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Peleando por la identidad: la vida de una peleadora transgénero en Tailandia

Rose es una peleadora transgénero de la región de Isaan en Tailandia que se ha abierto camino en un deporte que para muchos es solo de hombres.

En su pequeño gimnasio rural de Tailandia y vestida con un conjunto de entrenamiento combinado y una blusa apretada a la moda, Rose se distingue fácilmente. Su blusa rosa se ajusta cómodamente a su compacto y esbelto torso. Tiras de brasier de un suave color rosa se asoman por sus hombros. Sus brillantes shorts de satén están personalizados con su apodo de peleadora Rot-Duan, bordado en dorado.

Cautelosamente se limpia el sudor de su ceja luego de un round de boxeo, con cuidado de no arruinarse el maquillaje meticulosamente aplicado en sus ojos. Su hermano gemelo Lak la llama para trabajar el clinch o el "abrazo" del boxeo. Siendo un peleador fuerte también, Lak trata a su hermana Rose—que es más joven por solo cinco minutos—como un hombre durante el entrenamiento. Trabaja el clinch con ella con mucha fuerza, una que no disminuye cuando practican elsparring(entrenamiento en pareja del boxeo), no se considera de nada que tenga que ver con género. La hermana gemela de Lak puede usar maquillaje, reírse delicadamente y vestir un top rosa, pero Rose es hombre biológicamente. Los dos nacieron como hermanos gemelos y cuando Rose pelea, pelea contra hombres.

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A los dieciocho años y recién salida del colegio, Rose está llegando a su mejor momento en las peleas. Ha sumado un estimado de 200 a 300 peleas desde que entró a un ring a la corta edad de siete años. Todos en la zona la conocen. Su hermano Lak, su hermana mayor Gael (quien también es una peleadora talentosa en el circuito de Isaan) y el esposo de Gael, Gaeng, un prolífico peleador en Isaan, Bangkok y China, se ríen de que la hermana más pequeña y tímida es la peleadora más famosa de la familia. Rose se ríe junto a ellos, y luego pregunta la razón. "¿Es porque soy buena peleadora?", pregunta. "¿O porque soy kathoey?"

A menudo llamada "travesti", kathoey (กะเทย) es el término tailandés para una persona transgénero. También llamado "tercer sexo", los kathoey disfrutan visibilidad en la sociedad tailandesa. El tratamiento de los individuos trans difiere bastante en el país, desde la aceptación básica y la celebración—algunas celebridades tailandesas se identifican abiertamente como trans—, hasta una dura discriminación social y legal.

Como peleadora de muay thai transgénero, Rose recibe recepciones mixtas. Generalmente es bien tratada en su pueblo natal, Phimai, en la provincia Nakhon Ratchasima (Khorat). "Todos son muy amables conmigo aquí", dice. "La gente en mi ciudad me conoce. Me respetan como peleadora". Tiene amigos, seguidores y una familia comprensiva.

Sin embargo, fuera de su entorno familiar, las cosas cambian. Algunos peleadores se han negado a entrar al ring contra Rose. Incluso algunos oponentes que la superan en peso significativamente han rechazado pelear contra ella. A veces es obviamente debido a la identidad de género, pero en ocasiones, Rose no está segura de la razón por la que declinan las peleas. "No sé si le dicen que no a la pelea porque escuchan que soy buena peleadora, o porque soy kathoey", dice Rose. "Mi oponente y yo por lo general nos vemos por primera vez una hora o dos antes de la pelea. A veces, el peleador con el que me emparejan me ve y luego se niega a pelear".

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Nadie se niega a pelear con ella cuando está en su hogar en Phimai, Khorat. A los apostadores les encanta. Conocen su estilo—calmada y relajada bajo presión, excelente en el clinch. A veces los apostadores la siguen por el circuito de peleas fuera de Phimai, esperando obtener ganancias de la tendencia de otros apostadores al menospreciarla.

"A veces se burlan de mí cuando entro al ring", dice Rose. "Si los apostadores no me han visto pelear, se burlan de mí. Solo se callan cuando comienzo a pelear. Los apostadores que me conocen encuentran a alguien que se burla y le dicen, "¿Así que no crees en ella? Entonces apuesto en tu contra".

