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Cultură

La hormona de la felicidad puede que también sea la del miedo

Un nuevo estudio apunta a que la serotonina puede ser la causante de que tengamos también miedo.

Se supone que la serotonina es nuestra aliada. Aunque a menudo los blogs de ciencia se refieren a ella como la hormona de la felicidad, recientemente se ha puesto en duda la veracidad de esta afirmación.

Quien alguna vez haya tomado inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) —fármacos como Prozac o Zoloft, que aumentan los niveles de dicha hormona— probablemente sabrá que sus efectos pueden ser muy variados, sobre todo durante las primeras semanas. En mi caso, a veces tengo la sensación de que el mismísimo Dios me ha infundido su fuerza vital y otras siento que las paredes de mi habitación se van a desplomar sobre mí.

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Un estudio reciente de la Universidad de Carolina del Norte aborda este problema e intenta hallar respuestas. El experimento, para el que se utilizaron roedores, buscaba averiguar las causas de esos pronunciados altibajos de serotonina que se producen durante la ingesta de ISRS. Los resultados revelaron que la serotonina activa una parte del cerebro directamente asociada a las sensaciones de miedo y ansiedad.

Según Thomas Kash, profesor de Farmacología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte y uno de los autores del estudio, investigar más a fondo esa zona concreta del cerebro —que recibe el nombre de núcleo del lecho de la estría terminal— permitiría obtener una mayor comprensión de la ansiedad y sus causas.

"El estudio pone de manifiesto la importancia del núcleo del lecho de la estría terminal en los trastornos de ansiedad y viene a reforzar las conclusiones de numerosas investigaciones anteriores que apuntan a esta región cerebral como la principal responsable de los diversos comportamientos relacionados con la ansiedad", nos contó Kash.

La observación de la actividad de esta zona del cerebro permitió a Kash y su equipo establecer una relación entre los fármacos que producen un aumento de la serotonina y la ansiedad, que es precisamente el trastorno para cuyo tratamiento se recetan dichos fármacos. Lo que resulta aun más inquietante es que incluso la serotonina producida de forma natural puede ser la causante de que se activen los mecanismos que nos hacen sentir miedo, según reveló el estudio.

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Los científicos llegaron a esta conclusión tras suministrar descargas eléctricas a los roedores en las patas, lo que provocaba que una zona concreta del cerebro produjera serotonina, que era enviada al núcleo del lecho de la estría terminal. Cuando el flujo de serotonina aumentaba, se manifestaban de forma más intensa los síntomas del miedo en los roedores, como también lo hicieron cuando se les suministró una dosis de Prozac.

En este caso, los ratones eran más capaces de soportar las descargas, lo que demostraba que la serotonina cumple con la función que ya se le presuponía. Pero la observación más destacable era que esa dosis extra de serotonina generaba más ansiedad en los ratones tras las descargas.

Quizá el nombre de "hormona de la felicidad" no sea, después de todo, tan apropiado. De hecho, según Skirmantas Janusonis, profesor adjunto de Neurociencia en la Universidad de California, esa definición corresponde a una minúscula parte de las funciones de esta hormona.

"Hay una densa red de fibras liberadoras de serotonina que recorren el cerebro, si bien solo una pequeña parte de este está vinculada directamente a las sensaciones a las que podemos acceder de forma consciente, ya sea tristeza o alegría", nos explicó Janusonis. "Los ISRS afectan a todo el sistema de forma indiscriminada".

Kash considera que los resultados del experimento con roedores pueden extrapolarse perfectamente al ser humano, puesto que ambas especies tienen un núcleo del lecho de la estría terminal. Según él, los estudios radiológicos efectuados en humanos "han revelado que la activación de esa región del cerebro está relacionada con un aumento de la ansiedad y la sensación de miedo".

"Cabría esperar que una dosis de ISRS en una persona también provocara un aumento de la ansiedad", explica Kash. "Sin embargo, no lo sabremos con certeza hasta que alguien lo pruebe".

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Traducción por Mario Abad.