FYI.

This story is over 5 years old.

Noticias

Hay niños en Latinoamérica que defienden su derecho al trabajo

En Paraguay comenzó el noveno encuentro de un movimiento latinoamericano que va a contracorriente, y defiende el derecho de los niños a trabajar.

Los asistentes al encuentro, celebrando el día del tereré, bebida nacional paraguaya. Foto vía.

Este lunes primero de marzo comenzó en Asunción, Paraguay, el IX Encuentro Panamericano de las organizaciones y Movimientos de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores (Molacnats), cuyos miembros, a diferencia de la mayoría de la población en Latinoamérica, defienden el derecho al trabajo infantil. El evento contará con la participación de países como Argentina, Bolivia, Ecuador, Colombia, México, Perú, Paraguay y Venezuela.

Publicidad

La defensa del derecho de los niños a trabajar comenzó en 1976, cuando gracias a las condiciones sociales de Perú, se gestó un movimiento con la intención de defender a los NATS, o niños, niñas y adolescentes trabajadores. Lo primero que me aclara Stella Talero, una de las coordinadoras de la Fundación del Pequeño Trabajador, es que hay una gran diferencia entre las agrupaciones que defienden el derecho a trabajar de los niños y jóvenes, y lo que la gente cree normalmente: "nuestra postura no promueve el trabajo infantil per se, sino que mira críticamente las condiciones de los niños que están vinculados al mundo laboral y económico, aportando en la transformación de las condiciones adversas y fortaleciendo las iniciativas que los propios niños, individual o colectivamente, están planteando para que su trabajo se dé en condiciones de dignidad".

Y es que el mundo laboral infantil existe inevitablemente, a pesar de que en la calle nos hagamos los de la vista gorda a diario. Las últimas estimaciones que registró a finales del año pasado la Organización Internacional del Trabajo, OIT, afirman que en América Latina y el Caribe hay 12,5 millones de niños que trabajan, de los cuales la gran mayoría, 9,5 millones, realizan trabajos riesgosos. Por cifras como esta es que los Molacnats se crearon hace casi 40 años, para hacerle frente a una de las realidades de nuestro continente. Sin embargo, su discurso se terminó de cimentar hace tan solo 20, en el cuarto encuentro realizado por este movimiento en Santacruz, Bolivia, en 1995, un año donde cada organización latinoamericana evidenció un crecimiento y una madurez notables.

Publicidad

Los Molacnats no solo defendían las condiciones dignas de trabajo infantil sino que condenaban el artículo 182 de la OIT, donde se manifestaban las peores formas de trabajo: la explotación sexual comercial, los niños vinculados a conflictos, al tráfico de estupefacientes o a los que son vendidos como esclavos. "La OIT a la final nombra todo esto como trabajo, y esa es la distancia enorme que nosotros trazamos, que consideramos esto no como trabajo sino como explotación, y la explotación es delito. Esta no reconoce al sujeto, lo degrada y no contribuye a la formación integral de este, que sería lo ideal de cualquier trabajo".

Sin embargo, 20 años después, Stella me explica que el discurso se ha ampliado a lo largo y a lo ancho: "ya dentro del movimiento se hace un análisis crítico sobre tomar distancia frente a la visión de que el trabajo infantil es un delito. No falta sino que pensemos en los niños y niñas que están trabajando hoy para que nos demos cuenta; por ejemplo los niños indígenas o los niños campesinos, donde el trabajo es un componente supremamente importante de su condición social".

Darse cuenta de la multiplicidad de realidades laborales que se pueden encontrar en nuestro continente no es difícil. Una multiplicidad que pasa por la producción agrícola, la venta ambulante y llega hasta la mendicidad y la prostitución infantil. ¿Cómo ajustar y cohesionar los objetivos para todos los niños en Latinoamérica? Para Stella, de hecho, las diferencias entre un país y otro representan más una ventaja que una dificultad: "esta diferencia de formas, de niveles y de escalas no impide la cohesión; de hecho ver la complejidad de cada país hace que el movimiento respalde y haga visibles las acciones entre los países más próximos geográficamente y se hagan intercambios locales y regionales. La diversidad, en lugar de dividir, nutre esta cohesión. Incluso la promoción se ha extendido a los derechos de las infancias, no solo a los del trabajo, porque todas las acciones que puedan favorecer nuestro objetivo principal están bienvenidas".

