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Música

Conociendo a Lydia: la vida y los tiempos de la Lunch

Una mujer que es a la vez muchas mujeres.

Lydia Lunch y Marty Nation en Richard Kern Fingered. Foto cortesía de Richard Kern.

Anarquismo, una bofetada en la cara, una artista bestial, iracunda, enardecida. Una suerte de poetiza que es capaz de sumergirse en los hoyos fangosos del interior humano y salir victoriosa expresando palabras de redención. Lydia Lunch es un personaje que ha encontrado en el arte y sus diversas caras una forma de hacerle frente al mundo y capotearlo con destreza. Lunch es además una mujer que cree en los segundos actos, en que se pudo haber sido una desatada mujer bastarda, que escupía y maldecía en el escenario, para pasar a brindar consejos de autoayuda para almas desorientadas, que en estos tiempos, somos básicamente todos.

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Esa mujer, Lydia Lunch, se estará presentando el próximo 2 de octubre en Bogotá, en Matik-Matik.

Para celebrar la llegada de este personaje al país, nos sumergimos en el archivo Vice para retomar una pieza delirante, romántica y cruda, así como es ella.

Vea la entrevista que le hicimos a Lydia Lunch acá.

"I twist, you shout"

Esa es solo una línea memorable exhalada por una mujer, alimentada por el oxígeno más poderosamente envenenado. Sus palabras estrangulan, debilitan. Ella es nuestra inigualable Lydia Lunch. Solo que ya ha dejado de ser nuestra. Después de casi definir por su propia cuenta la indiferencia rabiosa del No Wave a finales de los 70, de la mano de Teenage Jesus & the Jerks, Beirut Slump y 8-eyed Spy, Lydia parece haberse registrado en una suerte de Hotel California new age. Sin embargo, las apariencias pueden ser engañosas cuando se trata de cualquier cerebro de alto octanaje, que en su momento fue demonizado y descartado por ser demasiado "contestatario". Aquellos que valientemente, y a veces irresponsablemente, confrontan los demonios más insidiosos… Y ¿por dónde empezar? ¿Por la máquina corporativa de la muerte? ¿Por el Estado policial? ¿Por los cadáveres de la clase blanca adulta norteamericana que sofocan las aspiraciones intelectuales y políticas de cualquier grupo que no se someta ciegamente a su poder? Alaba a Dios, pasa el viagra y prepárate para ser jodido por otro siglo, al menos.

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Si puedes creer esta noticia publicada en la revista dominical de The New York Crimes, Lydia Lunch, en sus cincuentas, se ha reimaginado como un gurú de la autoayuda en Ojai, California, la respuesta de la Costa Occidental norteamericana a la existencia de Shangri-La. ¿Qué tanto es este un horizonte perdido? A vuelo de pájaro, esta situación puede significar un giro extraño para la carrera de Lydia, pero aquellos que conocen su historia saben que tiene, perversamente, un poco de sentido. La Lydia adolescente era la más puntiaguda en todas las bandas en las que tocó, su actitud de no tomar prisioneros podía dejar vacío un bar en minutos, escena que presencié de primera mano siendo uno de los pocos que se quedaba hasta el final. Lydia era una mezcla entre muñeca asesina, habladora empedernida y sargento. Quizás la autoayuda nace del cruce entre el daño y la disciplina. Lydia, proyectando vulnerabilidad exterior así como fuerza interna, estaba hecha para ser gurú desde el principio.

En una entrevista para Soho Weekly News en 1979 le preguntaron:

SWN: ¿Por qué tocas sets tan cortos?

LL: Menos es más, eso es lo que creo, como la disciplina o el castigo. No necesitas 30 minutos de mi música para saber de qué estoy hablando.

SWN: ¿Entonces un instrumental de 30 segundos lo dice todo?

LL: Sí. Dice ¡PUTA! ¡NIÑO! ¡DOLOR! ¡PUTA!

SWN: ¿Es el minimalismo muy importante? Hay una ausencia de dinámicas en la música que haces, tus palabras expresan sentimientos muy simples. Nunca expresan una opinión. ¿Habría algo que haga que tu opinión sobre la audiencia, siendo ya muy baja, sea aún peor?

