MDMA
Ilustración por Teresa Cano

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Drogas

Hablemos sobre la adicción a la MDMA

Los determinantes de una adicción dependen de muchos factores y pueden cambiar a lo largo del tiempo y siempre es necesario un momento de reflexión sobre cómo consumimos.

Durante los años que llevo viviendo en Madrid, he tenido la suerte de conocer gente muy interesante tanto dentro como fuera del mundo de las drogas. Hace cosa de un año conocí a un amigo de un amigo que trabajaba para una farmacéutica, estudiaba un máster y consumía MDMA durante varios días. Solía consumir por vía nasal, lo que conlleva efectos más abruptos e intensificados, pero breves, favoreciendo la repetición del consumo.

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Le pregunté por qué lo hacía y si le afectaba mucho en su día a día, y su respuesta fue: “Dejo parte de mi trabajo y del máster para hacer en casa, pero cuando llego no suelo tener ganas de continuar. Una vez lo usé para cumplir con la entrega de un trabajo importante, además de estudiar para unas recuperaciones, entonces me di cuenta de que podría ser útil en estos casos. De momento no he notado nada raro, aunque duermo pocas horas al día y quizás tenga algo menos de apetito, pero los fines de semana intento no consumir y espero no seguir así mucho tiempo”. Después de ese día, no le he vuelto a ver.

El consumo habitual o compulsivo suele ser negativo a largo plazo, y el abusivo, a corto plazo, también. Todos sabemos que si te comes 10 pastillas en una noche, no suele acabar bien. Pero me surgió la duda de si el caso de este chaval podría ser un extraño caso de una breve adicción al MDMA o si estaba delante de un puto genio, ambas posibilidades me siguen pareciendo plausibles a día de hoy.


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Hace unos meses, volvió a surgir el tema de si existen casos de adicción a la MDMA, así que pregunté a mis compis de Energy Control y me hablaron del maravilloso libro de nombre éxtasis (MDMA), firmado por Fernando Caudevilla Gálligo.

La 3-4 Metilendioximetanfetamina (MDMA o éxtasis), fue creada en 1912 por casualidad, olvidada hasta los años 40, redescubierta por Alexander Shulgin durante la década de los 60. Durante las décadas de los 70 y 80, las anfetaminas predominaban en las fiestas, aunque fue durante la década de los 80 en España cuando unas sustancias, relacionadas con el éxtasis empezaron a verse en las primeras discotecas ibicencas, mal llamadas “mescalinas”, por su poder alucinatorio. Sin embargo, esos primeros comprimidos solían contener MDA o MDEA, sustancias con efectos parecidos pero no idénticos a la MDMA, la cual presenta menos potencial alucinatorio pero con unos efectos empatógenos o prosociales, que son los principalmente buscados por las personas que lo consumen.

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"Aunque las estadísticas parecen no decirnos mucho, no hay que olvidar que no es algo que no pueda ocurrir, aunque suele ocurrir de forma simultánea a otros consumos, problemas emocionales o contextos disfuncionales"

A día de hoy, la mayoría de la sociedad ha escuchado o conoce de alguna forma la MDMA, y siempre se puede consultar sobre ella en Energy Control. Esta droga ha estado asociada a las fiestas de música electrónica, al igual que otras, pero los casos más comunes de adicción o problemas de consumo a largo plazo en ese mundo no suelen tener como eje central el consumo de éxtasis.

No obstante, no se deben obviar los casos de muertes en los cuales el consumo de éxtasis estaba presente de forma directa o indirecta. Al ser una sustancia tóxica que altera el funcionamiento normal del cuerpo, es complicado en algunos casos dilucidar la causa de la muerte. Esto se debe a consumos simultáneos y mezclas de sustancias y aspectos del contexto como la falta de agua en el lugar o la deshidratación, elevadas temperaturas y otras desgracias que, junto con una dosis excesiva de esta sustancia, y si tu estado de salud no es el de un runner profesional, pueden conllevar que acabes en el hospital por un golpe de calor o de mañaneo infinito en la rave de Dios y bailando junto a Keith Flint.

En la bibliografía general y en las estadísticas oficiales hay muy pocas referencias a casos de atención o admisiones a tratamiento por un trastorno de consumo de MDMA y mucho debate sobre su capacidad adictiva, siendo un 0,1 por ciento* de los casos respecto al resto de sustancias. Aunque las estadísticas de tratamiento parecen no decirnos mucho (al contrario que las de los casos por alcohol), no hay que olvidar que no es algo que no pueda ocurrir, aunque suele ocurrir de forma simultánea a otros consumos, problemas emocionales o contextos disfuncionales, algo que el programa Mi extraña adicción o Callejeros nos ha permitido corroborar, aunque sin pretensiones científicas.

