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Las orgías son una pesadilla logística

Yo lo sugerí y todos aceptaron. ¿Entonces qué fue lo que salió mal?
Ilustración vía Wikimedia Commons.

Este artículo se publicó originalmente en VICE.

Para ciertos tipos de hombre jóven, la palabra orgía casi siempre tiene un efecto hipnótico. La sola mención de una orgía crea toda una ola de emoción y expectativas que mandan todo el sentido común por la ventana. Por supuesto que esta emoción generalmente es síntoma de la inexperiencia. A mis veinte años, cuando intenté tener mi primera y única orgía, no tenía idea de lo que estaba haciendo.

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Éramos cinco: dos tipos (hermanos), dos chicas y yo. Intentamos tener nuestra pequeña orgía en un motel familiar en mi pueblo natal, un lugar en el norte postindustrial de Inglaterra. Empezamos con esperanzas de tener un rato loco y orgásmico, pero mi experiencia terminó siendo horrible. Con todos los años que han pasado, el solo recuerdo de esa noche aún me da tanta pena que me dan ganas de ponerme una bolsa de papel en la cabeza e irme a un rincón cada vez que pienso en el tema.

Para saber qué fue lo que hice mal aquella miserable noche, localicé a Miss Scorpio (cuyo nombre real es Larisa Fuchs), una anfitriona de fiestas sexuales que vive en Nueva York y tiene muchísima experiencia en hacer que varias personas se restrieguen los genitales entre sí. Le conté mi triste historia de sexo grupal y me dio algunos consejos que compartiré con ustedes, mis pequeños fiesteros sexuales en potencia.

Ten expectativas realistas

Según Miss Scorpio, las desacertadas fantasías de los hombres jóvenes sobre una "orgía perfecta tipo porno" pueden distraer de la experiencia en sí, pues los hace olvidar que el sexo grupal es un encuentro compartido. "Olvidan que los demás involucrados son personas reales con sentimientos reales y con sus propias expectativas".

Éste definitivamente fue un error que hice la noche que intenté tener una orgía. A pesar de que antes de esa noche ya conocía la humillación sexual (me habían dejado dos veces debido a mi eterno calvario de la eyaculación prematura), tenía expectativas demasiado altas sobre lo que debería ser una orgía. Me imaginé algo como un video de Woodstock donde todos bailan desnudos y hacen cosas en el lodo: algo sucio, increíble y muy, muy excitante.

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Ésta es una ridícula forma de pensar no sólo porque algo "sucio", "increíble" y "muy, muy excitante" sea algo imposible en el segundo piso de un motelito familiar. Más que nada, esos supuestos olvidan la verdad más simple de que si quieres saber qué tan buena será una orgía en la que participes, debes saber cómo eres en el sexo normal, ya que es poco probable que sea muy diferente. En otras palabras, si en los confines de tu propio cuarto estás teniendo problemas para echarle queso al taco, no es como que de la nada te volverás un dios del sexo.

Planifica

Todos quisiéramos que la vida fuera como la trama de un clásico del porno: de casualidad un par de chicas sabrosonas llegan a tu apartamento y después de algunos pésimos diálogos, en los que alguien observa cuánto calor hace, todos se desnudan y empiezan a tirar. Sin embargo, Miss Scorpio dice que planear aventuras sexuales por adelantado permite que haya oportunidad de discutir los límites y el consentimiento, "que es algo que te dará mucha más confianza durante el evento". Aunque a mi romántico corazón le duela admitirlo, seguramente tiene razón. Parecería que las mejores orgías en el mundo sólo ocurren en aquellos clubes sexuales burgueses donde los participantes deben ser aprobados y a todos se les enseña cómo hacer que la experiencia sea lo mejor posible. Aunque hay algo medio jodido en hacer del sexo algo tan formal, al menos esto admite la realidad de que follar es mucho más una destreza de lo que nos gustaría admitir. Simplemente no puedes lanzarte como el Borras.

La naturaleza improvisada de mi intento de orgía definitivamente fue uno de los elementos que contribuyeron a su ruina. Todo empezó en un bar en mi pueblo natal llamado Cross Keys donde algunas noches hay fiestas en el piso de arriba. La noche del martes era "Noche de solteros", o lo que mi mamá llama "Noche de cómete a una abuelita", ya que el lugar tiene fama de albergar a muchas divorciadas mayores. Esto era cierto. Mi hermano mayor, por ejemplo, una vez se besó con una mujer que le doblaba la edad y que le dijo que tenía un hijo un año mayor que él.