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LL: Nunca he dicho eso (sobre el público), solo que es secundario comparado conmigo. No creo que se necesite más música y eso es lo que siento. Es como una terapia muy primaria, grito para ti, ¿sabes?, estoy allá arriba gritando con las tripas. Es tanto para ti como para mí, solo que yo sería…

SWN: "La última en admitirlo"

Retrato de Lydia Lunch (R) Cortesía de Rustblade Records

Y ahora, 35 años después y 4.800 kilómetros más lejos, en los jardines tranquilos de Ananda Verandah (una suerte de spa para viejos rockeros), en el dorado Oeste, donde las posibilidades de crecer siempre son aprovechadas, Lydia, finalmente, lo ha admitido. Pero si viajamos atrás hacia finales de los 70, e incluso más atrás, a la antítesis de esa década, los finales de los 60, había que preguntarle: ¿Qué tipo de segundo acto es posible después de la aniquilación? Como la misma Lydia lo señalaría rápidamente, muchos de nosotros no tenemos un primer acto, mucho menos un segundo. Mientras una vida acelerada puede negar o hacer el ridículo lo que pase después, no debemos ser muy ligeros en nuestro juicio. Porque lo que pasa como justicia en este país tiende a ser impartido por aquellos que se mantienen seguros tras la barrera, donde los valores son protegidos con fiereza así estén podridos. Desde aquella apetitosa manzana, que no cayó muy lejos del árbol, un solitario gusano se mueve y pregunta: ¿hay vida después de la vida? Será mejor que el gusano se deslice desde el fruto del pecado original que salga de la cuenca de tu ojo. Así como Anne Sexton, la gran poetiza confesional y eventual suicida señaló: "La mayoría de las personas tienen vidas que no son tan interesantes como para hacer una obra".

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Panteras Negras, California State House, protestando por su derecho a portar armas. Foto cortesía de los Archivos del Estado de Washington.

Revisando el artículo no puedo evitar preguntarme, ¿a dónde va uno después de Teenage Jesus o las Panteras Negras? Bobby Seale fundó el Partido Político Panteras Negras con Huey Newton en 1966. La imagen indeleble de los miembros de este grupo de autodefensa desafiantemente armados con rifles, algunos con cinturones de munición sobre su pecho, en las escaleras del capitolio estatal de California en Sacramento, en una tarde de otoño de 1967, es casi igual de increíble 50 años después. También lo es una imagen de Seale, capturada solo en dibujos porque una fotografía hubiera fortalecido su causa, atado y amordazado en una corte de Chicago en el 68; la imagen ataca la noción del libre discurso, también funciona como recordatorio de que si bien los juicios de mentiras fueron iniciados en la Unión Soviética contrarrevolucionaria, luego pasaron a hacerse en los Estados Unidos y llenaban todos los puestos (y todavía es así, solo que se hacen a puerta cerrada en bases militares). Las Panteras sabían que el FBI intentaba cazarlos y silenciarlos, pero hay momentos en los que vale la pena sacrificar la vida por dar una lección, porque la autopreservación y la autodeterminación son una sola donde sea, y las consecuencias de la acción nunca superarán las de la inacción. ¿Cuál fue el precio? Algunos pagaron con sus vidas, otros con sus mentes, aquellos que sobrevivieron puede que nunca dejen de sentir que el haber sobrevivido, más que una victoria, significó haberse quedado atrás. Entonces de nuevo, ¿podría uno pasar la vida entera caminando las calles con un arma cargada? Estos días, atrapado entre la autoayuda y la autodeterminación, hay que preguntarse: ¿Cargas un tapete de yoga o un rifle? O un arma envuelta en el tapete?.

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En el despertar de la turbulencia y la desilusión de los 60 y los 70, Seale, en su segundo acto, pasó a trabajar como anfitrión de talk show de radio y escribió un libro titulado Barbeque'n with Bobby, con sus recetas simplistas como manera de recaudar fondos para grupos progresistas y sociales que luchaban bajo el Gobierno de Ronald Reagan. (Lydia publicó una colección de sus propias revistas en 2012, llamada The Need to Feed). Y tan fácil como pueda ser burlarse de él, así como fue más fácil enfocarse en las armas que en la mantequilla, la iniciativa de Seale puede ser vista como paralela con el activismo comunitario de las Panteras. Particularmente el programa de comida gratuita que empezó en Oakland en 1969 y creció exponencialmente, con desayunos gratis ofrecidos a muchos miles de niños pobres de escuela pública en todo el país.

