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ETA ha dejado de matar, pero no ha desaparecido del todo

El periodista Borja Ventura nos habla de terroristas huidos, arsenales de armas ocultos, víctimas y verdugos. ¿Ha llegado el fin del terrorismo?

En el libro Guztiak, el periodista Borja Ventura se ha propuesto dar voz a "todas las voces del conflicto vasco". Por sus páginas desfilan políticos de todas las ideologías, víctimas del terrorismo, artistas e intelectuales. "Espero que de verdad el trabajo final ayude a favorecer esa idea de superación del pasado. Y eso es algo que sólo se puede conseguir, creo, hablando entre todos, cosa que no se ha hecho con normalidad ni siquiera (o sobre todo) en los medios. De ahí el título: Guztiak significa 'Todos'. A fin de cuentas, es lo que hacemos los periodistas –se supone-: hablar con todos para poder contar la historia".

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El libro ha sido posible gracias a la aportación de 278 mecenas, que sacaron adelante un crowdfunding. "Fue un reto en el sentido de que quería comprobar si de verdad había interés social y periodístico en esta historia toda vez que los medios no se habían interesado por ella". Es cierto que se ha dejado de hablar de ETA -esta semana se contaban en un periódico nacional los supuestos planes de Otegi al salir de la cárcel-, que ya no se encuentra entre las preocupaciones de la gente. Pero es bueno tener memoria. "Nos desayunábamos todos los días, durante décadas, con noticias sobre el conflicto vasco. Pero ya no interesaba. Al final decidí que algún día contaría la historia del final, aunque tuviera que ser para no venderlo a nadie, como una especie de cierre a esa cobertura periodística de años. Pero justo en esas me contactó la editorial y me ofreció la posibilidad de hacer algo que nunca había hecho: un libro".

Su lanzamiento coincide con el cuarto aniversario del día en que la banda anunció que dejaba las armas, que dejaba de matar y extorsionar. Pero, ¿ha acabado ETA? ¿Cuántos terroristas hay huidos? ¿Es posible el perdón y la paz completa en Euskadi? Borja nos responde a estas preguntas.

Vice: Hace cuatro años que ETA anunció el fin de sus actividades, ¿cómo está ahora mismo la banda? ¿en qué estado se encuentra?

Borja Ventura: Eso es difícil saberlo. Siendo que renunció tiempo atrás a los secuestros, que anunció el fin del llamado 'impuesto revolucionario' y que no se han notificado nuevos robos económicos ni materiales, cabe pensar que sus medios son muy limitados. Sin inyección económica no hay nada. Y eso sin hablar de la falta de apoyo social, que va decayendo progresivamente, especialmente desde mediados de los años 90 y sólo ligeramente reflotado cuando las sucesivas ilegalizaciones.

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¿Hay muchos etarras en paradero desconocido o buscados por la justicia?

Según el Ministerio del Interior apenas hay un puñado de huidos de ETA fuera de nuestras fronteras. No creo que sean tan pocos como dicen, hay más, pero otra cosa es que tengan voluntad de hacer algo. Porque desde dentro de la propia ETA el discurso de que se ha acabado se ha asumido y se da por seguro. No pocos están huidos, pero no en paradero desconocido. Se sabe que De Juana está en Venezuela, y se sabía hace unos años que Josu Ternera estaba tratándose médicamente al norte de Italia. A estas alturas es muy difícil que los sistemas de Inteligencia internacionales no tengan perfecta constancia de dónde están casi todos, en muchos casos con vidas hechas ya y alejadas de la actividad armada. Otra cosa es que tengan cuestiones pendientes y que su detención no se produzca por cuestiones diplomáticas, de jurisdicción… o por mera estrategia.

¿Qué empuja a ETA a terminar con su actividad terrorista?

Es algo que he preguntado a todos mis entrevistados, y las respuestas son muy diversas. Muchos hablan de cambio de estrategia. Otros hablan de autocrítica. Otros de derrota policial y social. Otros de cambio de ciclo. Posiblemente la respuesta esté en todo eso: el desenganche social, la constancia de que son el último grupo terrorista activo en occidente, la presión policial, el desgaste de años, la imposibilidad de llevar a cabo actividad política alguna… La cuestión no es tanto qué empuja a ETA, sino si todo eso es causa de la decisión o consecuencia de la decisión.

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Hay alguna posibilidad de que ETA vuelva, de que solo sea un letargo, ya no me refiero a lo que ellos llamaban 'lucha armada' si no constituidos de una manera política o permitida por las leyes.

ETA no puede volver porque no se ha ido, al menos como 'marca'. ETA per se no desaparecerá, al menos no a corto plazo. La carga simbólica en el imaginario soberanista es enorme como para desprenderse de ella. Otra cosa es lo que significaba ETA, en tanto que su acción era violenta. Eso sí ha desaparecido, y desde dentro aseguran que no volverá. Los más enquistados a uno y otro lado advierten de que si no se avanza en el proceso de pacificación podría surgir otra cosa, con otro nombre y mismos fines. En cualquier caso, personalmente no le concedo demasiada credibilidad. La actividad violenta de ETA se ha acabado porque, además de los comentados factores externos, ETA ha decidido acabar con ella.

