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En ese momento intervino Michael, seguramente pensando que alguien tenía que ser la voz de la razón."Ya estuvo; se lo está inventando todo", nos dijo a Sean y a mí. "Además, ¿qué significa eso de 'sesenta y nueve diablos'? ¿Hay diablos? ¿Sesenta y nueve de ellos? ¿O son dos haciendo cochinadas sexuales?"No creo en las maldiciones, o eso me digo a mí misma, pero cuando pienso en lo que ocurrió aquella noche y en lo que hicimos, parece imposible justificar nuestro comportamiento sin recurrir a lo sobrenatural.
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Retrocedamos: cuando me desperté a la mañana siguiente, había una persona dormida en el porche —algo que ocurría con bastante frecuencia por aquel entonces— y Michael tenía aspecto de haber pasado la peor noche de su vida.Al parecer, mientras todos dormíamos, Michael despertó, presa del pánico. "Me quedé mirando al techo fijamente porque tenía la sensación intensa y extraña de que había algo junto a mi cama", nos confesó hace poco. "Me dije a mí mismo, 'No pasa nada, estás bien. Solo tuviste un mal día porque tus amigos han tenido un comportamiento extraño, pero no hay ningún espíritu hostil a tu lado'".Se negó a mirar, por no alimentar la idea de que pudiera haber algún tipo de mal en la habitación. Su plan era mirar al techo, contar hasta diez y cerrar los ojos. Pero cuando iba por el dos, notó que lo que fuera que estaba a su lado se había movido.Me quedé mirando al techo fijamente porque tenía la sensación intensa y extraña de que había algo junto a mi cama.
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