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Sin embargo, la mayoría de los asistentes de veintitantos, como yo, eran aburridos. En ese momento acababa de regresar de un viaje y tenía una especie de actitud de chico salvaje. Fue por eso que hice tal sugerencia. Estábamos afuera a la hora del cierre cuando lo dije.

Dave, el mayor de los hermanos (fui con ambos a la escuela), me preguntó qué haríamos. Esta era una pregunta que no nos llevaría a ningún lado, ya que en mi pueblito no hay nada que hacer un martes a la 1 a.m. más que irnos a casa. Las chicas, una rubia y una morena, miraron a su alrededor sin saber qué hacer. En broma dije: "¡Hagamos una orgía!"

Juro que era una broma, pero cuando lo dije ocurrió algo extraño. Entre asentimientos con la cabeza y murmullos se notó que lo tomaron en serio. Entonces ya estaba.

Foto por el usuario de Flickr Abhishek Singh Bailoo.

Elige bien el lugar

Miss Escorpión me dijo que un buen lugar debería exudar cierto aire de lujo. Pero a menos que el lujo huela a limpia pisos, definitivamente escogimos el lugar incorrecto.

Fue Dave quien sugirió que fuéramos al motelito. Yo ni siquiera sabía que mi pueblo tenía un motel. Recordé que había un hotel viejo en la avenida principal que había estado allí desde siempre, pero un motel sonaba más dinámico. Le dije a Dave que no podía creerlo.

—Sí, está en la parte industrial justo antes de llegar al puente—dijo.

Sé lo que estás pensando. Cualquiera que escuchara esas palabras,"la parte industrial" y "justo antes de llegar al puente" mientras va a una orgía, de inmediato debería reconsiderar sus planes. Sin embargo, mi mente estaba extasiada por la increíble oportunidad que la vida me estaba dando y sólo había una palabra que llegaba a mi cabeza: ¡Or-gí-a! ¡Or-gí-a! ¡Or-gí-a!

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Los moteles familiares no son malos lugares si estás de paso por negocios, pero son el peor lugar del mundo para intentar ponerte en contacto con tu dios sexual interno.

El motel al que fuimos estaba recién construido y en la calle principal a las afueras del pueblo y por fuera se veía como una de esas casas para viejitos. Los pasillos olían a productos de limpieza y tenían una iluminación agresiva. El cuarto era minúsculo con una cama matrimonial, un baño y muebles de madera falsa. No se podía fumar y no tenía minibar. Lo peor era que no podías mover nada: las lámparas del lado de la cama estaban pegadas a la pared y las ventanas no se abrían. Era como si estuviera diseñado para prevenir cualquier tipo de diversión espontánea.

Una orgía es tan buena como su líder

Supongo que el sexo en grupo no es tan diferente a cualquier otro evento grupal en cuanto a que alguien debe hacer que las cosas ocurran. Miss Scorpio llama a este papel "el hada juguetona". Desafortunadamente, nuestra hada juguetona era Dave. Dave y Colin eran hijos de un ejecutivo de un club deportivo. A nivel local el papá era muy famoso y a veces aparecía en la televisión regional. No era un hombre particularmente carismático y sus hijos tampoco. Ambos habían heredado sus moribundos rasgos y aburrida voz. Cuando te encontrabas a los tres bebiendo en el pueblo, jurarías que alguien había muerto.

En la escuela David era penoso y a veces sentía empatía por él, ya que mi autoestima no era la mejor. Pero cuando la escuela terminó, David se fue a otro país. Aunque este viaje lo hizo salirse del caparazón, casi daban ganas de que se volviera a meter. Había agarrado mala pinta. Pero no mala pinta sexy como la de Mick Jagger. Más bien mala pinta tosca y perturbadora como de Dominique Strauss-Kahn. (Ahora que lo pienso, tanto Dave como yo somos pésimos anuncios andantes sobre los beneficios de viajar).

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Cuando llegamos al motel, Dave nos dijo que esperáramos y fue a pedir un cuarto. Para no llamar la atención, dijo que fuéramos en pares cada ciertos minutos. Esta precaución resultó innecesaria, ya que no había nadie en la recepción.

Una vez que llegamos al deprimente cuarto, caminamos en círculos como cuando estás esperando a que empiece una junta. Luego a Dave se le ocurrió que nos metiéramos a la cama y jugáramos verdad o reto. Este fue el principio de mi fin.