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La adicción puede tener varias definiciones e incluso planteamientos filosóficos opuestos, puede considerarse una enfermedad crónica o un mal aprendizaje susceptible de cambios, pero vamos a quedarnos con la idea de que es un hábito disfuncional porque repercute negativamente en varios aspectos de la vida hasta desestructurar nuestros esquemas mentales, por no liarnos más. La adicción cuenta, entre muchas de las variables que afectan a su instauración, con: la velocidad a la que llega a la sangre, la forma en que se consume, el efecto sobre nuestro cerebro o el tiempo de eliminación del cuerpo, además de todo el contexto emocional y social que condiciona los aspectos anteriores.

Entre las sustancias con mayor poder adictivo se encuentran, paradójicamente, las que cuentan con mayor aceptación social, alcohol y tabaco, además de todas aquellas que suelen mostrar un mayor efecto sobre el sistema de recompensa, mediado por la dopamina, el mismo que nos motiva y ejecuta conductas para comer, follar o ganar pasta.

A pesar de que cada sustancia suele tener efectos sobre varios sistemas, además de su sistema característico (existe desde un sistema opioide a uno cannabinoide), debido a que el cerebro es un cableado inmenso de sistemas comunicados y coordinados entre sí, un cambio en uno de ellos suele repercutir de alguna forma en el resultado final.

Por usar un ejemplo simplista, la conducta es como el sonido y el cerebro sería la mesa de sonido o un modulador, aquello que lo crea. Cada canal sería un sistema del cerebro que es necesario orquestar con el resto para que salga el sonido que uno quiere. Si mueves esos canales, puede que el sonido se distorsione o ni siquiera parezca el mismo, o si bajas el canal puede que no salga ningún sonido. Con la conducta y las funciones del cuerpo es lo mismo, el sistema nervioso se coordina para que todo vaya bien, y las drogas modifican estas funciones. Dependiendo del consumo, la experiencia será mejor o peor, al igual que el sonido.

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Sin embargo el éxtasis no parece tener un perfil de droga adictiva como puede tener el alcohol, la cocaína o la heroína. El efecto psicofarmacológico principal de la MDMA se da sobre el sistema de serotonina, el mismo que regula conductas como el sueño, la temperatura corporal o el estado de ánimo.

"Una adicción implicaría extrapolar el consumo a todos los contextos hasta el punto de sobreponer el consumo a cualquier contexto o demanda social que nos surja, desde ir al curro o comer hasta dormir"

A pesar de afectar igualmente al sistema de recompensa, parece no hacerlo de forma tan directa como la metanfetamina o la cocaína. Otra de las diferencias es la vía de administración o forma de consumo, para la cual siempre es más recomendable la vía oral, en forma de comprimidos, cápsulas o “bombetas”, mejor que mojar con el dedo, echar en la copa o esnifar. La velocidad a la que llega a la sangre y el tiempo y la forma que tarda en eliminarse difiere de sustancias como la heroína, por lo que parece que tampoco condicionaría la conducta por esos factores, aunque existe un debate abierto sobre su toxicidad debido a su cadena de metabolización.

Junto a todo esto, el éxtasis presenta unas características idiosincráticas que lo asocian a unos contextos determinados, como puede ser una rave, un club de electrónica o una macrodiscoteca, y no a otros como pueden ser barrios marginales o lugares públicos de socialización, como los bares. Este aspecto supone que el contexto tiene más influencia en el desarrollo de una adicción de lo que se piensa. Si no, la gente seguiría bailando en Ibiza desde el verano del 87, aunque lo mismo alguno queda.

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Es cierto que nadie empieza consumiendo en todos los contextos de su vida, pero hay consumos más aceptados y adaptables a distintos entornos sociales que otros, por lo que el desarrollo de la adicción es más fácil que se establezca en una sustancia cuyo consumo sea habitual y extendido a cualquier espacio social. Por lo tanto, una adicción implicaría extrapolar el consumo a todos los contextos hasta el punto de sobreponer el consumo a cualquier contexto o demanda social que nos surja, desde ir al curro o comer hasta dormir.

El efecto entactógeno o empatógeno hace referencia a la sensación de empatía y demás efectos sociales experimentados con la MDMA. Es una palabra creada para referirse a los efectos característicos del éxtasis o a otras sustancias con efectos similares. Esta cualidad le da un matiz de idoneidad para unos ambientes, pero no para otros, caso contrario al de la cocaína o el alcohol, que presentan efectos más limitados y adaptables a cualquier entorno, por lo que pueden estar presentes desde una comida de empresa o una reunión de trabajo hasta una boda o incluso un funeral.

Debido a esta idiosincrasia, la experiencia posterior suele conllevar una reflexión o un tiempo de asimilación (como quieras llamarlo), comúnmente conocido como “bajón”, debido a la saturación psicobiológica del cuerpo y a sus efectos subjetivos individuales. Este efecto también puede explicarse desde la psicología conductual por la teoría de los procesos oponentes, la cual implica que toda emoción es seguida de una emoción contraria posterior, experimentándose en la misma intensidad y tiempo si se dan de forma esporádica. De esta forma, la gran intensidad de las emociones de una noche de consumo esporádico suele acompañarse de uno periodo relativamente breve en el que puedes encontrarte entre la falta de motivación y el estado de ánimo bajo (aunque cada persona puede experimentarlo e interpretarlo de formas y durante tiempos distintos).

