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La barra brava de Santa Fé según uno de sus líderes

Me senté en un parque del barrio Olaya, en Bogotá, con uno de los líderes de la 'Guardia Albiroja Sur' para hablar acerca de las barras, los hinchas y los hinchas de la barra.

Las barras bravas colombianas están haciendo un esfuerzo por lavar su imagen pública. Paulatinamente, los líderes de grupos de hinchas que han sido acusados de ser una plaga han venido saliendo de la clandestinidad y se han sentado a dialogar con los líderes de otras barras, las autoridades y la prensa, tres estamentos que tradicionalmente han estado en su podio de enemistades.

El esfuerzo calculado de los líderes de la barras se ha visto opacado por el comportamiento de los barristas, cuyas peleas a cuchillo y machete siguen figurando en los titulares de prensa periódicamente y hacen eco en las redes sociales durante semanas. El pasado miércoles, Piojo, uno de los siete líderes de la Guardia Albiroja Sur, la barra brava de Independiente Santa Fe, me citó en un parque del barrio Olaya para hablar acerca de las barras, los hinchas y los hinchas de la barra.

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Foto por Santiago Mesa

En la cancha de microfútbol del parque, un equipo de cinco tipos flacos, algunos con pelo largo, le metían una goleada a otro equipo, uno compuesto por tipos mayores, más pesados y que caminaban la cancha como Maradona el día de su partido de homenaje. Era un equipo de barristas contra los líderes de la barra, entre ellos Piojo, el arquero. El equipo de los líderes salió de la cancha sin lamentarse mucho por la derrota y sus miembros se sentaron en una banca del parque junto a un petaco de cerveza. Piojo nos ofreció a mí y a Santiago, el fotógrafo, un par de cervezas y nos sentamos a conversar mientras comenzaba otro partido.

¿Estos partidos de qué se tratan?

Este es un torneo entre varios parches de la barra que organizamos con la Alcaldía Local de Rafael Uribe Uribe. Hoy, aparte de los equipos de la localidad, hay unoinvitado que es el nuestro, el de los líderes de la barra.

¿Y qué los hace a ustedes los líderes de la barra?

Esta barra tiene una particularidad y es que nosotros elegimos nuestros líderes por votación popular. El 28 de febrero, que es el día que cumple años el club, todos los hinchas afiliados a la barra votan por el líder de cada una de las siete localidades en las que tiene presencia la Guardia: Usaqué, Suba, Rafael Uribe Uribe, Kennedy, Tunjuelito, Engativá y Ciudad Bolívar, que es la mía. Es una elección como cualquier otra, con una campaña que dura varias semanas en la que hay discusiones, alianzas, divisiones, todo eso. Mejor dicho: es política. Esos siete líderes de las localidades somos los que nos sentamos y tomamos las decisiones de la barra, que van desde la logística de los viajes hasta las sanciones a los propios miembros de la barra.

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¿Sanciones cómo cuáles?

Digamos que usted es un man de un parche de Bosa y en un viaje de la barra un man de un parche de Suba lo roba o le saca cuchillo. Usted le reporta eso al líder de su localidad y él los discute con los otros. El de Suba hablará por su gente y luego decidimos, por votación, cuál va a ser la sanción que puede ser: desde suspenderlos de la barra, vetarlos del estadio, quitarles el voto en las próximas elecciones, hasta expulsarlos por completo de la barra.

¿Y para qué ha servido meterle política a la barra?

Eso ha ayudado mucho a autorregular la barra, porque usted ya no puede andar por ahí portándose como quiera, porque, si la caga, eso no solo lo afecta a usted, sino también a todo su parche. Cosas como quedarse afuera del estadio o no poder votar para elegir un líder de la barra le duelen mucho a los pelados, entonces hoy en día ya la gente lo tiene que pensar dos veces antes de hacer una cagada. Yo he sido elegido durante cuatro años y he aprendido mucho con esto de las elecciones. Así como hay gente que le cree a la cosa, en mi propia localidad hay una mucha gente que es anárquica y dice: No copeo. Ellos nos ven como unos líderes de mierda que se vendieron y se sientan a hablar con los tombos. Esto es como la democracia.

¿Y por qué llegaron ustedes a hacer elecciones?

Las primeras elecciones fueron en 2010, y el objetivo de todo esto fue no dividir la barra. En Colombia, todas las barras tienen disidencias, hasta la del Pasto que es de unas 100 personas, tiene una disidencia. La Guardia tiene 1.167 miembros carnetizados y otros 3.000 flotantes, pero seguimos siendo una sola barra. También vivimos muchos malos momentos: a Pedro, uno de nuestros mejores líderes, lo mataron los del Barón Rojo (la barra del América de Cali). Muchos tropeles, muchos apuñalados, yo mismo estuve preso por una pelea que hubo después de un clásico y que dejó varios heridos. El barrismo ha cambiado mucho en los últimos años.

