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Los usuarios de Tinder y Grindr ven cosas que no creerías

El sexo ocasional no es tan fácil como parece.

Ilustraciones por Claire Milbrath

Nos fascinan las aplicaciones como Tinder y Grindr porque mezclan toda la diversión de sitios como Match.com y le ponen un poco del mal gusto de Chat Roulette. Como era de esperarse, las personas que usan estas aplicaciones para conseguir algo de sexo, se encuentran con bastantes mierdas muy locas. Aquí hay algunos ejemplos de lo que han encontrado varios usuarios a los que entrevistamos. Y si tú también llevas dentro un pequeño pervertido, no te cortes y explícanos tus propias experiencias en los comentarios.

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Mal sabor de boca

Empecé a usar Tinder un día antes de salir de viaje hacia Miami y pensé que sería una buena herramienta para conocer chicos allí. Además me pareció buena idea conocer a alguien para que nos enseñara la ciudad a mí y a mis amigos. En ese momento no sabía que era una aplicación para encontrar con quién follar.

Estuve hablando con un par de tíos, pero uno en particular llamó mi atención porque teníamos un motón de amigos en común, como 50. Resulta que era de la misma ciudad que yo, por lo que hablé con él un poco más que con los demás.

Tratamos de vernos algunas veces, pero después del tercer día de intentarlo, me asusté un poco cuando le pregunté si le apetecía que nos viéramos aquella noche y me contestó "por qué no mejor vienes a mi casa y te traes tus tacones para follar". En ese momento me di cuenta de que no era una aplicación de citas normal.

En fin, seguimos hablando y el último día de mi viaje nos vimos. Una amiga y yo nos encontramos con él y un amigo suyo en un bar y durante todo el rato que estuvimos ahí me estuvo sobando la pierna, aunque yo lo seguía mirando como diciendo "no va a pasar nada entre nosotros, amigo".

De pronto, en la terraza del bar, nos empezamos a enrollar en un plan bastante agresivo. En realidad yo me sentía bien, pero seguía convencida de no hacer nada más (y no sólo porque estaba en ese momento del mes). Se lo dije muy claramente, pero él insistió en que fuéramos a su casa, que estaba a lado del bar.

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Su amigo y mi amiga se fueron a hablar al otro cuarto, lo que resultó bastante incómodo para ella. El tío empezó a meterme mano aunque yo le seguía diciendo que no me apetecía, que tenía la regla y que no estaba de humor, pero él insistió. Claramente no le importaba, y para ser totalmente honesta, eso me gustó, así que le seguí la corriente.

Lo siguiente que recuerdo fue que me arrancó los pantalones y comenzó a comerme ahí abajo. Le dije "tío, estoy con la regla", no me lo podía creer pero parecía que eso le encantaba. Nunca había conocido a alguien así.

Y eso fue todo. El tío se lo curró, tuve algunos orgasmos y luego le dije: "Vale, gracias, me tengo que ir". No le devolví el favor. El tío me volvió a llamar unos meses después cuando vino a mi ciudad, pero no quise quedar con él.

Demasiado bueno para ser verdad

Fue en noviembre del año pasado, acababa de empezar a utilizar Tinder y encontré a un chico que parecía increíble. Tal vez demasiado bueno para ser verdad. Era un golfista suizo profesional, había venido a Canadá, tenía una beca y le iba muy bien. Era increíblemente ambicioso, muy guapo y nos llevamos bien desde el principio.

Acabamos quedando un jueves para tomar algo y cenar. El miércoles yo había tenido un accidente con mi coche, siniestro total, pero a mí no me pasó nada. Estaba un poco triste pero pensé que la cita me alegraría un poco.

De camino al restaurante le conté lo de mi accidente, así que empezó a intentar conectar conmigo a través de historias de coches. Me dijo que tenía 19 multas por exceso de velocidad, que lo habían arrestado dos veces y que pagaba más de 900 dólares al mes de seguro. Lo tomé como una alerta.

