Estas fotos de la comunidad masái rompen con los estereotipos

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Estas fotos de la comunidad masái rompen con los estereotipos

Veinte fotógrafos de África oriental demuestran con su obra que hay mucho más en la cultura masái que las lanzas, los abalorios y los atuendos coloridos que suelen mostrar los fotógrafos occidentales

El pueblo masái es una etnia de África oriental que habita en la región norte de Tanzania y en el sur de Kenia. Sus vistosos ropajes tradicionales, sus elaborados abalorios y su tendencia a llevar lanzas consigo han dado gran fama a este pueblo entre los turistas occidentales ávidos por retratar lo que ellos consideran el “África auténtica”.

Foto por Mohamed Altoum de Jartum, Sudán

Lamentablemente, esos retratos suelen ajustarse a un concepto estereotipado del continente como un lugar al que la tecnología moderna todavía no ha llegado y en el que las tribus viven en chozas y pasan el día entonando cánticos y cazando animales salvajes.

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Nacido y criado en Jartum, Sudán, el fotógrafo de 33 años Mohamed Altoum siente un especial interés por cómo se identifican los migrantes urbanos con el hogar que se han visto obligados a dejar atrás y cómo reconcilian ese deseo de volver con el de encontrar un hueco en su nueva ciudad de acogida. Mohamed documentó este conflicto a través de los ojos de una mujer masái que vive en Nairobi. Foto por Mohamed Altoum, de Jartum, Sudán

El nuevo libro My Maasai es fruto de la colaboración entre los fotógrafos africanos Sarah Waiswa, Mohammed Altoum y Joel Lukhovi, el fotógrafo holandés Jan Hoek y la escritora Karanja Nzisa, residente en Kenia. La obra nace con la intención de retratar la comunidad masái despojándola de tópicos.

Sarah Waiswa, de 36 años, es una fotógrafa keniata nacida en Uganda. Tras escuchar la leyenda de una deidad femenina olvidada, muy anterior a la llegada de la religión moderna a África, Sarah se sintió fascinada por cómo una sociedad tan extremadamente patriarcal podía tener una historia que representara el extremo opuesto. Tras indagar, descubrió que se había escrito muy poco sobre aquella diosa, de quien se decía que había traído el ganado a la tierra desde el cielo. Sarah decidió volver al poblado masái donde escuchó la historia por primera vez y creó una serie de fotografías inspiradas en esa diosa, en un lugar donde las mujeres tienen las oportunidades muy limitadas.

“Las representaciones de este grupo tribal tan diverso casi siempre se reducen a imágenes de guerreros saltando o de mujeres con los pechos al aire y un bebé de cara sucia apoyado en la cadera, intentando mirar a cámara a través de un enjambre de moscas”, explica Nzisa en el prólogo. “Es necesario presentar una imagen fiel y justa de los masái al mundo actual y para la posteridad”.

Godlisten Meshack, de 26 años, es un masái de Arusha, en el norte de Tanzania. Por mucho que se identifique con su cultura, siempre procura distanciarse de la imagen tradicional que en Occidente tienen de ellos. Con la ayuda de una estudiante holandesa de Diseño de Moda, Meshack aunó elementos de la moda occidental con prendas tradicionales masái para simbolizar el conflicto interno que se libra en su interior. Autorretrato de Godlisten Meshack, de Arusha, Tanzania

El libro recoge la obra de 20 artistas y fotógrafos sudaneses, keniatas y tanzanos a los que se pidió que crearan retratos originales de los masái utilizando el estilo visual que quisieran. Acompañando cada fotografía se incluye un comentario de su autor explicando por qué decidió representar de esa forma a la etnia africana.