Publicidad

Una de las delegadas en el primer día del encuentro. Foto vía.

Así es que los Molacnats se han extendido no solo a abogar por los derechos laborales de los niños, sino por todos los derechos de las infancias, porque es muy difícil desligar el uno del otro. Algo que los Molacnats tienen más que claro es que la infancia no es una sola. Esta se puede comprender por género, región, raza, credo, cultura, etc. Ninguna infancia es parecida. "Estamos en una sociedad donde las infancias son objeto de discursos, sin tener en cuenta la opinión de los niños. Lo que hacemos acá es ver la infancia no desde una mirada biológica sino sociológica, reconociendo a los niños como un grupo social que también tiene voz".

Y una voz fuerte. Los niños que trabajan y que reclaman su derecho al trabajo, son de por sí la representación de esto. Niños que, a pesar de realizar la actividad básica de cada adulto, no dejan de ser niños, ni de estudiar, jugar y tener amigos, como me explica Stella. "Existe la consigna alrededor del mundo de que los niños son el futuro del país. Pero para los niños que trabajan esto significa una doble moral, porque ellos ya son el futuro y están construyendo su presente, pero no los dejan. Si estamos viendo a los niños como sujetos que contribuyen al desarrollo de las sociedades, ¿por qué seguimos postergando su participación?".

En este IX encuentro, dos historias individuales representarán a Colombia en Paraguay. Santiago y Ricardo son dos niños de 14 años que han tenido diversos trabajos desde hace un tiempo: vendedores en plazas de mercado de Bogotá, venta ambulante de dulces y, en el caso de Santiago, una reciente vinculación a La Huerta, una experiencia diseñada por la organización de Stella, donde los niños cultivan sus propios productos, los venden y, de paso, abastecen a sus familias. Sin embargo, el tiempo trabajado no les ha quitado la niñez; ambos siguen cursando sus grados en el colegio, salen a jugar con sus amigos o se ven con sus novias. "El perfil generalmente es de muchachos muy destacados. En las organizaciones ayudamos a potenciar eso, pero a la final todo viene de ellos; chicos que se destacan en sus labores y que aparte de esto son soportes de la economía familiar".

Santiago y Ricardo son solo dos de los 300 niños que hacen parte de la Organización de Niños y Niñas Trabajadores, y de los 5.000 niños que han pasado por la organización desde su creación hace 28 años. Hasta 2013, 1'091.153 eran los niños trabajando en Colombia. Si hacemos regla de tres, esto quiere decir que de esta cifra, tan solo el 0.027% de los niños están defendiendo su derecho al trabajo en este momento. La mayoría de estos niños llegan a las organizaciones por el voz a voz que, en la opinión de Stella, es lo que le ha funcionado mejor no solo a su organización, sino a Creciendo Unidos, el otro grupo dedicado a esto en el país, fundado hace ya casi 30 años: "es el mismo testimonio de los niños que han vivido esto y le cuentan a otros su experiencia. Esto vale muchísimo más que cualquier tipo de publicidad, donde se invierte una cantidad de recursos humanos y de recursos materiales. Es algo súper claro".

Durante esta semana los dos niños estarán, junto a los delegados del resto de países asistentes, en un encuentro seccionado en dos partes. Primero asistirán a un foro nombrado "Infancia y trabajo", que contará con la asistencia de Alejandro Cussianovich, sacerdote peruano y doctor honoris causa en el tema de juventudes trabajadoras, del cual da clases en la Universidad Externado de Colombia. Sin embargo, la segunda parte es donde se van a tomar decisiones de fondo: "el tema del papel del acompañante o del adulto en el movimiento de niños y niñas trabajadores, y qué está pasando en perspectiva de género; cuál es la realidad particular de las niñas que están en desventaja y de qué manera lo están, en términos de la mejora de las condiciones de su trabajo, porque si los niños varones tienen ya bastante dificultad, es bueno ver qué está pasando con las niñas".

Stella, Santiago, Ricardo y otros delegados del movimiento en Colombia ya se encuentran en Asunción, en este IX encuentro que terminará el siete de marzo y que espera ejecutar adelantos, con los niños como protagonistas, sobre una realidad que la población latinoamericana ve a diario y, en vez de considerar, rechaza abruptamente.

A Nathalia le gusta ver siempre la otra óptica. Síguela en Twitter.