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Una joven torturada y asesinada se ha convertido en la santa de narcotraficantes, sicarios, mulas y contrabandistas

Lo único que se sabe de la Almita Desconocida es que sufrió tanto que ahora tiene el don de hacer milagros.

Dicen que cualquier cosa que le pidas, ella lo puede cumplir. Que sufrió tanto que ahora tiene el don de hacer milagros. Es un torso femenino desnudo y sin cabeza, que fue mutilado y maltratado hasta la muerte. Sin razón aparente, se convirtió en la santa de Yacuiba, una ciudad boliviana que hace frontera con Argentina, cientos de personas se acercan a diario para santiguarse frente al cadáver que nombraron la Almita Desconocida.

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Hace tres años, los habitantes de esta violenta ciudad encontraron el torso y algunas extremidades de una mujer joven. Nadie sabía quién era ni qué le había pasado. Las teorías abundan desde entonces. Una de estas teorías es era que llevaba droga a Argentina y que unos maleantes le intentaron sacar las cápsulas de cocaína del estómago en la frontera y así la dejaron. Otra es que se trataba de un ajuste de cuentas, uno de esos tan comunes en Yacuiba. O que su cuerpo es una estadística más de la violencia machista, ya que hay varias mujeres que han tenido un destino similar en esta zona. Pero de la Almita no se sabe nada con certeza. Nunca nadie investigó. Nadie reportó su desaparición. Y nadie sabe cómo se convirtió en santa.

Apareció de un día para otro en un altar, en el cementerio de San Gerónimo. Es un cubículo de dos por dos, lleno de flores, velas e incluso cartas que la gente le deja para pedirle un milagro. Hay asientos de madera y han colocado luz eléctrica para aquellos visitantes nocturnos. La tumba nunca está vacía. Siempre hay al menos un fiel en su paso hacia Argentina o viceversa, que se para a visitarla.

"Yo tenía un cáncer y me lo quitó. Es una hermana que se preocupa por nosotros", dice Eilyn en un foro de internet al que ha llegado la fama de la Almita.

Gran parte de sus fieles son narcotraficantes, sicarios, mulas y contrabandistas que le piden ayuda en sus misiones. La Almita es la homóloga boliviana del santo Malverde, en Sinaloa, donde se ha convertido el santo de los narcotraficantes. La diferencia sería que Malverde fue un asaltador de caminos y de hecho, se duda de su existencia real. De la Almita se sabe que existió, sufrió y murió, pero no el porqué de tanta devoción.

"La brutalidad de su asesinato conmovió tanto a esta población que se enfrenta constantemente a los ajustes de cuentas, violaciones, torturas y demás; que la tomaron como símbolo y por una cuestión de culpa o arrepentimiento, los propios mafiosos han puesto su fe también en ella", indica el investigador, Fernando Salazar, del Instituto de Estudios Sociales y Económicos.

Yacuiba es una de las zonas rojas de Bolivia. Barrios como África, Barrio Nuevo, La Ripiera y La Grampa están en manos de las mafias. Los ajustes de cuentas son comunes. Mucho jóvenes que se dedican a vender y a pasar droga acaban en manos de los sicarios. Cuentan los vecinos que hace muchos años cuando no había tanta violencia, en Barrio Nuevo los niños y jóvenes se quedaban en casa mientras sus padres se iban a trabajar. Los sicarios y mafiosos al verlos solos, empezaron a reclutarlos y así, poco a poco, se transformó la ciudad.

En esta zona fronteriza pasan drogas, armas, coches robados, personas y cadáveres. La mayor parte de las personas que van hacia Argentina llevan algún tipo de cargamento. Nadie va con las manos vacías. Pero antes de seguir su camino, más de uno se detiene a dejar un ramo de flores a la Almita, ese cuerpo mortificado y mal conservado que, según dicen, cumple lo que uno le pide.