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Museo del Helado es multado por sus chispas dañinas para el medio ambiente

Le debe 5 mil dólares a la ciudad de Miami.
Juan  Regis
traducido por Juan Regis
Foto vía Facebook.

El Museo del Helado es un lugar errante que aparece de imprevisto, famoso por funcionar como un parque de diversiones para los usuarios de Instagram y nadie más de importancia, sobre todo si consideramos que la entrada vale 38 dólares. Abrió sus puertas en el 2016 por primera vez en Nueva York antes de expandir sus tentáculos a ciudades como Los Ángeles y San Francisco. El museo se muestra como una colección de instalaciones, pero sus detractores lo consideran algo más cercano a una casa de diversiones gigantesca. Una de sus atracciones principales es la alberca de chispas: un cuarto plagado con chispas de plástico (no comestibles, por supuesto).

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La "sucursal" en Miami abrió el mes pasado y, a pesar de su corto tiempo, ya suma tres multas cuantiosas que ascienden a cinco mil dólares expedidas por la ciudad de Miami, de acuerdo al informe del Miami New Times. Resulta que las "chispas" representan varios riesgos al medio ambiente.

A finales de diciembre, una semana después de la inauguración del museo en Miami, Dave Doebler, cofundador de la página sin fines de lucro, VolunteerCleanup.com, recibió información confidencial de parte de un ambientalista cercano a él de que las chispas terminaron fuera del museo y llenaron de basura las calles contiguas. Doebler llevó a cabo una investigación y documentó sus resultados en un video que subió a YouTube.

Doebler resaltó que el plástico bien podría terminar en el drenaje cuando llueva. El agua de dichos drenajes se deposita en la Bahía Vizcaína y representaría un riesgo a la vida marina. Los animales podrían confundir las chispas de plástico con comida real y morir. Doebler envió sus conclusiones a sus contactos en el departamento de condados de la ciudad y también al museo.

"Estoy extremadamente complacido con la respuesta de la ciudad y el contacto con los encargados del museo para colaborar", respondió a MUNCHIES por correo el viernes pasado. "Tengo la confianza de que la ciudad continuará ejerciendo las medidas para proteger a nuestra bahía".


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La ciudad expidió el 22 de diciembre un aviso de cortesía al museo, seguido de una multa de mil dólares un día después de Navidad, de acuerdo con la confirmación de la vocera del museo, Melissa Berthier. Los problemas no terminaron ahí. El museo recibió dos multas más el miércoles y jueves de la semana pasada, ambas de dos mil dólares.

"La ciudad ha estado en contacto todos los días con el Museo del Helado desde que el problema con las chispas llamó nuestra atención el mes pasado", comentó Berthier para MUNCHIES. "Hemos inspeccionado el lugar con regularidad y continuaremos haciéndolo para asegurarnos que los restos de plástico se mantengan alejados de las calles y desagües".

Berthier comunicó a MUNCHIES que el museo había cumplido con las órdenes y tomado medidas, entre ellas contratar a un grupo de limpieza en diferentes lugares del museo para que los asistentes puedan deshacerse de cualquier exceso de basura. El museo también replanteó que la alberca de chispas se moviera al principio de la exhibición y no al fondo. Berthier subrayó que el Departamento de Obras Públicas de la ciudad instaló trampas de basura dentro del drenaje cercano a la propiedad para evitar que lleguen al desagüe.


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Aunque el Museo del Helado no respondió de inmediato nuestra petición para hacer comentarios al respecto, éste aseguró por medio de un comunicado pesaroso a New Times que valora la sostenibilidad. "Nos tomamos muy en serio nuestro papel como plataforma social y entidad pública", comentó el vocero del museo, Devan Pucci. Pucci destacó que el museo está consciente de que hay mucho por hacer para resolver el horrible problema de su "residuo de chispas" nocivo.

Sin embargo, para Doebler el museo no está haciendo lo suficiente. Él afirma que sólo ha recibido "planes generales" del museo en lugar de plazos definidos y fechas específicas. Doebler también subrayó que el museo tuvo el mismo problema en otras ciudades como San Francisco y que trajo el problema a Miami deliberadamente. "La solución final es muy simple", respondió Doebler a MUNCHIES. "El museo sólo necesita hacer chispas reales. Si se preocupan tanto por que la gente pueda comerlas, entonces hagan que sepan mal".