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Μodă

En el salón de belleza socialista

La segunda fuente de divisas de Hugo Chávez.

Un grupo de niñas de tres a cinco años en biquini y sandalias practican poses sexys en la academia de belleza Gisselle.

La Venezuela de Hugo Chávez ha ganado más concursos de belleza internacionales que cualquier otra nación del planeta. No hay país cuyas representantes hayan sido elegidas Miss Universo en más ocasiones. En los últimos años, la belleza ha escalado rápidamente posiciones hasta convertirse en la segunda mayor industria del país, superada sólo por la producción de petróleo.

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Los fotoperiodistas Ben Speck y Karin Ananiassen pasaron recientemente diez días retratando una de las academias de belleza más prestigiosas de Venezuela, los castings y los enormemente populares concursos de “Miss” retransmitidos por televisión.

Vice: ¿En qué se diferencia esta historia de las incontables historias sobre “desfiles de belleza con chicas muy, muy jóvenes” que hemos oído un millón de veces?

Karin Ananiassen:

En un principio viajamos a Venezuela con el encargo de hacer unos retratos de Hugo Chávez para el

Financial Times

. Antes de ir encontramos unos datos acerca de cómo las mujeres venezolanas destinaban la quinta parte de sus ingresos, por bajos que fuesen, a productos de belleza. Nos dejó intrigados el absurdo de una nación pobre y socialista donde, en relación con su economía, se gastaba más dinero en la industria de la belleza que en cualquier otro país del mundo. También ha ganado más concursos de Misses que cualquier otro, como ya sabes.

Ben Speck:

Con la política venezolana anti-Sueño Americano como telón de fondo, esta obsesión por querer ser una glamurosa estrella parece un poco fuera de lugar.

Cuando llegamos conocimos por casualidad a un hombre que sabía los nombres de las participantes en todas las grandes competiciones de los últimos años. También conocía un montón de detalles, incluyendo la forma de los ojos. Nos dimos cuenta de que en Venezuela todo el mundo sabe esas cosas. Si hay un gran concurso de belleza en marcha, todo el país lo sigue por televisión. Es su equivalente de una Champions League de fútbol.

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Karin:

Supongo que puede decirse que la belleza es su deporte nacional. Incluso los hombres se toman muy en serio su apariencia externa. Eso es algo que compruebas simplemente caminando por Venezuela; todos los hombres llevan peinados muy cuidados, ropas bien planchadas y probablemente se han pasado tanto o más rato delante del espejo por la mañana como las mujeres.

Ben:

El director de la academia de belleza Gisselle, en Caracas, nos dijo: “Aquí, ‘me he hecho una liposucción’ no es muy distinto a decir ‘he ido a la peluquería’”.

¿Es la gente especialmente hermosa en Venezuela?

Ben:

Tienen una mezcla genética entre africana, indígena y caucásica y, ya sabes, la combinación de diferentes etnias suele dar los mejores resultados. No recuerdo haber visto a nadie con sobrepeso ni nada por el estilo.

Karin:

A mí me preguntaron dos veces, “¿Por qué no llevas maquillaje?”

Algunas de las niñas más jóvenes empiezan a perder la concentración, unas cuantas parecen haber olvidado por qué están ahí. Aún faltan varias horas hasta que termine su clase del sábado.

¿Comparten el ideal de belleza occidental? El de la delgadez, por ejemplo.

Ben:

No, allí se llevan más las curvas, algo muy alejado del ideal de las modelos de pasarela.

Karin:

Estoy segura de que hacen dieta, pero no se matan de hambre. Además, la cirugía plástica, en especial los aumentos de pecho, es muy popular. Y no sólo entre los ricos. Cuando han ahorrado lo suficiente, hasta las mujeres de la limpieza se operan las tetas.

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¿Aporta riqueza al país la industria de la belleza?

Karin:

Venezuela tiene una buena cuota de turismo médico, gracias especialmente a su proximidad a Estados Unidos. La gente va a Venezuela a someterse, por poco dinero, a una operación quirúrgica y, al mismo tiempo, a disfrutar de unas vacaciones caribeñas. Y algunos países envían allí a sus aspirantes a participante en concurso de belleza para ser instruidas en sus prestigiosas escuelas y academias. Por otra parte, todos los concursos retransmitidos a nivel nacional e internacional, y son muchos, cuentan con el apoyo económico de grandes espónsors corporativos. Así y todo, yo creo que la mayor parte de los ingresos procede del mercado interno, de la gente que envía a sus hijas a las incontables academias de belleza que hay en el país. Hay más academias y salones de belleza que cafeterías.

Ben:

El petróleo representa el 80% del total de ingresos en Venezuela. En segundo lugar está la industria de la belleza. En realidad no hay mucho más, es un país muy pobre.

¿Cuánto cuesta la instrucción en una de estas academias?