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¿Crees que todavía cuenta con arsenal (armas, explosivos, etc…)?

Sí, claro. No sé cuánto será utilizable, por el tiempo pasado, las condiciones en las que esté y la imposibilidad de acercarse a determinadas zonas, pero arsenal tiene. Durante años hicieron robos espectaculares de armas y explosivos, y luego se nutrieron del mercado negro y el tráfico de armas. Arsenal hay. La cuestión es si hay voluntad de usarlo o no, y si hay voluntad de entregarlo y destruirlo o no

Has podido hablar con víctimas o familiares de víctimas, ¿hay motivos para pensar en el perdón o la reconciliación?

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Algo que repiten muchos, y a mi juicio acertadamente, es que el perdón es una cuestión moral, individual. No se puede exigir que se perdone, es algo que tiene que venir de cada cual que esté dispuesto a hacerlo, y es absolutamente legítimo y comprensible no hacerlo. Otra cosa es la reconciliación. Aceptando que no todo el mundo puede querer reconciliarse, sí es un fin bueno por el que trabajar: quizá no te perdone por lo que hiciste, pero soy capaz de convivir en sociedad contigo. Hay muchas víctimas invisibles. Esas que no han salido en los medios porque no han hecho política, porque no han llamado la atención de los medios o porque no han querido ser víctimas –algo que evidentemente nadie quiere, me refiero a que no han querido desarrollar ese rol de representación de un colectivo-. Es difícil decir lo que piensa un colectivo tan desgraciadamente amplio y tan heterogéneo. Pero me atrevería a decir que, pasado el tiempo, posiblemente haya más gente por la reconciliación… siempre y cuando al otro lado encuentren respuesta en ese sentido. Esto, en cualquier caso, es una apreciación personal, y en ningún caso conviene generalizar

Se ha hablando últimamente mucho del impuesto revolucionario, cómo crees que afectó esto a Euskadi durante esos años, me refiero a la economía.

Uno de los entrevistados es Mikel Buesa, hermano de Fernando Buesa, que fuera vicelehendakari, uno de los impulsores del sistema de ikastolas y al que ETA asesinó cuando retomó su actividad tras el fracaso de Lizarra. Él es catedrático de Economía y ha desarrollado parte de su investigación a la economía del terrorismo (tiene un libro al respecto, titulado ETA, S.A. ) y da cifras y análisis. Él lo describe en términos económicos de "desincentivo". No es que la extorsión de ETA tuviera impacto per se en la sociedad, pero sí provocó miedos, tensiones y exilios dentro del sector empresarial vasco justo en un momento en que su estructura económica pasaba de un obsoleto tejido industrial a la protección y prosperidad del concierto económico. El País Vasco y Navarra son dos de los territorios más ricos del país, a pesar de la extorsión y sus consecuencias (no necesariamente económicas).

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¿Cuál es el testimonio que más te ha estremecido?

Todos, a su manera. La dureza de algunos en sus posturas, desde cruces de miradas agresivas a dolores irreparables. Gente llorando décadas después de perder a un ser querido. El relato breve y duro, casi esquivo, de alguien que cumplió décadas de condena por asesinato. Quien te cuenta que ha llevado escolta 20 años. Otra persona quien vive en un pueblo donde todas las puertas están abiertas y no hay vayas en los jardines, pero en el que es la única voz discrepante e intentaron matarle por ello. Quien con la grabadora encendida dice una cosa y al apagarla la contraria… Hay muchas historias estremecedoras, y muchas no por lo que cuentan… sino por lo que no.

Después de escribir el libro, ¿crees que alguna vez se cerrarán las heridas en Euskadi?

Sí, lo creo. Pero no será hoy, ni mañana. De nosotros depende lo que se tarde ¿Han cerrado las heridas de la Guerra Civil? Sí, pero. Y ha pasado casi un siglo. El olvido lo trae el tiempo y la normalización. Eso y el cambio generacional: a los adolescentes de hoy todo esto les suena a antiquísimo, como algo ajeno. Y esa es una gran noticia.

Has entrevistado a mucha gente, ¿crees que se podía haber acabado antes con la violencia?