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Esta experiencia asociada al consumo y a fiestas o celebraciones, similar y simultánea en muchos casos a la tan familiar resaca del alcohol, parece evitar el consumo constante de esta sustancia, debido a su carácter de mayor desgaste emocional, y fomentar una regulación del consumo debido a su carácter reflexivo posterior y condicionado a eventos festivos concretos.

"El problema del consumo no solo está en el desarrollo de una adicción, en el caso del éxtasis parece residir en el abuso durante el consumo, algo que puede pasar desapercibido pero que podría resultar ser igual de nefasto que una adicción"

Hasta aquí, todo bien, si no sueles salir mucho de fiesta o no te mueves en contextos festivos. Pero, ¿qué pasa con la gente que casi todos los fines de semana sale de fiesta, visita clubs o discotecas?

El problema del consumo no solo está en el desarrollo de una adicción, en el caso del éxtasis parece residir en el abuso durante el consumo, algo que puede pasar desapercibido pero que podría resultar ser igual de nefasto que una adicción a largo plazo. Abusar implica un consumo excesivo, continuado o regular en el tiempo, que puede crear un hábito en contextos concretos, pero no tiene por qué extrapolarse a otros. De esta forma, alguien puede llevar una vida normal entre semana y de viernes a domingo vivir en un constante límite de sufrir un ictus o cualquier problema cardíaco.

Durante los años que llevo en el mundo de las fiestas no ha sido difícil observar cómo se suele abusar del consumo de MDMA, bien por desconocimiento o por desinhibición general debido al cóctel de sustancias ingeridas. También he visto gente lamiendo el paracaídas de forma impulsiva antes de tirarlo al suelo de la pista, por lo que deduzco que hace falta alguna información acerca de cómo debería consumirse el éxtasis para poder aprovechar al máximo su potencial, pero sobre todo, para evitar riesgos en tu salud como que tu mandíbula baile entre tus hombros, luzcas tu tatuaje en el mañaneo del parking de fin de año, alcances casi 40 grados de calor corporal, o te comas una pastilla que no contenía MDMA y no lo cuentes.

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Hay que tener en cuenta que uno de los factores importantes en el abuso de éxtasis también es la tolerancia, sin olvidar que este efecto se produce debido a un consumo regular que, en el caso de la MDMA, no es nada recomendable, por lo que se establece un mes como mínimo de separación entre consumos. Además, si estás tomando antidepresivos, debes saber que es muy probable que no experimentes efectos después del consumo, ya que afectan también a la serotonina y las vías suelen saturarse, no siendo recomendable la mezcla de dichas sustancias.

La dosificación es otro de los aspectos cruciales para evitar el abuso o los riesgos de la M, por lo que el análisis de pastillas o cristal de MDMA para saber: si contiene MDMA o no, su adulteración o su proporción relativa de MDMA puede ayudar a no cagarla. Se debe analizar siempre y calcular la dosis de consumo, siendo recomendable entre 1 y 1,5 mg/kg, para evitar pasarse. Además, claro está, de evitar el consumo de otras drogas (como puede ser el alcohol), que aumenta los riesgos físicos y favorece la desinhibición, siendo un cóctel que puede llevarte a volver a mojar con el dedo a las cuatro de la mañana, cuando tu colega abre el mocho y tú no puedes ni sujetar el vaso, a comerte ese cacho fluorescente de pastilla que te ofrece el guiri de tu izquierda minutos antes del cierre en un momento casi apoteósico, aunque el ciego que viene después puede llegar a ser apocalíptico, por lo que siempre hay que beber con moderación.

"Los determinantes de una adicción dependen de muchos factores y pueden cambiar a lo largo del tiempo, por lo que siempre es necesario un momento de reflexión sobre el tipo de consumo que hacemos"

El consumo regular suele asociarse a problemas de sueño, falta de apetito y de concentración, síntomas depresivos y aspectos disfuncionales como impulsividad, además de diversos problemas cardiopáticos. Sin embargo, suele estar presente el consumo de otras drogas que pueden aumentar estos síntomas del consumo, pero por esta razón el problema general que puede extraerse de todo es el abuso de sustancias durante el consumo.

Por lo tanto, deberíamos tener un poco más presente el triángulo de Zimberg cuando decidamos consumir. Esta figura la forman tres elementos: la persona, el contexto y la sustancia. De esta forma, en cada fiesta o momento de consumo se busca establecer un equilibrio entre los elementos que permita disfrutar de la experiencia y valore su adecuación a cada uno de ellos. Además, siempre se recomienda partir de un dogma en el consumo: “menos es más”, primando así la experimentación de los efectos frente a un abuso que implica más sensaciones fisiológicas que rozan lo patológico.

En conclusión, todas las personas podemos llegar a ser adictas a cualquier cosa, así que no se debe desestimar por completo, pero parece que es algo extraño e inusual. Los determinantes de una adicción dependen de muchos factores y pueden cambiar a lo largo del tiempo, por lo que siempre es necesario un momento de reflexión sobre el tipo de consumo que hacemos.

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