Así es un duelo de dembow en la Plaza de Ópera de Madrid

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Así es un duelo de dembow en la Plaza de Ópera de Madrid

Lo llaman planche y es una verdadera competición callejera. Nos juntamos con tres bandas para ver quién baila mejor y quién vacila más.

Todas las fotografías por Felipe Hernández

El Dembow comenzó en 2009 y la primera canción que se publicó de este género se llamaba Bailar con los pies, del cantante Chimbara. No podía ser de otra manera. Así lo explicaba Braley, 'el Negro' (de los Criminal Crew) en el documental sobre este género musical que emitió DIARIO VICE.

Braley es productor, graba las bases, canta sobre ellas y las manda a Santo Domingo, en media hora se las devuelven "completas". Luego las sube a su canal de YouTube.

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Hay unos diez grupos de Dembow (coros) en Madrid, bueno, aunque ni los propios protagonistas se ponen de acuerdo. Como en la Liga de Fútbol, aquí también hay fichajes, cambios de grupos, escisiones y nuevas formaciones que surgen como las setas en otoño.

Porque el Dembow es más que una moda, para estos chicos es una forma de vida. Una manera de no acabar metidos en una "banda" y caer en el lado menos musical de la calle. En el 'chungo'. Bailan en Vallecas, Villaverde o Fuenlabrada, pero los fines de semana bajan al centro de la ciudad para lucirse, que les graben, grabarse ellos mismos y subirlo a YouTube (esto es básico) y enfrentarse en desafíos —siempre amistosos— a los que llaman 'planches'.

Nos enteramos que va a haber un duelo de los buenos (con varios grupos rivales en acción) en la Plaza de Ópera. Desde el viernes que nos dan el chivatazo, hasta el domingo, que es el día de la cita, no tenemos muchas noticias de ellos.

De hecho, a la hora que nos habían convocado —a las seis— no había más que un par de miembros de los Dog Nigga con su bocina (altavoz) atronando esos ritmos electrónicos y machacones que son tan característicos del Denbow. Nos confirman que sí habrá planche, pero se lo toman con calma.

Van llegando a cuentagotas miembros de Hard Denbow y Revolution Boys. No aparecen los Criminalz Crew, que nos habían hablado del planche, pero sí algunas de las chicas de Lady Criminalz, su equivalente femenino, que toman la iniciativa y comienzan a twerkear.

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La cosa se anima, ya hay bastantes curiosos haciendo fotos y alucinando con la velocidad a la que mueven sus culos y cómo se contonean a ras de suelo. Los chicos hablan entre ellos, porque algo que diferencia a los Dembow de otros tipo de grupos juveniles es que hay buen rollo entre ellos.

No solo lo dicen, lo podemos comprobar y eso que en cuestión de minutos van a empezar a bailar unos frente a otros.

Arranca el planche. Ha costado, pero ya está aquí. Le preguntamos a un chico marroquí (adoptado ocasionalmente por los Hard) sobre la mecánica, ¿quién gana? "Eso se ve tío, lo vas a ver tú, lo va a ver todo el mundo y lo va a ver el que pierda. Se le va a quedar cara de haber perdido. Se va a dar cuenta de que el otro ha sido mejor, ha hecho mejores pasos…".

Está claro cómo funciona la cosa, muy democrático todo: el que tenga más gracia y el que deje peor al otro se lleva el triunfo.

Lo comprobamos, de un lado los Nigga y los Revolution, enfrente los Hard Dembow, comienzan los one on one: pies que se mueve a toda hostia, brazos que parece que se van a romper, piruetas en el suelo, gestos de burla con la cara (y con otras partes del cuerpo), música, velocidad y chulería. Era verdad.

Los coros se intercambian comentarios jocosos sobre la poca habilidad del rival, y algunos insultos cariñosos. Hay bastante buen rollo. Incluso los que calientan, y esperan su turno, aceptan su papel de secundarios en ese momento.

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El ritmo de la música comienza a ser repetitivo y a cansar, por lo menos para unos recién llegados al mundo del Dembow como nosotros, pero es que esta música tiene que ser así. Como un martillo neumático reventando el suelo, para que los chicos puedan mover sus pies y quemar la suela de sus Jordan como lo hacen en República Dominicana, Bolivia o Colombia, que son los lugares de donde han llegado.

No nos quejamos por la música, ni por el espectáculo que estamos viendo, pero sí lo hace un vecino (no es la primera vez) que ha llamado a la Policía por el ruido. Los agentes, de buenas maneras, le recuerdan a los chicos que no pueden poner altavoces en la calle según no sé qué normativa. Ellos acatan y se retiran. No han terminado el planche, pero da igual, se repetirá el próximo fin de semana. Esto no se para tan fácilmente.