Las reacciones de sus oponentes también son variadas. La han besado en la mejilla durante el clinch, o cuando tocan los guantes al inicio de la pelea. Los besos en medio del clinch la ponen incómoda. Empeora cuando comienzan a hablarle. "Cuando estamos en el clinch, me preguntan si así me gusta, me dicen lo cerca que estamos y que tenemos mucho tiempo en el clinch".

La comunicación verbal entre los peleadores es común en una pelea de muay thai—un peleador puede ceder en voz baja ante el otro cuando la derrota por puntos es inevitable. Pero los comentarios con connotaciones sexuales en el clinch son una carga que muy pocos peleadores reportan. Rose trata de ignorar los comentarios y los besos no solicitados, tácticas psicológicas que la intimidan, la humillan y la hacen enojar.

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A veces no es el oponente quien hace comentarios irrespetuosos. Rose ha escuchado anunciadores involucrando al público durante sus peleas, riendo sobre su estilo o sus motivaciones para buscar el clinch. "Me siento muy humillada cuando me hablan de esa manera", dice. "Me hace no querer buscar el clinch. Pero soy una peleadora buena desde esa posición, así que tengo que hacerlo. Es lo que hago".

Sin importar lo incómoda que el público, el anunciador o sus oponentes la hagan sentir, ella salta a los últimos rounds con una fina concentración. Luego de diez años de peleas y más de 200 combates en su récord, ella sabe como luchar. Como peleadora que a menudo gana por puntos, Rose acelera en el cuarto y quinto round para sorprender a su oponente, presionando fuerte para llevarse la victoria. Y gana muy seguido.

La victoria presenta otro margen de respuestas de sus oponentes. "A veces no me respetan cuando los derroto. Se supone que debes mostrarle respeto a tu oponente después de la pelea". Para ilustrar, ella pone sus manos sus manos arriba en el tradicional gesto de respeto tailandés conocido como wai. "Pero no todos me saludan con wai. Pero no importa. Yo saludo con wai a mis oponentes, los que me derrotan y a los que derroto. Incluso a los que no lo hacen de regreso".

No todos sus oponentes son despectivos o groseros. Muchos de ellos se han acercado después de su pelea a felicitarla por su desempeño en el ring. Las esquinas de algunos oponentes y algunos entrenadores también la han felicitado, le dicen que la admiran y que esperan verla en más peleas en el futuro. Algunos oponentes incluso intercambian sus datos luego de la pelea y se mantienen en contacto en Facebook o por teléfono luego de la pelea.

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Rose estaba en el colegio cuando empezó a tomar hormonas. Las pastillas han sido sencillas para que ella las compre, a pesar de su temprana edad. Rose y una amiga visitaron una farmacia en su pueblo en Tailandia y fácilmente adquirieron una caja de pastillas que el farmacéutico normalmente le vendería solamente a mujeres que buscan prevenir embarazos. No le importó al farmacéutico que Rose y su amiga tuvieran sólo 14 años.

Rose quería probar las hormonas desde que su amiga Gawt, una kathoey mayor en su escuela se las recomendó. Gawt le dijo que vería cambios en su cuerpo una vez que empezara a tomarse las pastillas. "Te volverás más suave, te verás más femenina", le dijo. "Serás hermosa".

Las botellas de hormonas oscilaban de $5 a $10 dólares, normalmente una botella contiene 30 pastillas. Rose se prescribió sola de dos a seis pastillas al día, dependiendo del efecto que quería. Le encantó cómo la hicieron sentir, más femenina, justo como Gawt le había dicho.

El único problema fue lo que las pastillas le hicieron a su entrenamiento. Rose subió de peso, pérdida de resistencia, fuerza y poder. Gawt no le había advertido de esos cambios. A diferencia de Rose, Gawt no era peleadora de muay thai.

No le informó a sus entrenadores sobre el uso de hormonas. Con sólo 14 o 15 años de edad, Rose seguía en una división de peso relativamente ligera. Fue capaz de seguir tomando hormonas y continuar peleando, siempre y cuando dejara de tomar las pastillas una semana antes de la pelea.

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Eventualmente dejó las hormonas por completo. Sus peleas se volvieron más frecuentes e implicaban más riesgos. Subió de división, donde tanto ella como sus oponentes estaban alcanzando musculatura de adulto. Sus entrenadores le programaron encuentros de alto nivel en Bangkok. Discretamente dejó de visitar la farmacia. Las pastillas y su deseada apariencia femenina tendrían que esperar.

