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Así es Rocky Balboa con 70 años

Hemos visto la séptima película sobre el boxeador y la hemos gozado, porque aunque ya no reparta hostias, sigue siendo el mejor.

Imagen de la película.

Creed es un 'spin off' de Rocky. Es decir, es como cuando a Joey Tribbiani de Friends le dieron una serie propia. Pero, a diferencia de aquella supuesta 'sit-com', esta película sobre el boxeador no es una mierda sin nada de gracia. Es una película digna, buena, y que deja bien alto el legado de la saga de las hostias, los mamporros, los gimnasios y las calles de Filadelfia. Sylvester Stallone cumple este año setenta tacos, está mayor y el personaje de Rocky parecía que ya estaba finiquitado tras el fallido intento de resucitarlo en 2006 con Rocky BalboaRocky Balboa. Pero por suerte no fue así.

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Con lo que no contaba nadie es que a Ryan Coogler -un director indie y negro, que ganó Sundance con Fruitvale Station, que aquí no se ha podido ver- se le puso entre ceja y ceja que tenía una historia buena que contar todavía sobre boxeo y sobre la jubilación de Rocky. Y se empeñó tanto que convenció a Sly para hacer una séptima película, para que él no fuera el guionista (un acierto, que debe haber molestado algo a Rambo) y para que se pusiera delante de la cámara en plan decrépito, en plan jubilado que mira las obras los lunes por la mañana. El esfuerzo le ha merecido al 'mercenario' un Globo de Oro y una nominación al Oscar. Premio que además parece que se va a llevar a casa.

Creed es una película de negros, una película de boxeo que se parece más a Los Chicos del Barrio, de John Singleton, con una banda sonora donde suenan, a un volumen atronador, como debe ser, las rimas de Future, Meek Mill, John Legend o The Roots, que para eso son de la ciudad donde vive Rocky. Un auténtico lujo para una narración que transcurre casi más en las calles que en los rings. Porque es la historia de un chaval que descubre que es el hijo de una leyenda del boxeo ya muerta -y rival de Rocky a muerte- como fue Apollo Creed y que decide que él lo que quiere es repartir hostias en un cuadrilátero.

Trailer de Los Chicos del Barrio (Boyz N The Hood - 1991)

No hay que ser muy sagaz para llegar a la conclusión que lo que primero que hace la joven aspirante a campeón es buscar como loco la ayuda de Rocky, el que fue rival de su padre durante dos películas. Fueron tan memorables sus peleas en el ring, como las broncas fuera, incluso en la sala de espera de un hospital. Rocky, a regañadientes, acepta y ahí es donde empieza realmente una película que mantiene muy vivo el espíritu de la original, incluso salen el gimnasio de Mickey y las tumbas de Paulie y Adrian. Hasta Sly se calza el chandal gris roído y las Converse All Star azules. Todo en orden. Todo bien. Por eso nos ha gustado tanto, porque tiene ese aire retro que huele a vestuario después de un entrenamiento.

Además hay algo que aporta el director, algo nuevo a la mitología de la saga de boxeo más famosa del cine. Ryan Coogler dirige la película con algo más que ritmo: revoluciona el motor en las escenas de combates (las rueda en plano secuencia), se guarda la épica para los entrenamientos (como pasaba en la primera, de la que suena la famosa cancioncilla) y también tiene momentos de ternura, porque el hijo de Apollo, el Creed del título, tiene una novia y una relación con Rocky así muy como de padre e hijo.

También hay que hablar de Sly, claro está. Sylvester está a mitad de camino entre parodiar su personaje y tomárselo un poco en serio (aunque no mucho) cuando la situación lo merece. No es Clint Eastwood, que ha sido mejor actor con el paso de los años, ni Robert Redford, que sigue siendo atractivo, ni Nick Nolte, que asusta al mismísimo Tom Waits con su presencia. Él es consciente de que es limitado como actor, que su cuerpo se ha convertido en una mole rara de músculos, que su cuello parece una autopista y que el botox -o lo que sea- le ayuda a vocalizar cada vez un poco menos. Da igual, él es el Potro Italiano y lo será siempre. Y esta vez no le hace falta boxear para ser épico, solo con pasearse le vale para ser el más chulo del barrio.

La réplica se la da Michael B. Jordan, que aparecía en la citada Fruitvale Station, y que ya está en todas las listas de actores negros que se van a comer el mundo del cine. Ahora, tras gozarlo con Creed, solo queremos ver la película que está preparando Ryan Coogler sobre los Panteras Negras. Con que sea como Rocky -perdón, Creed-, nos conformamos.