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vino espumoso

Un homenaje a Cariñoso y su stand en Expovinos

Como siempre, en Expovinos, Cariñoso se codeó con mejores vinos del mundo. Y sí, fue protagonista.
Fotos por: Pablo David G. | VICE Colombia

Ay, el Cariñoso de manzana… ¿Quién no tuvo la oportunidad de rascarse con él? ¿Tal vez, incluso, la primera rasca? La persona que me diga que no fue víctima del guayabo infernal de haber tomado esto en un parque no es colombiano.

Mi primera experiencia con este néctar delicioso se remonta a mis 15 años, cuando un amigo, al cual llamábamos "Cerdi", me llevó a caminar mientras charlábamos de familia, de amigos y de machuques con un par de botellas en mano: uno con cada una. A esa edad, cuando todavía no se solía comprar más de un litro de aguardiente en una fiesta, tomar era un verdadero placer: un momento de la vida en el que la corta edad hacía todo más emocionante. Esa noche "Cerdi" me presentó el elixir dulce del vino de manzana de diez mil pesos.

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"Parece una gaseosa, pero mejor", le dije. Y empezamos a caminar. Sentí poco a poco cómo ese sabor afrutado, dulce, dulcísimo, sabor a manzana, pasaba por mi garganta y me hacía sentir diferente. Era sin duda una bebida traicionera pero deliciosa. La borrachera fue controlada, pero siempre efectiva. Desde ahí, El Cariñoso se convirtió en un acompañante para los viernes en los que todavía se podía tomar en las calles.

Lo más curioso hoy en día es que el Cariñoso sigue estando presente, más que todo porque es el vino por excelencia en las anchetas de Navidad, y porque es el primer acercamiento, junto con el Moscato, al vino en las reuniones de jóvenes. Esto fue también evidente al darme cuenta de que en Expovinos, la feria de vino más importante Colombia y la más grande en asistencia en Latinoamérica, tiene su stand de Cariñoso, desde su primera edición, hace 12 años, y podríamos decir que fue uno de los protagonistas de la Feria. Por eso decidí visitar el stand y hacerle un pequeño homenaje al acompañante de las primeras farritas de los colombianos.

El stand, decorado con luces de todos los colores, Katy Perry de fondo, vitrinas para los diferentes tipos de Cariñoso —variedades desconocidas hasta ese momento para mí— de las cuales sobresalen los vinos espumosos de durazno, lima-limón y el nuevo producto: Cariñoso Tinto de Verano, un vino tinto espumoso que se toma en un día soleado y con un par de hielos.

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Desde que llegamos, alrededor de dos horas después de la apertura de la feria, el lugar que colindaba con los mejores vinos del mundo, fue uno de los más transcurridos por jóvenes y viejos que se regodeaban con anécdotas que empezaban con frases como "Ush, esas borracheras que me pegué yo con Cariñoso" o "¿Se acuerda esa vez que nos tomamos tres botellas cada uno?".

Todas estas reacciones, que para cualquier colombiano son comunes, hablan de un producto que vende, según su gerente Francisco Martínez, 180 mil cajas de 12 botellas al año, es decir 2.160.000 botellas anuales. Me dijo también que es un vino pensado para jóvenes y para el vino Premium del estrato popular.

Un poquito de historia: Cariñoso llegó al mercado colombiano hace 39 años. "Desde que nació marcó un liderazgo muy fuerte. Desde su inicio arrancamos con unas producciones que competían con el vino cooler que venían de California (vino afrutado con gas con sensación ácida). Cariñoso entró a ese mercado y no pudo tener un auge muy fuerte, hasta 1982, cuando Belisario Betancourt cerró las puertas de las importaciones en el país. Y ahí Cariñoso se montó en una demanda importante, y logramos ser el Premium de los vinos tipo cooler en el país", afirma Martínez.


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En cuanto a su producción, al ser Colombia un país donde no se puede producir vino por su clima tropical —a menos de tener una tecnología cara y poco productiva—, Cariñoso se ha encargado de importar mostos concentrados de uva de Chile, fermentarlos con levaduras alrededor de un mes, clarificarlos naturalmente, para luego se endulzarlos con los sabores (maceraciones naturales) con las variedades actuales que manejan.

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Se posicionaron como el vino que más vende por su precio asequible al público de unos módicos 13 mil pesos actualmente, pero que en un inicio, o por lo menos cuando lo compré con mi amigo Cerdi, era aún más barato: costaba 10 mil pesos (lo mismo que está costando en la feria cada botella).

Ahora, con el Tinto de Verano, un vino que logró ser más dulce que el primero, su objetivo es seguir punteando la lista de vinos en Colombia y acercar cada vez más a cualquier quinceañero, como lo fui yo, al vino económico.

¡Que vivan las rascas baratas! ¡Que viva el guayabo insoportable! ¡Que viva Cariñoso!