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Exclusiva: entrevistamos al hijo de Luis Bárcenas, el extesorero del PP

Willy Bárcenas cuenta que su primer disco nace del calvario de su padre, el extesorero del PP, y revela que el falso cura que irrumpió en su casa conocía el lenguaje secreto de su familia. "Que les jodan a los que se creen con derecho a difamar".

Willy Bárcenas (Madrid, 1989) venía a hablar de su disco pero ha terminado 'cantando'. Quizá porque el primer álbum de su grupo nace del calvario por el que, dice, ha pasado su padre y extesorero del PP, Luis Bárcenas. Fueron 19 meses y quinientas noches de insomnio, con la guitarra como única defensa, que se reflejan en el disco debut de Taburete ('Tres tequilas'), que sale a mediados de mes y se presenta este viernes en Hoyo19 en Madrid, como anticipo a su concierto del 20 de marzo en la sala Caracol.

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Bárcenas Jr. ha querido visitar la redacción madrileña de VICE -tras rechazar propuestas del resto de medios españoles- para revelar que el falso cura que irrumpió con un revólver en su casa conocía el lenguaje secreto de sus padres, contar que uno de sus músicos es nieto del expresidente de la CEOE (también preso en Soto del Real) y decir "que les jodan a los que se creen con derecho a difamar a mi familia". ¿Sabías que se plantea votar a Ciutadans en las próximas elecciones?

VICE: Estudiaste ADE, cine en Nueva York y te postulaste como tertuliano de deportes. ¿Cuándo empiezas a hacer música?

Willy Bárcenas: Mi primo buscaba un vocalista para su grupo. Yo tenía 18 años, hice la prueba, me cogieron y, cuando quise darme cuenta, estaba subido a un escenario. Lo que sentí ahí arriba me gustó tanto que me compré una guitarra y empecé a trastear yo solo con los acordes. A falta de público, me convertí en el trovador oficial de las tertulias de fútbol de mi grupo de amigos. Más tarde, monté mi propio grupo, Los Jardineros, que empezó un poco de broma, pero llegué a cantar el himno que habíamos compuesto para la selección española en el plató de 'Punto Pelota'.

Por aquel entonces nadie te identificaba con tu padre. ¿Cuánto te pesa ahora el apellido Bárcenas?

Eso depende. Es verdad que me han cerrado las puertas de los bancos en las narices y parece ser que a nadie le interesa tenerme en plantilla. Pero no voy de víctima por la vida. Si ahora estamos hablando es, entre otras cosas, porque soy el hijo de Luis Bárcenas. Para bien y para mal. Y yo quiero que haya más parabienes que paramales en mi apellido. Me gusta pensar que habrá gente que después de leer esta entrevista sienta curiosidad por lo que hacemos. Y estoy seguro de que a muchos les sorprenderá positivamente lo que escuchen.

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¿Cuáles son tus referencias musicales?

Mi grupo de toda la vida ha sido Extremoduro, aunque evidentemente no está en la línea de Taburete. Me gusta mucho Calamaro, Fito, Quique González, pero también clásicos como Roy Orbison, Otis Redding, la Creedence… Últimamente no puedo dejar de escuchar a Paolo Nutini, que es el mejor cantante sobre la faz de la tierra. En el iPod tengo desde Barón Rojo hasta Julio Iglesias. Por eso cuando me preguntan por el estilo de Taburete contesto que tenemos diez distintos, uno por cada canción. Nueve en español y una en inglés, de la rumba a la canción de autor.

"El día antes de salir de cárcel, mi padre invitó a algunos presos de su módulo a unas 'cocacolas' de la máquina. Y se puso a entonar rancheras y temas clásicos españoles", recuerda el hijo del extesorero del PP.

¿Cómo surge tu grupo Taburete?

Cuando se publicaron los papeles de la contabilidad b del PP, tuve que abandonar el curso en la New York Film Academy para volver a España. En Barcelona, donde había ido a hacer un máster en márketing internacional, conocí a Joaquín, y con él se me iban las tardes tocando la guitarra. Se nos ocurrió que Taburete era un buen nombre, y así se quedó. De vuelta a Madrid, durante un concierto solidario que dimos en el Turkana Bar, conocimos al que terminaría siendo el tercer miembro del grupo, Antón, que casualmente es nieto del expresidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, que estaba también en Soto del Real, en un módulo distinto al de mi padre, aunque coincidían los domingos en misa.

Taburete no, Banquillo. Ése tenía que haber sido el nombre…

¡Qué cabrón [risas]! Pero, ya que lo dices, que a nadie se le vaya a olvidar que mi padre fue a la cárcel sin juicio y sin banquillo.