Eldridge Cleaver, compañero de armas de Seale, se reinventó de otra manera completamente distinta. Su inesperada trayectoria lo llevó años luz de la radicalidad de sus primeras épocas, y terminó aterrizando en el radicalismo chic absurdista de sus irreverentes dick pants (sin armas escondidas acá) que lo llevó a la puerta de una corporación de un billón de dólares que, hasta hace poco, creía en la inferioridad espiritual de la gente negra. Sí, son los mormones. El libro de Cleaver, Soul on Fire, la seguidilla a sus memorias de prisión, Soul on Ie, sugiere incluso que una persona que no cree en recompensas celestiales puede algún día confrontar la idea de quemarse en el infierno. Tras encontrar la calma en la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, Cleaver, que había dicho que el gobernador Reagan era un cobarde, terminó haciéndole campaña cuando se lanzó a la presidencia.

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Edridge Cleaver in Rolling Stone, Oct. 9, 1975. Photo of Cleaver (R) by C. J. Walker/Time Life Pictures/Getty Images.

Al final solo hay una pregunta por hacerse: ¿Qué tan lejos se puede ascender o descender desde el nirvana? Esto puede referirse al estado de iluminación o a las brillantes estrellas del grunge. Elige. El anuncio reciente de un sencillo de Nirvana que sería lanzado y comercializado casi veinte años después de cuando debió ser, llevó a muchos a pensar que la hora oscura de Kurt Cobain finalmente vería la luz del día. El sencillo fue removido del mercado porque el lado B del mismo tenía un numerito que Cobain había titulado: "I Hate Myself and Want to Die". Así fue y así finalmente ocurrió. Incluso así, la canción no desanuda ningún misterio particular, ya que el título y las letras no revelan nada de lo uno o lo otro. Si lo ves online precedido de un comercial de papel higiénico, lograras un insight tan claro como el del amistoso oso de felpa que es mascota de la marca de papel. Una canción nada especial, relegada al lado B de un sencillo y luego encajada en un CD de Beavis and Butthead para finalmente ser desvergonzadamente resucitada para sacarle más plata a un cadáver. (David Geffen no creo que necesite el dinero ¿Lo necesitará Courtney Love?)

Mientras la discontinuidad es más honesta con el fluir humano, donde el botón que se ha presionado no ha sido el de play sino el de repetir, la reinvención de uno mismo puede convertirse en su propia puerta giratoria. Eso es entregar un producto, comprometido a su cuidado y mantenimiento, y ese producto eres tú. El término popular en los negocios y la industria de entretenimiento es el branding. De pronto algunos de nosotros estaríamos menos dispuestos a ser parte de una marca si tuviéramos que inclinarnos ante un acero caliente (para ser marcados como el ganado). Una vez uno se convierte en propiedad de alguien más, el pasado retrocede mientras regresas a los recuerdos de quien alguna vez fuiste. Simultáneamente el maestro y el sirviente infiel, el cuerpo es exhumado en un futuro que nunca pasó. Pedazos de mugre incrustados y barro son sacudidos de tus pestañas, mientras los dedos crujen de tu mano disecada, y se caen en medio del viento en la tierra seca y polvorosa. Sin embargo, el dedo del medio permanece, y sobresale de tu forma sin vida, el único amigo todavía vivo.

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Incluso si Lydia entiende el sadomasoquismo necrofílico de la industria musical, que no es tan diferente del de la industria fílmica, la industria de la moda o cualquier otra industria (sin olvidar el mercado del arte) ella no hubiera podido ayudar a Kurt Cobain. Tampoco hubiera podido hacer nada por Philip Seymour Hoffman, David Foster Wallace o a Hunter S. Thompson, quienes se refirieron a las bienintencionada, pero desventurada intervención de sus amigos como "La Inquisición". Más allá del hecho impenetrable de que usted no puede simplemente ayudar a aquellos que no quieren ser ayudados —solo intenta contrarrestar la fuerza centrífuga de una persona mientras él o ella se va en espiral lejos de un centro sin poder mantenerse—, los servicios de Lydia no están disponibles para los machos de la especie. Su taller poscatástrofe está abierto solo al mal llamado segundo sexo, con una publicidad clara: "crear un ambiente para empoderar a otras mujeres e inspirar la colaboración artística".

