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¿Qué tan legal es montar una pastelería cannábica en Bogotá?

Un pastelero local expuso sus productos cannábicos en una feria patrocinada por la Cámara de Comercio de Bogotá.

La semana pasada, un clasificado inusual apareció en mi página de inicio de Facebook: Donatien Gateau, una pastelería cannábica, anunciaba la venta de sus productos en el barrio Galerías de Bogotá. No era un post instando a agendar una cita a través de un perfil falso en una estación de Transmilenio para hacer la transacción de forma clandestina, como suelen ser las cosas en el mundo de la venta y el consumo de drogas, sino una cordial invitación hecha desde una fanpage real, con nombre, foto y dirección para comprar productos cannábicos a tres cuadras del CAI del sector.

¿Me había teletransportado durante mi siesta de almuerzo desde Bogotá a Ámsterdam? ¿Había dormido tanto que, de repente, no solo era legal la marihuana para usos medicinales en Colombia, sino también los recreativos? ¿Me había quedado dormido, simplemente, y estaba soñando?

Esa misma tarde de febrero llegué a la dirección indicada y me encontré con un grow shop, una tienda especializada en vender accesorios y parafernalia para fumar y cultivar marihuana que había destinado un espacio pequeño para una mesa en la que Donatien, el pastelero, ofreciera sus productos. Me presenté como periodista y le dije a Donatien ––un tipo joven, mestizo y de sonrisa impecable, con un sombrero alto de panadero y gafas de sol con plantas de marihuana en las esquinas de los lentes–– que quería hacer un artículo acerca de su pastelería. Donatien accedió y conversamos durante unos 15 minutos. Hablamos acerca de su oferta de productos, los cuales estaban preparados con mantequilla cannábica y contenían THC, el compuesto químico que produce los efectos recreativos de la marihuana, o sea la traba. Entre las cosas que vendía destaca el arecripy ––que es exactamente lo que su nombre indica––, su primera creación hecha en el año 2010. Después, en una conversación tranquila, Donatien me explicó que obtiene sus materias primas a través del autocultivo y el intercambio con otros autocultivadores. Luego le pregunté acerca de la legalidad de su negocio, la cual Donatien ya había consultado con su propio equipo de abogados y jamás había sido puesta en duda durante sus seis años de ejercicio como pastelero cannábico. Compré un brownie preparado con cogollos de marihuana (la parte de la planta donde se concentra el THC) por 7.000 pesos y volví a la redacción de VICE tras haber completado la transacción cannábica más tranquila de mi vida. Luego, ya finalizando el viernes, compartí la generosa porción de brownie con mi colega Cristian Cope. Para un consumidor frecuente del cannabis como yo, la mitad de este brownie produjo una traba más intensa, perezosa y duradera que varios porros consecutivos. Para un consumidor ocasional, como Cope, medio pastel fue un pasaje directo a la cama donde estuvo "levitando" hasta el mediodía siguiente. Me pregunté si Donatien le había encontrado el quiebre a las normas y, en efecto, derretir el cannabis en la grasa contenida en este pastelito era el secreto para legalizar el comercio de marihuana con fines recreativos en Colombia. También me pregunté si lo que hacía era legal. Le pedí a Donatien que me explicara cuál era el argumento legal que le permitía vender pastelería cannábica a dos cuadras de un CAI. Él me invitó a acercarme a su stand en Sugart, una feria de pastelería organizada por la Cámara de Comercio de Bogotá, para conversar con su abogado. Me quedé con la duda y le pregunté lo mismo a Jacques Simhon, un abogado experto en derecho penal. Él me bajó de la nube de inmediato. Simhon me explicó que nuestro país está vinculado al Convenio de las Naciones Unidas sobre Sustancias Sicotrópicas, un documento que extiende la prohibición para comercializar marihuana a todos los productos derivados de la planta que contengan THC, como el brownie de Donatien. Simhon, sin embargo, me aclaró que la convención permite la producción y comercialización de derivados de la marihuana que no contengan ese principio activo, como la fibra de cáñamo o alimentos y pomadas elaboradas a partir de las hojas o el tallo de la planta, partes que contienen cantidades despreciables de THC. Prueba del concepto del abogado es la captura, en agosto del año pasado, de dos estudiantes de un colegio de Bucaramanga que vendían brownies con cripy al interior de la institución y luego fueron imputadas por los delitos de fabricación, porte y tráfico de estupefacientes para luego ser liberadas por un juez de garantías ––por no constituir un peligro para la sociedad–– y seguir siendo investigados en libertad. ¿Podría esto sucederle al pastelero de las gafas de marihuana y la sonrisa impecable? ¿Estaba yo exponiéndolo si escribía un artículo acerca de su pastelería? ¿O era él mismo quien se estaba boleteando a través de Facebook? En la Feria, a la que asistí al siguiente día, estaba el logo de Donatien en el lobby del hotel Sheraton: al lado del de Manuelita, Kitchen Art y Amor Perfecto. En el stand de Donatien me encontré a Salomón Bustamente, el tipo que hace las notas para el programa de Jota Mario, probando el Arecripy. Donato la estaba legalizando de frente. Más o menos. Según la argumentación del abogado de Donatien, quien prefiere ser citado en medios como #CorresponsalPsiconauta, la pastelería que lleva ese mismo nombre maneja dos líneas: una de pasteles con sabor, aroma y cuerpo de marihuana, pero elaborados a partir de hojas de marihuana, que, dice, no contienen cantidades considerables de THC, y la otra, una línea elaborada a partir de los cogollos de marihuana: esos productos sí contienen el principio activo y, por lo tanto, se preparan por pedido. Además, dice el abogado, su comercialización está restringida a un grupo selecto de pacientes y médicos. Le pregunté dónde trazaban la línea entre lo medicinal y lo recreativo. Al fin y al cabo, yo había comprado uno de los productos con THC solo un par de día antes sin necesidad de decir que estaba enfermo. El abogado me explicó que justamente ese día se estaba lanzando la página web de Donatien, en la cual los usuarios médicos de sus productos deben llenar un formulario antes de entrar a lista de clientes de la línea psicoactiva de productos de Donatien. En cuanto a mi compra, el #CorresponsalPsiconauta me explicó que las presentaciones de Donatien en grow shops no son encuentros comerciales sino talleres informativos para un público especializado y mayor de edad. Talleres que tienen el objetivo de suplir el vacío jurídico que existe en Colombia en torno al uso recreativo de la marihuana:"aquí usted puede portar su dosis personal pero solo si aparece mágicamente en su bolsillo", me dijo el #CorresponsalPsiconauta en una conversación que tuvimos unos días después del evento. En ese orden de ideas, para el abogado, los siete mil pesos que le di a Donatien esa tarde a cambio de un pastel cannábico, no son una transacción, sino una donación en señal de apoyo a Donatien, su activismo y sus talleres. Puede ser. El #CorresponsalPsiconauta agregó que la actividad de Donatien es perfectamente legal ya que, a diferencia de lo que sucedió con en el caso de los capturados en Bucaramanga, obtiene sus materias primas de fuentes complemente legales, ya sea el autocultivo o una alianza con un proyecto productivo de la comunidad indígena Nasa en Caloto, Cauca. La ley es flexible a las interpretaciones. Escríbanle a Sebastián por Facebook para proponerle historias largas, intensas o perezosas.