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¿Pondrías la mano en el fuego por él?

Puede que haya cometido errores en materia fiscal, pero mi padre no es ningún ladrón. Y por eso no pongo la mano, sino la cabeza en el fuego.

¿Cuánto canta tu padre?

Mucho y bien. El día antes de salir de cárcel, invitó a algunos presos de su módulo a unas 'cocacolas' de la máquina. Y se puso a entonar rancheras y temas clásicos españoles. "De Baños era mi mare, mi padre de Guarromán…" Cosas así. Era una forma de despedirse de sus compañeros, pero también de demostrar que no habían podido con él. Porque en cuanto reconoció la existencia de una contabilidad b en el PP, cambió radicalmente el trato que recibía por parte del director de Soto del Real y del secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste. Mi padre se quedó solo, sin un apoyo en el partido y sabiéndose el blanco de todas las tertulias e informativos. Verlo así me mataba, así que me las ingenié para hacerle llegar un cover que grabé con Joaquín de 'Father and Son' de Cat Stevens, una de sus canciones favoritas.

En ese sentido, ¿cuánto ha tenido el disco de terapéutico?

Cuando mi padre ingresó en prisión, la música se convirtió en una válvula de escape. El mundo se me vino encima, pero gracias a mis amigos y a las canciones que iba componiendo nadie consiguió borrarme la sonrisa de la cara. Era una forma de decir: que les jodan. Que les jodan a los que piensan que soy lo suficientemente pijo como para merecer lo que me está pasando. Que les jodan a los que se creen con derecho a difamar a mi familia porque han leído en un periódico que Luis Bárcenas es el causante de la crisis. Que les jodan a los que intentan que mi padre pague el pato del PP tras veinte años de irregularidades… Por cierto, que en el disco hay un tema en el que pido que suelten al pato. Que lo suelten y disparen de una vez. A ver quién cae primero.

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¿Se vengará Taburete del falso cura que os secuestró?

Tengo una canción en la cabeza, pero no habrá letra hasta que se resuelvan algunos interrogantes. Se ha dicho de este señor que estaba tronado, pero a mí me dio la sensación de que lo tenía todo muy bien planificado. Me refiero al disfraz, a las palabras que empleó para persuadirnos, al disco duro que andaba buscando, pero sobre todo a un detalle aparentemente insignificante: mientras nos apuntaba con la pistola empezó a sonar el teléfono. Le dijo a mi madre que lo cogiera, pero que no se le ocurriera hablar de cierta manera, un código que tienen mis padres para decirse las cosas y que sólo nosotros conocemos. Es evidente que el tipo no estaba muy cuerdo, pero estoy seguro de que obedecía órdenes. ¿De quién? No lo sé.

¿Cómo ha sido tu primera experiencia en el estudio?

Al principio estaba perdidísimo, pero cada día allí dentro ha sido un curso intensivo. Me consolaba el otro día escuchando decir a Melendi que cuando empezó sólo sabía tocar ocho acordes, porque yo estoy igual. Gracias al ingeniero de sonido, que se ha dejado la piel en cada tema, el resultado ha superado nuestras propias expectativas. Sé que queda mucho por aprender y por vivir, que me va a tocar currármelo durante un tiempo y que me tengo que ganar al público canción a canción, local a local, noche a noche. Unas veces cobrando y otras a cambio de aplausos. Pero no nos importa. Sabemos que el directo es nuestro fuerte.

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¿Estás preparado para las críticas?

Ya he hecho callo. De mi padre se ha llegado a decir que llevaba el mismo abrigo de Al Capone, entre otras barbaridades. No sé en qué universidad de periodismo se enseña a los cámaras a enfocar el telefonillo de las casas de la gente. Pero gracias a eso el mío sigue sonando algunas noches. Con esto quiero decir que tendré muy en cuenta las opiniones de la gente que venga a vernos a los conciertos, pero no de lo que diga tal o cual revista o periódico sobre el hijo de Bárcenas.

¿Te has sentido maltratado por la prensa?

Ha habido medios que han abordado el tema con la seriedad que se merece, pero la mayoría le ha hecho la cobertura al PP en su estrategia de convertir a mi padre en el enemigo público número uno. Ahora las tornas se han cambiado. El otro día un taxista se enteró por la conversación de que yo era el hijo de Bárcenas. Y me dio la enhorabuena. Porque sólo él, me dijo, puede acabar con estos chorizos.

¿A quién vas a votar?

Me gustaría no hacerlo, pero mi padre está convencido de que al final cundirá el pánico, triunfará el miedo y volverá a ganar el PP. Así que igual me animo y voto a Ciutadans.