Con este trabajo, Kelvin Kiarie, de 21 años, representa la pesadilla de un mundo distópico dominado por vampiros masái que asesinan para obtener sangre humana. El proyecto se origina a partir de la premisa de que su habitual dieta de sangre y leche de vaca ha dejado de ser suficiente para alimentarse. A través de una creativa composición fotográfica y una estética inquietante, Kelvin intenta infundir un miedo absurdo e irracional en el espectador. Foto por Kelvin Kiarie, de Nairobi, Kenia

El resultado es un compendio tremendamente ecléctico en el que tienen cabida desde fotos inspiradas en diosas legendarias a análisis visuales de la evolución que ha experimentado la moda y la arquitectura en el pueblo masái. “Ha llegado la hora de dar a la gente de esta maravillosa tierra la oportunidad de reescribir esa narrativa”, añade Nzisa, “y mostrar, a través de su propia imagen, cómo perciben ellos a los masái modernos”.

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A Waithereo Wambui, de 20 años, muchos rostros de mujeres masái le recuerdan a las modelos que ha visto desfilar en pasarelas y en revistas de moda: pómulos marcados, mandíbulas angulosas, miradas intensas y desafiantes… Inspirándose en su musa de la moda, Victoria Beckham, Wambui combina la estética de la moda actual con los llamativos colores de las vestimentas tradicionales masái, dando lugar a un look híbrido que ella denomina “Estrella del rock masái”. Fotos por Waithereo Wambui, de Nairobi, Kenia

Actualmente, las fotografías de My Maasai se exponen en el Festival de Fotografía de Lagos, en Nigeria, hasta el 15 de diciembre.

A continuación puedes ver varias de ellas y breves descripciones sobre la inspiración de sus autores:

Cuando su amigo masái le confesó su homosexualidad en el instituto, June Odiembo, de 22 años, se dio cuenta de lo desolador que debe resultar ser gay en una sociedad que no acepta tu sexualidad. Ahora June dedica su obra a visibilizar a los grupos marginales de la comunidad masái. Foto de June Odiembo, de Nairobi, Kenia

En el instituto, el artista de hip hop de 18 años Malcolm Nduati se dedicaba a intimidar a los demás compañeros de clase, y lo hacía con especial crueldad si pertenecían a la comunidad masái. Sus amigos incluso les designaron un apodo, ndaghuo, que significa “necio” o “despistado”. Pero todo cambió tras ver la actuación de un joven rapero masái en la iglesia de su barrio. Descubrir que también había miembros de la comunidad masái en el entretenimiento para masas le hizo a Malcolm, también artista de hip hop, ver las cosas de un modo muy distinto. Durante todo el año pasado, Malcolm ha estado trabajando con otros raperos masái, tanto en proyectos musicales como fotográficos. Fotos por Malcolm Nduati, de Nairobi, Kenia

Ruth Moige, de 21 años, nació y creció en el enclave masái de Ongata Rongai, a las afueras de Nairobi. Ya desde pequeña siente pasión por la cultura masái. Sin embargo, con su trabajo pretende poner el foco en la belleza de los niños de la comunidad, más que en su riqueza cultural. Fotos por Ruth Moige, de Nairobi, Kenia

Esta fotografía de Joel Lukhovi, de 30 años, es un ejemplo perfecto de lo que ocurre cuando se conjugan la pasión por la fotografía y la formación académica en ingeniería. Lukhovi ve belleza donde otros no la aprecian: en la textura de un muro, el patrón de un tejado o la asimetría de una valla de cañizo. Joel ha vivido y trabajado con los masái, y su obra constituye un estudio del significado que tienen la arquitectura y el espacio para esta comunidad. Joel Lukhovi, de Nairobi, Kenia

John Obiero, de 24 años, refleja en su obra los cambios en la arquitectura de la comunidad masái. El artista cree firmemente que esta evolución ha sido posible gracias a numerosos factores, como los cambios del estatus económico de la etnia o la desaparición de ciertos materiales de construcción que antiguamente podían obtenerse en la propia región, entre otros. Sea cual sea la razón, John percibe un claro cambio en la construcción de los hogares masái desde la última vez que visitó uno de sus poblados en un viaje escolar, donde tuvo oportunidad de ver el interior de una manyatta tradicional. Fotos por John Obiero, de Homa Bay, Kenia