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Actualidad

Barcelona inaugura un ‘paseo de la fama’ catalán y es la cosa más triste del mundo

Es un ejercicio masturbatorio demencial en el que los artistas de las artes vivas se homenajean mutuamente.
La Rambla de les Arts Barcelona
Foto vía Twitter

Barcelona ya está un poco más cerca de Hollywood. Rodeada por su Mulholland drive particular (la Rabassada) y arrojando igualmente su desesperación hacia el mar, Barcelona echaba de menos una avenida dedicada a sus grandes nombres del teatro, la música, la danza y el circo; en fin, Barcelona necesitaba su particular paseo de la fama, en clave catalana, llamada "La Rambla de les Arts".

Ayer por la tarde fue cuando sucedió, en la Rambla de Santa Mónica, allí en la zona del museo de cera y las antiguas drassanes de Barcelona. Un séquito de personajes de la escena artística catalana se reunió para destapar las nuevas estrellas que decorarán los adoquines de ese tramo de Las Ramblas, diseñadas por un tal Philip Stanton. Ahí estaban grandes nombres conocidos únicamente por el núcleo duro de la sociedad culturizada catalana, como Ángel Pavlovsky, Joan Pera, Montserrat Carulla, Joan Lluís Bozzo, Pepa Plana, Agnès Busquets, Lloll Bertran y un tipo parecido al Coronel Sanders del Kentucky Fried Chicken. En fin, una representación de la cultura que no refleja para nada las inquietudes de la mayoría de los barceloneses, cosa que tampoco me ofende especialmente. Hay vídeo, catad:

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Algunos de los nombres que aparecen en estas estrellas y que no se pueden apreciar en el vídeo son los de Montserrat Caballé, Pepe Rubianes, Paco Morán, Monty o María Matilde Almendros, entre otros personajes igual de desconocidos por la media de los ciudadanos de Cataluña (exceptuando los tres primeros, evidentemente cada uno por motivos distintos, incluyendo insultos a España o evasiones fiscales). Es curioso que un paseo de la fama está repleto de artistas que, precisamente, hay que reivindicar para poder celebrar su aportación a las artes, por lo tanto, una paseo repleto de personalidades desconocidas. Pero no pasa nada.

Lo jodido es cierto ejercicio masturbatorio por parte de la escena de las artes en vivo y de la Associació d'Empreses de Teatre de Catalunya, haciendo algo que a nadie importa y que nadie ha pedido y estampándonoslo a la cara a todos los ciudadanos, con esos colores sin sentido y sin coherencia que a partir de ahora mancharán el paseo, un paseo que, gracias a Dios, los barceloneses ya no pisamos nunca, a menos que vayamos a emborracharnos por el Gótico.

Pero ahí estaban esos artistas alzando los mantelitos rojos con una ilusión pueril, revelando las estrellas de todos esos artistas muertos delante de una confluencia mínima de espectadores, probablemente extranjeros totalmente enajenados, esperando, algún día, poder formar parte de ese mismo mausoleo. Es una fiesta privada a la que solo los aristas están invitados, un ejercicio de narcicismo demencial ejecutado con un mal gusto que obtiene un 10 en la escala “Ecce Homo”, con ese trencadís fruto de la sencilla y poco elaborada unión de los conceptos “Barcelona” y “Antoni Gaudí”. ¡Qué originalidad! Ya puestos, con todo este orgullo nacional recorriendo toda la propuesta, habría estado bien que el artista que hubiera diseñado las estrellitas hubiera sido un catalán.

De todas formas, no os preocupéis, parece que de momento solo han puesto unas pegatinas que intentan funcionar a modo de sucedáneo de lo que realmente serán esos nuevos adoquines que romperán la lógica del característico estampado del pavimento de Las Ramblas. O puede que estos hules de plástico sean la versión definitiva de las estrellas, en cuyo caso el homenaje se torna tremendamente ofensivo para todos aquellos personajes homenajeados, un giro letal en el que el respeto se convierte en insulto.

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