FYI.

This story is over 5 years old.

literatura

'Puñalada trapera': el libro que reúne a los tesos del cuento colombiano

La editorial Rey Naranjo publicó una antología de cuento colombiano que permite tomarle el pulso a la actualidad narrativa del país.
Ilustración: Natalia Mustafá | VICE Colombia

El golpe de un buen cuento lo deja a uno (y tomo prestada una imagen de Antonio García Ángel) con dolor de cabeza, la cara entumecida y un diente flojo. No hay cómo defenderse a tiempo. Ya a la segunda línea los pómulos de uno están ensangrentados. A la quinta, llenos de hematomas. A la décima, completamente dormidos. Y antes de que uno decida levantar la guardia y dejar el libro a un lado, cae uno al piso, con la cabeza desorientada, y queda allí, tumbado, sin nadie que ofrezca un poco de agua o lo defienda a uno de la patada con la que el cuento dice, al final, "chao, vuelve pronto".

Publicidad

Viéndolo así, Puñalada trapera, la antología de cuento colombiano publicada este año por Rey Naranjo, quiere ser una paliza a veintidós manos. Como dice John Naranjo en la Introducción, el objetivo era "coger a mansalva" dos grandes clichés sobre el cuento en Colombia: que el cuento no vende en nuestro mercado editorial y que es un género de y para escritores. Tarea nada fácil cuando, afirma él mismo, es jodido ser optimistas por la caída del volumen de ventas de libros en la última década y las imposiciones de un mercado colonizado por megapulpos mercantiles que le han hecho zancadilla a apuestas arriesgadas, pequeñas e independientes.

A pesar de ello, uno podría afirmar —en sintonía con Naranjo— que la literatura colombiana está gozando hoy de una salud vigorizada. Una mirada rápida al mosaico de nombres que arma la carátula del libro lo confirma: grandes autores premiados acá y afuera, voces que se han hecho relevantes en la escena literaria nacional en los últimos años, nuevos nombres que hasta ahora están dando el paso hacia lo público, figuras que le han estado inyectando una dosis diversa de estilos, temas y preocupaciones a la literatura nacional.

Solo vean la lista. Así no sean lectores voraces o profesionales en estudios literarios, si han pisado una librería en estos años, la mayoría de los nombres les sonarán familiares (si no, googléenlos ya o vayan a su librería más cercana):

Publicidad

Portada de "Puñalada trapera", antología de cuento colombiano de Rey Naranjo

Sabiendo que faltan muchos, muchos otros, los autores y los relatos de Puñalada trapera ensamblan una sólida miniatura del momento por el que está pasando la literatura colombiana hoy. Aunque la premisa que motivó la antología fue encontrar relatos inéditos de calidad, Juan Fernando Hincapié, escritor y encargado de la selección de los cuentos, afirmó de forma muy precisa que Puñalada trapera, como cualquier ejercicio de recopilación, permitía algo más: sacar una instantánea del estado de las cosas. Sin proponérselo y como contó en Bacánika, esa instantánea terminó siendo una recopilación generacional de autores nacidos entre 1972 y 1985, desde los cuales se le puede tomar un pulso a nuestro presente literario.

Y sí: explorando las apuestas narrativas diversas, la miscelánea de estilos, temas y modos de contar que ensamblan el libro, uno puede ver y leer —así sea apenas en una pequeña proporción— sobre qué y cómo se está escribiendo hoy en Colombia. Sería imposible condensar esas veintidós puñaladas aquí, porque hay de todo: cuentos de papás desesperados por no quedar como un culo al frente del equipo de fútbol de su hijo porque dejaron morir una matica, la matica del equipo; cuentos de novios que, cosas de la vida, terminan traficando cocaína en la Florida; cuentos de tipos que vuelven destrozados a donde sus mujeres después de una noche de malas decisiones; cuentos de irónicas tragas escolares y educaciones sentimentales; cuentos de editoras; cuentos de militares fumando weed en lujosos condominios criollos. Cuentos que no parecen cuentos, también.

Con la contundencia y la sorpresa de una patada por la espalda, entre traducciones, hablas locales, amores fracasados, envidias, dolores de cicla y novios albinos, Puñalada trapera podría convertirse en una de las más completas cartas de navegación hacia la actualidad narrativa de Colombia. Pero, claro, como cada cuento es un asalto, al final uno queda como la ciclista del relato de Mónica Gil: molido, raspado, con un hematoma que se extiende por fuera del pómulo cubierto con crema que, a la mañana siguiente, se habrá juntado con el de la barbilla. También con ganas de darse más pelas con estos veintidós.


Lea también: