Nos colamos en la cárcel abandonada de Zamora

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Cultură

Nos colamos en la cárcel abandonada de Zamora

Fue prisión para sacerdotes durante el franquismo y también albergó a presos peligrosos y terroristas de ETA y del Grapo.

Hace unos días un amigo y yo decidimos entrar en la cárcel abandonada de Zamora, conocida por la película "Celda 211". Esta cárcel cerró hace ya más de 20 años habiendo estado activa cuarenta años en los que sirvió de prisión consuetudinaria para sacerdotes durante el franquismo, aunque también albergó a presos peligrosos y terroristas de ETA y del Grapo.

En todos estos años lo único que ha pasado entre sus muros es lo de la película, aunque hace ya unos cuantos años algunos jóvenes de la capital zamorana decidieron emprender un proyecto para convertirla en un centro cultural (como ya se ha hecho en otras de las cárceles de este país). Pero pronto les cerraron las puertas, literalmente. La prisión fue tapiada con grandes muros de ladrillo. Con el paso del tiempo se ha ido deteriorando y cada vez queda menos magia en ella.

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Pero hace unos días, cuando decidimos entrar, no sabíamos que iba a ser mucho más difícil de lo que nos habíamos pensado. En un principio íbamos con la ilusión de que alguna puerta estuviera abierta o forzada para así poder entrar fácilmente, pero nada de eso. Todo estaba bien chapado y entonces decidimos entrar de otra forma mas casera.

Como no habíamos podido conseguir una cuerda de escalada, decidimos coger una slackline o cinta de equilibrio que teníamos por ahí y decidimos atarla a una piedra haciéndole dos nudos. Probamos a lanzarla a una de las torres de control, pero la cuerda se quedó enganchada y no la pudimos atar. Me arriesgué a subir antes de que la cuerda partiese o se desenganchase, y una vez arriba até la cuerda para que mi amigo subiera seguro por ella. Ya subidos a la torre de control nos dimos cuenta de que la puerta estaba tapiada con ladrillos, por lo que decidimos apartar la concertina (alambre de cuchillas) y bajar por la cuerda con cuidado hacia dentro de la cárcel

Cuando ya estábamos dentro fumamos un cigarro y nos reímos a la vez que la adrenalina recorría nuestro cuerpo.

Una vez dentro hicimos un poco de turismo, vimos la entrada principal, la celda 211, las redes para que los presos no se tiraran cosas desde los diferentes pisos, la cocina, el comedor, el patio central que cada vez se hace más salvaje de no utilizarse y los dibujos talegueros de las paredes de las celdas. Quizá lo mas interesante fue poder ver aún papeles del rodaje de la película.

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Hoy en día el estado de la cárcel da mucha pena, aunque sus estructuras siguen en pie y con un poco de voluntad política y ayuda de voluntarios se podrían volver a utilizar todos estos espacios.

Pasadas las cuatro de la mañana nos largamos de allí saltando por otra parte y dejando a nuestras espaldas las miles de historias de la antigua prisión que con tiempo se irán perdiendo en el olvido.