Se descubrió un nuevo sistema solar donde podría haber vida

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Se descubrió un nuevo sistema solar donde podría haber vida

Fue nombrado TRAPPIST-1 y es nuestra última esperanza de encontrar vida fuera de nuestro planeta.

Según una nueva investigación publicada en la revista Nature, una pequeña estrella, ubicada a sólo 39 años luz de distancia, alberga a siete planetas del tamaño de la tierra. Al menos seis de ellos parecen ser rocosos y templados. Algunos podrían tener agua en la superficie y, por extensión, los ingredientes necesarios para la vida.

"Esta es la primera vez que se encuentran tantos planetas de este tipo alrededor de una misma estrella", dijo el autor principal del estudio Michaël Gillon, astrónomo de la Université de Liège, quien habló con reporteros el pasado martes, antes del anuncio al público. En términos de "encontrar vida en otros planetas, este sistema [solar] parece ser nuestra mejor opción", dijo el coautor Brice-Oliver Demory, de la Universidad de Berna, en un comunicado que acompañaba la noticia.

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Una infografía que muestra cómo pueden aparecer los siete planetas en TRAPPIST-1, junto a algunos planetas de nuestro sistema solar. Imagen: NASA.

El sistema solar recién descubierto tiene algunas diferencias radicales con respecto al nuestro. Su sol, TRAPPIST-1, es lo que llamamos una "enana roja de tipo avanzado". Tiene aproximadamente el 8% de la masa de nuestro sol, y 11% de su radio. Los siete planetas orbitan muy cerca a la estrella: todos se encuentras en una distancia similar a la de Mercurio con respecto al sol.

La mayoría tiene un acoplamiento de marea, lo que significa que una cara del planeta siempre mira a la estrella, mientras que la otra está en una noche perpetua (los investigadores comparan esto a los satélites galileanos que también permanecen acoplados a su planeta).

Cuando los científicos buscan identificar la habitabilidad potencial de un exoplaneta (cualquier planeta que no esté en nuestro sistema solar), revisan algunas características, que incluyen la energía que produce su sol, y su distancia orbital. Esto le ayuda a determinar a los científicos si la temperatura de la superficie se mantiene entre 0 y 100 grados centígrados, para que el agua —en estado líquido— pueda existir.

Una ilustración del sistema TRAPPIST-1. Imagen: NASA

Según Gillon, este sistema solar parece tener candidatos muy prometedores. A pesar de que los planetas se encuentran muy cerca a su estrella, TRAPPIST-1 es "tan pequeña y fría [que los planetas] se mantienen templados, lo que significa que podrían tener agua en su superficie", dijo.

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Las medidas de masa de los planetas, aunque preliminares, indican que estos probablemente son rocosos; otra señal prometedora de habitabilidad (ninguna forma de vida conocida podría sobrevivir a un gigante de gas como Jupiter). También determinaron que la estrella no es muy activa, y que las erupciones solares son poco comunes; un factor más que indica que estos planetas podrían ser aptos para la vida.

Como el sistema solar se encuentra relativamente cerca a la Tierra, los científicos han podido especular acerca de las atmósferas de los planetas. Una investigación más profunda les dará más pistas sobre la habitabilidad. Los planetas son ideales para observación futura, afirman los científicos. Y ya que la estrella emite la mayoría de su energía en forma de luz infrarroja, el Telescopio espacial James Webb —que hace sus observaciones en un espectro infrarrojo— será perfecto para estudiar los detalles de estos nuevos planetas cuando se inaugure en 2018.

La impresión de un artista de la vista desde el planeta en el sistema TRAPPIST-1. Imagen: ESO/M. Kornmesser/spaceengine.org

Los científicos tienen la esperanza de que las misiones futuras (incluyendo el JWST) puedan ser capaces de detectar ozono en cualquiera de las atmósferas, lo cual podría ser un indicador de actividad biológica.

La estrella TRAPPIST-1 fue nombrada por el proyecto del telescopio robótico que fue usado para descubrirlo. TRAPPIST usa fotometría de tránsito para detectar planetas en otros sistemas solares. Eso significa que TRAPPIST analiza la caída de la luz de la estrella anfitriona cuando un planeta se balancea delante de ella.

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Una animación de planetas orbitando el TRAPPIST-1. Video: ESO/L. Calçada/spaceengine.org

Controlado remotamente por un equipo en Bélgica, la primera etapa del sistema telescópico fue construido en las montañas de Chile en el Observatorio La Silla. Ahora, con el nuevo hardware añadido en Marruecos, su rango de observación ha sido ampliado. "Tenemos acceso a todo el cielo, tanto el norte como el sur, para mirar estos planetas", dice Emmanuël Jehin, co-autor del estudio.

Los descubrimientos del equipo de TRAPPIST fueron apoyados por el European Southern Observatory's Very Large Telescope, y los observatorios en Islas Canarias y Sudáfrica.

El sistema solar TRAPPIST-1 también estuvo en los titulares de prensa el año pasado con el anuncio de tres exoplanetas en órbita. Luego de una mayor observación, fue detectado un particular tránsito triple, lo cual sugería que había más mundos por descubrir aparte de esos tres.

Nuestro sol comparado con el TRAPPIST-1, el cual es más pequeño y rojizo. Imagen: ESO

En un futuro predecible, será imposible visitar esos países (aunque el sistema sería un objetivo interesante para el Proyecto Starshot, una iniciativa para el viaje interestelar). Si la humanidad logra llegar tan lejos, según el co-autor Amaury Triaud, los viajeros espaciales verían un cielo iluminado por un sol carmesí de color "salmón".

"El espectáculo sería maravilloso porque cada tanto podrías ver un planeta el doble de grande que la luna, dependiendo en qué planeta estés y qué planeta estés mirando", dice Triaud.

Quizá algún día lo logremos.

Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard, nuestra plataforma de tecnología.