿y a nivel psicológico, qué ocurre?

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"El uso de anabolizantes puede generar problemas con la imagen que uno tiene de sí mismo", explica el británico Dave Crossland, que pasó gran parte de su vida tomando esteroides. "Si mejoras tu apariencia con productos químicos es difícil volver a un físico con el que estar satisfecho".

Crossland, que ahora tiene 44 años, tenía 19 cuando empezó a consumir esteroides: "Pensé que había llegado tan lejos como podía de manera natural, así que comencé a tomarlos para seguir creciendo físicamente. Antes de ese momento yo estaba en contra del uso de estas sustancias", me dice.

A los 24 años dejé de tomar esteroides por una lesión. Cuando, con 38 años, empecé a tomarlos de nuevo, me di cuenta de que la gente no sabía nada al respecto y de que abusaba de ellos

Dave Crossland, antiguo consumidor de esteroides

Hace seis meses, Crossland bajó las dosis de esteroides: ahora ya no los toma. "Peso 180 kilos. Estoy 90 kilos por encima de mi peso ideal: mi brazo mide 64 centímetros de diámetro. Seguramente sea uno de los hombres más grandes del Reino Unido. Eso no significa que tenga la misma calidad de músculo que alguien profesional, pero sí las mismas dimensiones físicas", explica.

Crossland revela que no es fácil vivir con ese tamaño. "Mi cuerpo controla todo lo que hago. No puedo despertarme por la mañana y pensar, '¿sabes qué? que le jodan'. Me tengo que levantar a las seis todos los días para comer", cuenta. "Además, no puedo entrar en los coches, no puedo ir en autobús ni en avión… y ni siquiera puedo mear en los lavabos normales. Tengo que usar los de las personas con discapacidad".

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"Por la calle me llaman ciclado y tienden a verme un poco como una propiedad pública: me ven y empiezan a jugar con mis brazos y a apretar mis músculos, como si fuera un monstruo de circo. La gente, literalmente, se detiene frente a mí y me hace fotos mientras como, porque les resulta muy extraño".

Una investigación realizada por la cadena británica Sky News encontró que alrededor de un millón de personas toman esteroides ilícitamente en el Reino Unido, pero Crossland cree que el número es mucho mayor: "Yo diría que son dos millones. La mayor parte de las estadísticas proceden de centros de intercambio de agujas, donde los usuarios dejan sus jeringuillas usadas y las sustituyen por otras nuevas".

Solo el 30% o el 40% de los consumidores de esteroides utilizan los centros de intercambio de jeringas

Dave Crossland

El uso de esteroides está muy limitado, ya que en la mayoría de países se consideran una sustancia de efectos perniciosos para el cuerpo. "Sé de un caso en el que a un distribuidor de esteroides le cayó una sentencia de dos años de cárcel. No se puede entrar simplemente en un gimnasio y comprar esteroides", explica Crossland. Por eso muchos usuarios acaban adquiriéndolos por Internet.

Actualmente ya no solo se pueden conseguir en los portales autorizados, sino que los traficantes han empezado a operar vía Facebook. "No es difícil encontrarlos: estos chicos cuelgan fotos de anabolizantes en su perfil. También existen grupos privados donde puedes pedir las sustancias", explica.

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"El uso de esteroides también está creciendo mucho entre hombres de 35-40 años que no tienen tiempo de ir al gimnasio pero quieren parecer musculados", apunta Crossland. "Empiezan a hacerse mayores y la testosterona comienza a disminuir, por eso buscan complementos en Internet. Muchos no se lo cuentan a sus parejas e intentan buscar excusas por su bajo rendimiento en la cama".

Crossland cree que la representación de los hombres en los medios de comunicación juega un papel clave en el rápido crecimiento del consumo de esteroides. "Existe una enorme presión social: hay que estar fuerte, en forma. Creo que los hombres la sufren más, porque es totalmente nuevo para ellos".

"A esto se le añade que vivimos en una sociedad que busca una píldora para resolver todos los problemas, por esto entiendo que la gente esté recurriendo a los esteroides", argumenta. "Pero llegamos a un punto en el que los niños de 17 y 18 años están dispuestos a asumir ese riesgo, no ya para ser los números uno del mundo, sino solo para que les quede bien la camisa".

Cuando hay historias de adolescentes de hasta 13 años que usan esteroides, está claro que los esteroides han superado los límites de la lógica y han trascendido el mundo de los culturistas y deportistas de alto nivel. En toda Europa se admite que el uso de estas sustancias es un problema creciente y se presiona a las autoridades locales para que ofrezcan servicios de intercambio de jeringas y pruebas de salud.

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La tasa de infección por VIH entre los que toman esteroides —1,5%— es tan grande como la de los consumidores de heroína

Los usuarios de esteroides, sin embargo, no solo están aumentando las dosis, sino que lo hacen durante períodos más largos. Antes, los ciclos más comunes eran de seis a ocho semanas: ahora es cada vez más común que duren temporadas más largas… o continuamente.

Gary Beeny, que trabaja en una clínica para adictos a los anabolizantes en Manchester, cuenta que a la mayoría de los usuarios de esteroides nunca se les ocurriría pisar su consultorio. "Por cada persona que veo aquí hay muchísimas otras que nunca vendrían por miedo al estigma", explica. "La gente se siente incómoda al encontrarse en el mismo entorno que los consumidores de heroína. Además, tienen miedo, porque el consumo de estas sustancias al fin y al cabo es ilegal".

Aún así, el número de consumidores de esteroides que buscan clínicas ha crecido enormemente en los últimos veinte años. "Tenemos dos tipos de usuarios: los culturistas y los que lo hacen por estética. Estos últimos son los que se entrenan y consumen durante la semana para salir de fiesta el finde", dice Beeny.

Beeny explica que este segundo grupo es el más peligroso: "Los llamamos 'guerreros del fin de semana'. Nos preocupan especialmente porque salen de fiesta, beben alcohol y muchas veces también consumen cocaína", asegura.

Como Crossland, Beeny también hace hincapié en que la dismorfia muscular —mejor conocida como vigorexia— juega un papel importante en el aumento del uso de esteroides: "Les puedes decir que tienen unos brazos enormes, pero ellos siempre te dirán que no lo son lo suficiente y que tienen que trabajar más. Esta es la descripción exacta de la vigorexia, un trastorno en el cual el afectado se ve físicamente pequeño a pesar de ser enorme".

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Si empiezas el camino para muscular tus brazos no llegarás nunca al final… y eso es muy peligroso

Gary Beeny, médico en una clínica para adictos a los esteroides

Además de una imagen corporal distorsionada, los síntomas de la vigorexia incluyen la obsesión por el entreno —antes incluso que familia o amigos—, los trastornos de alimentación y un narcicismo exacerbado. La combinación entre la fijación estética y el perfeccionismo excesivo puede causar depresión y la ansiedad.

Aún queda mucho por descubrir sobre la vigorexia. Algunos investigadores consideran que el trastorno podría incluso tener una causa genética o una relación con un desequilibrio químico en el cerebro. Hay posibilidades, además, de que sea más común en personas que han sufrido acoso o abuso cuando eran jóvenes.

Está claro, en cualquier caso, que el acceso cada vez más fácil a los esteroides y el aumento de las presiones sociales alrededor de la imagen del cuerpo masculino puede tener un efecto devastador: lo que antes era un secreto reservado a culturistas y perseguido por la ley ahora podría ser un auténtico estilo de vida para personas de orígenes muy variados.

Un estilo de vida, huelga decirlo, muy alejado de lo saludable.

Sigue a la autora Twitter: @MayaOppenheim