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¿Cómo fue ese cambio?

Entre 1999 y 2002 la violencia en los estadios estaba fuera de control. En esa época no había clásico que no terminara con heridos. Nosotros éramos de los que íbamos a Neiva o a Ibagué y dejábamos tres o cuatro apuñalados ahí afuera del estadio. Por esa época nosotros estábamos en la clandestinidad y la Alcaldía de Peñalosa lanzó un programa que se llamaba Misión Bogotá. En ese programa, trabajaba un man que se llamaba Antonio Hernández, un tipo muy yuppie, muy gomelo, pero también muy pilo. Ese man se dio a la tarea de buscar a los líderes de las barras y sentarlos a hablar. Cuando lo logró, los llevó al centro a tomar a café y les dijo: "Ustedes no pueden seguir así porque los vamos a encanar"'.

Ahí todo empezó a cambiar, pero también hay un tema generacional. Una cosa era yo en esa época, que no tenía nada que perder. Otra cosa es Piojo hoy, que tiene hijos, responsabilidades y puede decirle a los chinos: venga pare, piense. En Colombia, el barrismo surgió a finales de los 90 y en esa época no había nadie que nos dijera eso.

¿Y entonces, por qué los enfrentamientos entre barras y al interior de las barras siguen siendo un problema?

Hoy en día la cosa es mucho más mediática. Cómo le decía, hace 15 años íbamos a Ibagué y dejábamos cuatro heridos tirados afuera del estadio y nadie se enteraba. En esa época, para que una pelea saliera en medios, un vecino tenía que sacar una cámara y, de pronto, si el vecino tenía un primo que era periodista, eso salía en medios. Hoy en día todo el mundo puede grabar y publicar una pelea. La violencia también se ha alejado de los estadios, pero se ha atomizado en los barrios

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Pero las peleas siguen sucediendo. La gente se une a una barra porque son de un equipo y les trama el fútbol, pero también lo hacen porque les gusta enfrentarse a los demás y darse en la jeta …

No, no, no. Eso es un mito. Lo que pasa es que están los hinchas del equipo: los que aman a Santa Fe y tienen una relación casi romántica con el equipo y lo siguen y lo ven jugar y sufren con el equipo. Luego están los hinchas de la hinchada. Esos son los que se dan cuenta de que este es un espacio donde pueden fumar marihuana, donde pueden robar y donde se pueden esconder para que nadie se meta con ellos. Ellos son los que causan la mayoría de problemas.

Créame que nosotros cuando empezamos en esto de las barras no queríamos joderle la vida a nadie. Ahí entra lo que han dicho toda la vida los hooligans europeos: la violencia no se busca ni se provoca, simplemente sucede. Y es así. Digamos: nosotros estamos aquí normal y de repente un chino de Millos pasa en una cicla, nos marca y al rato aparecen 30 gallinas aquí. A menos de con ellos venga un líder de Milos, eso acaba en pelea segura.

Por eso le decía. Me imagino que usted era hincha del equipo, pero acabó peleando, como todos los demás. Entonces, ¿si uno es malandro la barra le da un espacio para ser más malandro y si no, entonces lo vuelve malandro?

Eso es lo que nadie ha querido entender. A esta barra llegan pelados con las siguientes problemáticas: deserción escolar, hogar disfuncional y consumo de drogas. Entonces, estos son chinos que le quedaron grandes a los profesores, a los papás y a la policía. Pero cuando se portan mal, entonces somos nosotros, las barras, los hijueputas.

En Bulgaria, que es un país en el que las barras bravas también han dejado muchos muertos, los líderes de las más importantes se sentaron y firmaron un código de 12 reglas. Una de ellas es "ninguna arma aparte de los puños". En este momento ustedes, los líderes de las barras más grandes del país, están sentados con el Ministerio de Interior en una mesa que se llama el "colectivo futbolero colombiano". ¿La idea es llegar a un acuerdo parecido?

El colectivo futbolero" podría ser una buena iniciativa, pero todavía le hace falta. Muchas barras están ahí, hablando de acuerdos y un montón de vainas, pero tienen un discurso muy distinto hacia adentro. Es una pendejada poner reglas sin tener como hacerlas cumplir. Le pongo un caso: un día, hace no mucho, al parche de mi barrio le llegaron 50 hinchas de Millos con machetes. Los manes arrinconaron a un pelado en una panadería. El man entregó la gorra y dijo: "ya perdí". Uno de los manes de Millos lo cogió y le dio cuatro machetazos. El pelado perdió una pierna. Por ahora, el único código es respetar la vida. Está bien: esta es la selva de cemento, pero nadie tiene que parecer muerto con 20 puñaladas. Uno no tiene porque rematar a nadie.

Mientras tanto, ¿cómo voy a decirle yo a mi gente que no cargue un cuchillo?

* Espere pronto nuestra segunda entrega: La barra brava de Millonarios según uno de sus líderes