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Cuando estábamos en el restaurante de repente me miró y me dijo: "Eres muy guapa, probablemente la filipina más preciosa que he conocido". Escupí mi bebida, porque soy lo más lejano que hay a una filipina. Soy súper blanca, y probablemente parezca más bien italiana o judía, pero desde luego filipina no. De hecho hasta busqué fotos de filipinos en mi teléfono para enseñárselos y que entendiera lo equivocado que estaba.

En este punto yo momento yo me lo estaba pasando bastante bien, así que acepté ir a tomar una copa después de cenar. Fuimos a un pub irlandés en el centro. Mientras tomábamos algo, él comenzó a hablar de religión, un tema que intento evitar en la primera cita, pero él lo sacó, así que le dije que soy atea y que no es algo que me preocupe mucho. Me dijo: "Eso es interesante, yo soy parte de los Illuminati". Me contó que su abuelo conocía todos los secretos del mundo y estaba al corriente  de muchas conspiraciones.

En aquél momento ya me había dado cuenta de que el tipo era un mentiroso patológico y de que la mayoría de su perfil era inventado. Dudo que sea un golfista profesional, que tenga un negocio o que alguna vez haya pisado Suiza.

Así que le dije que estaba muy cansada y que quería irme a casa. El me llevó en coche. Cuando nos despedimos intentó darme un beso y yo lo abracé. No he sabido de él desde entonces.

El arte de la seducción

A pesar de que sabía que era una mala idea, decidí volver a instalar Grindr. Lo había borrado tras una racha de citas bastante penosas. Empecé a hablar con un tío que decía que era artista, era inteligente, encantador y buen conversador, algo que nunca había encontrado en la aplicación.

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Después de hablar con él una semana, decidimos quedar a tomar una cerveza. Fue mágico y enseguida hubo química. Sin dar muchos rodeos, terminamos en su casa.

Su apartamento estaba lleno de maniquíes y cabezas de muñecas. Traté de no juzgarle y le seguí la corriente. Después de todo era un artista, ¿quién era yo para juzgar?

Al final tomamos una caja entera de cervezas y, sin entrar en detalles, las cosas se pusieron calentitas bastante rápido. Pero algo que se me hizo raro fue que de vez en cuando salía corriendo a hacia el salón sin decir una palabra.

Le pregunté qué hacía y lo único que dijo fue que estaba tomando notas, y se negó a contarme nada más. Después de la tercera vez, decidí que era demasiado raro y que me iba a casa.

Nos dimos la mano, me fui, y al día siguiente lo bloqueé. Un par de meses después fui a una exposición de arte urbano con una amiga. Supuestamente era una colección de piezas vanguardistas de artistas locales.

Había un montón de gente alrededor de una de las piezas, así que naturalmente fui a ver por qué tanto alboroto. Bueno, le tengo que reconocer al tipo que conocí en Grindr unos meses antes que había hecho un buen trabajo. Era una reproducción muy precisa.

Me giré hacia mi amiga y le dije: "Definitivamente eso es una escultura de mi polla".

"Enhorabuena", me contestó.

AA Ok

Era la primera vez que conocía a alguien por Tinder, así que estaba un poco nerviosa, pero había estado hablando con un tipo cerca de un mes y la cosa ya se estaba consolidando. Literalmente hablábamos horas y horas y a veces nos mandábamos fotos.

En nuestra primera cita real quedamos para tomar algo, entonces descubrí que era miembro de Alcohólicos Anónimos. Quiero decir, bien por él, pero cuando me pedí una cerveza y él una bebida sin alcohol, empezó a hacerme un montón de preguntas raras, como si había probado algunas drogas o si había comido gel limpiador de manos.

Lo mejor fue cuando me preguntó si era alérgica a algo, no por que estuviera preocupado, sino porque quería saber si llevaba encima un inyector de adrenalina o algo así. Y me explicó el chute que te pega cuando te inyectas uno de esos.

En fin, después me llevó a casa y al llevar me preguntó si quería tocarlo, yo me fui sin más.

Diez minutos después me llegó un mensaje. Era una foto de él masturbándose en su coche.