Foto vía el usuario de Flickr Marcus Hansson.

Elige bien a los integrantes

De acuerdo con Miss Scorpio, tu primera orgía debería ser con gente que conozcas. Esto evita que haya malentendidos y ayuda a que todos se sientan mejor. "La comodidad lo es todo", dijo. "Puedes empezar a hacerlo con extraños después de que hayas tenido algunas experiencias exitosas y descubras lo que te gusta a ti y a otros".

Ciertamente no tenía esto en mente cuando me metí a la cama y me quité toda la ropa sin que me lo pidieran. Ahora que lo pienso, esto fue una mala táctica que no hizo nada para ayudar a que las chicas que acababa de conocer se sintieran más "cómodas" o "sin presiones". Además, no hay nada que anuncie más a un "eyaculador prematuro" como un hombre que se quita la ropa cuando todos siguen vestidos. Más bien eso habla de alguien que tiene demasiada prisa para acabar con todo. Tal vez si las chicas me hubieran conocido mejor habrían visto este striptease exprés con más empatía y no como la extraña sobrecorrección que seguramente era.

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No pasó mucho tiempo desde que me desvestí hasta que la rubia eligió reto. Dave me señaló y, con el inexpresivo tono que usarías para pedirle a alguien que saque la basura, dijo: "Hazle la paja".

La chica se retorció y me vio como evitándome. "No, no quiero".

Como si fuera mi aliado, Dave insistió: "Ándale. ¡Jálasela!"

Me imagino que en este punto mi interno yo se cubría la cabeza con las manos frente al horror que representaba todo. Pero traté de poner cara de valiente. "Está bien. No tiene que hacerlo".

De repente Colin se paró y se fue al baño. A medio camino volteó hacia la morena y le pidió que lo acompañara. La chica se paró y cruzó el cuarto con mirada de indiferencia y aburrimiento. Ambos desaparecieron. En ese momento fue claro que a ella le gustó Colin desde el principio. Pero lo que no era tan claro era el porqué del casi silencio que emanaba del baño. O estaban teniendo el sexo más silencioso del mundo o estaban rezando por nuestras almas.

En su ausencia, las negociaciones sobre la paja continuaron. La rubia aceptó hacerle una a Dave en lugar de a mí, pero Dave, determinado a abogar por sus amigos, no estaba dispuesto a aceptarla.

—¿Por qué no quieres hacerle una paja?—se quejó.

La chica dudó. Se dirigió hacia mí. "No es nada personal", dijo, y estoy seguro de que decía la verdad. Después de todo, ¿quién en su sano juicio querría hacerle una paja a un completo extraño en un motel? Pero en ese momento se sintió muy, muy personal.

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Pase lo que pase, sobrevivirás

Esto es más o menos el final de la historia, aunque no puedo dejar una imagen mía tan mala. Lo único que debo añadir sobre esa noche es que en algún punto las chicas se fueron. A la mañana siguiente desperté desnudo en la cama con los hermanos un poco paranoicos, ya que no estaban seguros de lo que alguno podría haberme hecho mientras dormía. Salí del motel y tomé el bus a casa. Desde ese entonces no he vuelto a intentar hacer una orgía.

La verdadera intimidad es algo que muy pocas personas experimentan en la vida. Y aunque ansiamos tenerla, también estamos bien asustados de tenerla. Lo que hizo mi experiencia algo tan terrible fue esto: es difícil encontrar intimidad en grupo porque es difícil superar esa sensación de estar expuesto. La triste realidad de muchos encuentros grupales es este desalentador fenómeno en el que la acumulación de almas y mentes paradójicamente tiene un efecto inverso en la inteligencia y moral de las personas.

Sin embargo, Miss Scorpio dice que no debe ser así. Durante los últimos cinco años ha organizado fiesta sexuales de lujo en su local de Manhattan, House of Scorpio. Mientras sigas sus tres reglas de oro: saber los límites, respetar el consentimiento y prestar mucha atención al placer del otro, no hay razón para que el sexo grupal sea menos íntimo que el sexo regular.

Y quizá tenga razón. Tal vez puedas usar mi historia como una antiguía y pensar en mí como ese tipo con el que ibas a la escuela y se paralizaba en clase de deportes. Tal vez no sea muy bonito pensar en lo que le pasó a ese tipo, pero al menos tú ya sabes cómo darle la vuelta o, en este caso, cómo follar e intercambiar fluidos corporales con un grupo de adultos que dan su consentimiento.

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