Las peleadoras transgénero como Rose no son tan comunes; ella sabe de tres o cuatro peleadoras transgénero activas. Es un circuito pequeño, y a veces sus caminos se cruzan en el ring. Hace dos años enfrentó a una peleadora transgénero llamada Bubae, en un evento en un campamento militar en Khorat. Rose quedó impresionada por el caminar tan femenino de Bubae y la manera femenina con la que que se presentó antes de la pelea, pero todo eso se esfumó una vez que sonó la campana.

Bubae fue ruda. Había sido una pelea bastante anticipada entre los apostadores presentes. Los gimnasios de las peleadoras habían puesto una apuesta considerable. Luego de cinco rounds, fue Rose una peleadora fiable desde el clinch con rodillas, quien había ganado por puntos.

Luego de la pelea, Rose y Bubae se volvieron amigas en Facebook. Se mantienen en contacto, discuten sus carreras y se apoyan una a la otra. Rose supo que Bubae estaba ahorrando para operarse la nariz. Cuando pudo costearlo, Bubae decidió retirarse de las peleas.

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A pesar de su complexión masculina y cabello relativamente corto, Rose es fácil de encontrar en el gimnasio—su ropa la distingue. Hace algunos años, optó por vestir tops en todas sus peleas. Aunque sigue siendo hombre biológicamente, Rose se reúsa a pelear sin blusa. Ésa actitud ha afectado su carrera—ha rechazado peleas en Lumpinee, Rajadamnern y Channel 7, grandes estadios en Bangkok donde los contendientes deben pelear sin camiseta y con pelo corto. Además de esos lugares, sin embargo, no es difícil encontrar eventos con códigos de vestimenta más relajados. Cuando pelea en su ciudad en Isaan, el área noreste de Tailandia conocida por producir la mayoría de los peleadores de muay thai, puede vestir lo que quiera. Incluso ciertos estadios en Bangkok, como el Estadio Omnoi, le permiten libertad de expresión. Había canales de televisión que estaban ahí para filmar mientras ella, una peleadora transgénero con maquillaje y vistiendo un top femenino, saltaba al ring. Pasó por encima de la última cuerda como hombre, no por la primera cuerda como lo hacen sus contrapartes femeninas lo harían.

Pese a saltar la última cuerda cuando entra al ring, Rose se considera "mujer, o kathoey, pero definitivamente no se considera un hombre". Camina, viste y habla de manera adecuada con su identidad. En una ocasión tuvo un "novio", alguien con quien hablaba por el chat de Facebook en su primer año de preparatoria, pero su relación en línea se extinguió después de un tiempo. "Pero no quiero que sea muy atractivo", dice, "de lo contrario será un don juan. ¡Todos los hombres atractivos son perros!" Sus amigas le preguntaron si le gustaba alguno de los peleadores que ha conocido, o si ella le había gustado a alguno. Dijo que algunos podían estar interesados, pero hasta ahora no había pasado nada.

En sus años como peleadora, Rose se ha convertido en una celebridad local. Tiene un pequeño ejército de seguidores, muchos de los cuales también son transgénero, que la siguen de pelea en pelea. La mayoría de ellos son mayores, de veinte o treinta años. Rose sonríe cuando habla sobre ellos. "Tengo muchos fanáticos", dice. "Vienen a ayudarme. Investigan a mis oponentes y me dan consejos sobre ellos, aunque la mayoría no son peleadores". Su sección de seguidores cada vez que pelea en su pueblo es ensordecedora.

Sus fanáticos la apoyan, y eso también le da una idea de cómo podría progresar su vida en el futuro. Algunas de sus amigas se han sometido a cirugías de reasignación de sexo, algo que Rose considera luego de su carrera como peleadora. Pero una cirugía tan importante es un cambio muy grande. Rose está dando pasos pequeños para lograr esa idea—ahora que se graduó del colegio puede dejar crecer su pelo tan largo como quiera. Tiene un fuerte grupo de amigos que la aceptan, y su familia es fielmente leal y protectora. Son estos seguidores, amigos, hermanos y padres, sus defensores, quienes vuelven el rechazo, incluso en un país tan relativamente progresista, un poco más fácil de soportar. En el ring y fuera del mismo, Rose continúa peleando.