Es algo que también he hablado con muchos entrevistados. Hay un camino muy doloroso, en que cada paso en falso, cada negociación fallida, se ha traducido en sufrimiento. Sin embargo, y por duro que suene, cada fracaso ha servido para allanar más el camino. La izquierda abertzale ve el momento del cambio en el fracaso de Lizarra, cuando ellos iban por un lado y ETA fue por otro y las fuerzas 'nacionales' por otro. Al otro lado de la trinchera los secuestros de mediados de los '90, el asesinato de Miguel Ángel Blanco o el estallido de la T4 fueron puntos clave. Posiblemente, y esto es mi opinión, todo tuvo su camino. Sin Lizarra no hubiera habido Loyola. Sin Loyola no hubiera habido Aiete. En medio, barbaridades como Hipercor, el GAL, las casas-cuartel… Es duro pensar que todo eso fue inevitable, y personalmente no lo compro. Pero los procesos, tan enquistados y mal gestionados, no se curan en unos años. Lo expresó muy bien Jesús Eguiguren, uno de tantos que se ha manchado las manos dándolo todo, con su célebre frase de que ETA desaparecería como la nieve: un día abriríamos la ventana y ya no habría nieve donde antes había. Es difícil saber el momento exacto en el que pasó, pero pasó. Y nosotros estamos en esas, abriendo la ventana.

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¿Tuvo en algún momento sentido la existencia de ETA?

Para ellos y su entorno ideológico –que no tiene nada que ver con ser ETA- sí, claro. Lograron sentar a gobiernos a negociar. Lograron atención mediática. Lograron provocar medidas excepcionales. La construcción de las identidades a veces tiene caminos terribles, y éste es un caso. Ellos defienden el papel de la ETA predemocrática, cuando asesinaron a Melitón Manzanas o a Carrero Blanco. Ciertamente entonces ETA se veía como una especie de resistencia que, poco a poco y con el endurecimiento de sus dirigentes y aquella idea de socializar el dolor, se borró por completo. ¿Tuvo sentido? A nivel estratégico y político para ellos sí. A nivel humano, obviamente no. La violencia nunca debe tiene sentido porque ninguna vida, la de nadie, debería estar por encima de las ideas.

Después de la consulta de Cataluña, ¿irá ahora Euskadi?

El PNV es un partido conservador, entendiendo conservador en un sentido amplio. Es un partido de statu quo, de mantenimiento, de arraigo. Es cierto que hay sectores más soberanistas, y que en el pasado dieron pasos hacia postulados así. En cierto modo el 'Plan Ibarretxe' fue una antesala de lo que Mas está haciendo en Cataluña. Pero en las filas jetzales se ve con cierto asombro el proceso catalán. Otra cosa será la disputa del voto, que al final es la que configura las posiciones. Si el eje del discurso cambia en la política vasca, la evolución es imprevisible. Este año próximo habrá elecciones allí, y habrá que ver la fuerza con la que entran los partidos nuevos –Ciudadanos y Podemos-, porque el primero puede hacer daño a un PP vasco en demolición y el segundo puede quitarle mucho voto radical no soberanista a EH Bildu. Obviando eso, la lógica de voto actual va en dos ejes, el izquierda (EH Bildu / PSE) derecha (PNV / PP) y el nacionalista (EH Bildu / PNV) no nacionalista (PP / PSE). Si el PNV tiene que competirle el voto nacionalista a EH Bildu por alguna razón, ahí pueden cambiar las políticas. Pero en principio, y a no ser que el proceso catalán triunfara, no habría que esperar grandes cambios políticos en el PNV, al menos bajo mando del actual lehendakari.

También has entrevistado a intelectuales y artistas, ¿qué papel jugaron ellos en todo este proceso?

En muchas ocasiones, el de concienciar y educar, y diría que muy en contra de su voluntad. El hecho de que haya cada vez más cinematografía y literatura acerca de lo que ha pasado es un símbolo de normalidad: se rompe el tabú, el miedo, la incomodidad. Poco a poco, eso sí. Y en eso hay un factor clave, el paso definitivo a mi juicio, que es el humor. Vaya semanita en EiTB, o el cine de Borja Cobeaga, por ejemplo. O el toque de humor dramático de Aitor Merino en Asier eta biok . Hay otros muchos casos, claro, como el fenómeno de Ocho apellidos vascos , que sin ir de nada de esto, siendo un brochazo gordo y estereotipado sobre muchas cosas, introduce una narrativa muy normalizada de todo esto. Y eso es buena señal. Hay otros que lo hicieron antes y pagaron un precio por ello. Películas malditas, temas prohibidos, cuestiones mal vistas. Pienso, por ejemplo, en La pelota vasca de Julio Medem, que llevó por primera vez a muchos hogares españoles argumentos, cuestiones y denuncias que nunca antes se habían atendido. No es agradable ver a una chica que cuenta abusos en una comisaría, porque el común de los españoles bienpensantes no le da crédito. Tenemos más interiorizado el discurso de una parte del sufrimiento –más grande numéricamente, y más dramática por la enorme cantidad de fallecidos y afectados entre huidos, heridos y extorsionados-. Pero hay más discursos y violencias, sin pretender comparar ni equiparar. Y Medem pagó un precio enorme porque la sociedad no estaba preparada para ver determinadas cosas. Cosas que, por cierto, los tribunales de Justicia sí reconocen. La cuestión es saber si la sociedad de ahora, ya sin ETA activa, está preparada para afrontar algunas cuestiones dolorosas y que han llevado a cabo algunos miembros de algunas instituciones llamadas a proteger y hacer cumplir la ley.