Karin:

Los precios varían según la academia. En Gisselle, por ejemplo, pagas 100 dólares por el ingreso y después 150 dólares mensuales por dos lecciones de cuatro horas cada semana. Diez lecciones privadas en Gisselle cuestan 2.000 dólares.

¿Qué hay de esas fotos de niñas pequeñas en biquini? ¿No os resultaron siniestras de hacer?

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Karin:

Cuando les hicimos la visita, las pequeñas en biquini y sandalias con tacones altos estaban practicando poses sexys de estilo playero. La profesora les ladraba órdenes como “feliz”, “pensando”, “sexy” o “por favor, más actitud”.

Joder.

Ben:

En Venezuela están convencidos de que ser hermosa, lo cual incluye ser sexy, te da una confianza en ti misma que te permitirá alcanzar el éxito. Dicen, sin ningún tapujo, que las chicas que van a escuelas de belleza tienen más oportunidades de labrarse un porvenir.

Se sabe que Venezuela es un centro neurálgico del comercio con seres humanos. ¿Creéis que los desfiles de belleza pueden estar conectados de algún modo con el negocio del sexo?

Karin:

Nada más llegar al aeropuerto pueden verse montones de carteles advirtiendo de las penas estrictas que reciben quienes estén involucrados de una manera u otra con el comercio sexual, en especial si hay niños de por medio. Nosotros no vimos nada de eso (niñas vendidas como mercancía sexual), pero sí encontramos un poco extraño lo fácil que resultaba fotografiarlas. Ningún impedimento. En Inglaterra, por ejemplo, fotografiar niños es un gran tabú; especialmente en una situación como aquella, llevando maquillaje y biquini. En Venezuela nadie nos preguntó nada.

Ben:

También nos pareció extraño cómo enseñan a las niñas a identificar a sus competidoras inmediatas agrupándolas según el tono de piel y el color del pelo.

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Karin:

Todo se basa en la apariencia. Incluso si hay que someterse a cirugía estética: las competiciones y los espónsors compensan el sacrificio. Lo que sea para, a sus ojos, convertirse en una mujer mejor.

Para ver más trabajos de Ben Speck y Karin Ananiassen, visitad anecdotephotos.com

Las cuatro juezas del certamen Miss Lara en primera fila son todas famosas dentro de la escena venezolana de la belleza.

Las participantes del Miss Lara son estudiantes universitarias de leyes, medicina o ingeniería. El premio es una beca de 25.000 bolívares (4.371 euros) hasta que se saquen el graduado.

La chica de la izquierda con aspecto de sentirse fuera de lugar estaba allí acompañando a su prima, sentada al lado, quien trató de convencerla de que también ella se presentara al casting. Nos pareció refrescante encontrar alguien con sentido de la individualidad. Deseamos en secreto que declinara la propuesta. Su valentía nos dejó impresionados.

Esta grupo de chicas empieza el día con una hora de clase de maquillaje, aprendiendo cosas como aplicarse bien la crema base. Reciben instrucción en postura, maquillaje, desfile en pasarela, dicción y etiqueta. En Gisselle hay salas específicas para cada una de las clases.

A las estudiantes se les anima a someter a sus rivales a un cuidadoso escrutinio, tanto en clase como en la vida diaria.

En Barquisimeto, un grupo de chicas bulliciosas se preparan para actuar ante las cámaras de TV. Se han escogido 12 chicas de entre 150 para competir por el título de Miss Lara.

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Una clase de pasarela para alumnas un poco más crecidas. Aquí aprenden cómo caminar correctamente con distintos tipos de vestidos y a hacer coreografías.

En el casting para Miss Teen se requería llevar biquini. Los jueces eran un grupo de veinteañeros que llamaban a las chicas una por una y sacaban fotos con sus BlackBerrys.

En los castings se les dice a las chicas cuántos kilos necesitan perder y en qué zonas. Eso no significa que no vayan a ser elegidas, sólo es algo que tienen que corregir.

Las chicas sosteniendo sus deberes, consistentes en buscar y traer a clase la imagen de una mujer famosa que encontraran inspiradora. Las rubias de pechos voluminosos ocupaban el puesto más alto de la lista.

Al cabo de varias horas de clases en una sala abarrotada las chicas parecían aburridas y cansadas, pero todas nos aseguraron que estar en la academia de belleza era algo genial.

Apenas había fotos de mujeres de piel oscura entre las galerías de “ganadoras” que decoraban las paredes de la academia, a pesar de que un elevado tanto por ciento de las chicas que vimos por la calle eran de piel oscura.

La sobrina de la propietaria de Gisselle, de unos veintipico años, pasa prácticamente todo el día en esta deslucida sala enseñando a las niñas a desfilar en la pasarela.

FOTOS DE BEN SPECK Y KARIN ANANIASSEN