La siguiente cita podría servir como escena inicial de un monólogo, o mejor, una diatriba, titulada "La vida y los tiempos de Lydia Lunch":

"Puedo entender por qué las mujeres intercambian carne por dinero, poder, control. Lo que no entiendo es por qué los hombres siguen siendo suficientemente estúpidos para caer con ello. Desde que fue inventada, la vagina ha sido tratada como un elíxir mágico, un vudú al que algunos hombres simplemente no pueden resistir o del que no pueden tener suficiente. La hipersexualización y comodización de las mujeres en todos los tipos tipo de medios, cultura y música no ha sido revaluada por princesas pop medio jóvenes que caminan por ahí en ropa fea de aeróbicos tocando música disco lánguida mientras venden mega unidades para mega corporaciones disqueras y sus proxenetas. Más entretenimiento inútil que no dice nada y solo sirve como distracción".

Hay que preguntarse cómo Lydia hubiese reaccionado al segundo acto de Jane Fonda como la reina de los aeróbicos de los 80 después de su activismo anti guerra en los 60. Bobby Seale ciertamente se identificaba con su reinvención, reconociendo a Fonda como inspiración para su intento empresarial en el mundo de los asados. En el pasado ella había apoyado públicamente a las Panteras y estuvo bajo vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional por muchos años. El cambio del esposo izquierdista Tom Hayden por el neocapitalista ultra rico Ted Turner habrá disminuido, pero no borrado esas asociaciones.

Fonda ayudó a los estadounidenses a meterse en el cuento de hacer ejercicio y vivir una vida saludable, dando vida a una locura que se convirtió en un estilo de vida, así como a un negocio de mucho dinero, la industria del fitness. Igual ¿qué hubiera hecho? ¿Un remake de Barbarella? De pronto sus cintas de ejercicios, más de dos docenas que vendieron millones de copias y millones de VCRs, pueden ser editadas con escenas de Barbarella, un tributo fracturado a la mujer sin la que no hubiéramos podido tener todos esos estudios fabulosos de yoga. 7 billones de dólares al año, parece una industria a prueba de recesiones. Discutiendo esto recientemente con una persona que sé que va a yoga, a pesar de estar comprometido y reconocer los beneficios, había una sensación agria también, pues decía que otros atendían a las clases menos por razones espirituales que por ego, como una forma de alardear. Pero mientras los exhibicionistas siempre encontraran un escenario dónde actuar, la evolución de Jane Fonda o Lydia o cualquiera que logra hacerse exitosamente un segundo acto, e incluso un tercero, sugiere algo más: la ruda noción de ser honesto con uno mismo está basada en una imagen unidimensional de una vida, cuando lo cierto de la vida es que se desenvuelve, y pasar de una piel a otra es la señal visible de este proceso.

Foto de Jane Bonda como Barbarella, cortesía de Paul Joyce

La autoayuda no es para todo el mundo, y el precio de admisión es a la vez físico y financiero. Si la autoayuda pareciese apelar inicialmente a cierta clase (la clase poderosa y sus devotos) y que el costo de la rehabilitación con una increíble vista del Océano Pacífico está más allá de nosotros meros mortales, ten en cuenta de que la represión es administrada más efectiva y educadamente a través de la economía. E incluso si el discurso de Lydia para el taller poscatástrofe pueda sonar un poco cursi: "El arte tiene la habilidad de actuar como cura para la herida universal. Da voz al grito silente en todos nosotros. Rebela y proporciona placer en momentos de trauma. Trae una sensación de belleza y alegría al levantarse en celebración de la vida, una contradicción directa a la brutalidad extendida de agresores sociosadísticos que buscan dividir y conquistar". Sí, aunque el discurso sea un poco cursi, el poder está con ella, en todo camino posible. En una entrevista de 2010, Lydia sonó mucho más cercana a su viejo ser, insistiendo en que el "dolor siempre se disipa, pero el conocimiento, el amor, la intensidad y la genialidad alimentan el alma. Y el alma es una malparida muy hambrienta".

Lydia Lunch es una sobreviviente, no una muerte. De pronto es una muerte que vivió para contar la historia y ahora para ayudar a otros. Hay una gran cantidad de desadaptados de su días gore de gloria que ya no están con mostros. ¿Pero sabes qué? No les importa un culo. Eso es lo chistoso sobre la conciencia. O estás aquí o no estás. Para algunos, la autoayuda siempre será el enemigo dentro, y ¿qué de la vida? Lo que hoy día nos parece más y más apropiado con la vida. Como los primeros new agers, aquellos millonarios nihilistas, graciosamente iluminados que se tripearon todo el camino a la India por ese largo y ventoso camino nos dijeron hace tanto tiempo, "La vida sigue dentro de nosotros y sin nosotros".