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Música

¿Está el rock bogotano encarcelado por la nostalgia?

OPINIÓN | A propósito del éxito del regreso de Ultrágeno, reflexionamos sobre el estado de la escena rockera de la capital.
Foto: Pablo David G. | NOISEY Colombia

El 10 y 11 de agosto, Ultrágeno regresó después de diez años y las dos presentaciones fueron una locura. Primero, por toda la energía y fuerza que la banda presentó sobre la tarima y segundo por la reacción del público. La banda logró dos sold out, en total unas mil personas vieron a la banda. Lo cual, más allá de la emoción de la raza furia, nos deja varias reflexiones sobre la escena rockera bogotana.

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Una de las más reflexivas que se vieron en estos días por las redes sociales fue la de Fat Suggar Daddy del colectivo El Freaky, quien en su Facebook personal comentó: "Habla mucho de lo que pasa con el rock bogotano el hecho que una banda inactiva celebre sus 20 años y tenga dos Sold Out, y una banda actual no meta ni cien personas".

Esta es una realidad latente de la escena rockera local. Todas las semanas, decenas de grupos tocan por toda la ciudad y muchos lo hacen frente a solo un puñado de personas. Incluso, lamentablemente, es una imagen recurrente en festivales como Rock al Parque y Estéreo Picnic, donde las bandas locales muchas veces tocan frente a muy poco público.

Pero, ¿por qué sigue pasando esto?

Evidentemente, no es por falta de calidad, ya que, en general, la música colombiana está viviendo uno de sus mejores momentos. Eso se evidencia en que bandas como Bomba Estéreo, La Bambara Banda, Caribe Funk, Los Pirañas, La Pulpa entre otros, dan giras por América, Asia y Europa. Además, dentro de todas las escenas existen proyectos emergentes como Tumbas, Hermanos Menores, La Sonora Mazuren, The Kitch, que presentan una gama de sonidos originales y muy interesantes que demuestran una calidad musical y conceptual única.

Tal vez tenga que ver con que hace tiempo se viene hablando de que el rock en la ciudad está en bajada. Esta es una idea muy ligada a ese nefasto y corrosivo fantasma de la nostalgia que generalmente viene acompañado de la trágica frase que dice: "la cosas ya no son como antes". Esa idea de que las bandas ya no son las mismas de antaño probablemente es una de las cosas que más tiene demacrada a la escena, porque aísla cualquier proyecto que suena distinto a la vieja escuela.

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Obviamente, las bandas no son las de antes porque los tiempos no son los de antes. Sí, hay similitudes contextuales y sociales, pero evidentemente las cosas han cambiando. Si se consume música añorando los tiempos de gloria de Aterciopelados, La Derecha, Bloque de Búsqueda, Las 1280 Almas, automáticamente se está generando un sesgo que empaña todo lo nuevo.

El éxito del regreso de Ultrágeno está muy ligado a que es un banda de culto de la escena bogotana que logró crear un mensaje que permanece vigente. Hay un tema de nostalgia y respeto que envuelve a Ultrágeno debido a que durante varios años el grupo trabajó por desarrollar un sonido propio y una hinchada que se identificaba con su música.


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Actualmente, muchos grupos están en ese proceso de construir público, de abrir espacios y de ganarse un nombre. Los cambios generacionales crean nuevos públicos y nuevos procesos. A veces por estar enfrascados en el pasado nos olvidamos de disfrutar el presente.

Amos Piñeros, vocalista y violinista de Ultrágeno, opina que es probable que si muchos de los grupos contemporáneos dejen de tocar por un par de años, y luego anuncian un regreso, también llenarían un auditorio como el Lumiere.

Piñeros también dice que en los 90 no siempre tocaban con el venue lleno, pero sí sentía un interés generalizado de ir a conciertos porque no había mucho más que hacer y porque eran el único espacio para descubrir música nueva.

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Paradójicamente, la profesionalización de la escena y la cantidad de ofertas son razones para que los toques no se llenen. Se puede decir que ahora hay una sobresaturación de bandas, las cuales que cada fin de semana quieren tocar. Esto obliga al público a ir a uno u otro evento. Pero no es que no haya interés, solo que no se puede ir a todo.

Otro pensamiento que se escucha mucho es que Bogotá ya no se mueve al ritmo del rock. Por más que a los rockeros nos duela admitirlo es cierto. Actualmente el hip hop es una fuerza descomunal con cientos de adeptos que se mueven en todos los barrios de la ciudad. También por su lado, la tropicalia ha cogido mucho poder desde hace unos años y ha formado un circuito en el que bandas como Los Pirañas, Romperayo, La Sonora Mazuren, Cero 39 tienen mucha acogida y suelen llenar sus presentaciones.

Una de las principales características del rock y sus múltiples aristas siempre ha sido algo de nicho. En los 90 huba una explosión del rock en español, pero no fue tan grande y después de eso el rock regresó a su carácter subterráneo. Actualmente, hay una serie de subgéneros, cada uno con sus espacios y sus públicos, que chupan público. El problema real del rock es que los distintos parches están desunidos. Los pocos puntos en lo que medianamente coinciden son los conciertos de artista internacionales de renombre y los festivales. De resto, cada uno uno tira por su lado, por eso es raro ir a un concierto donde bandas de rock toquen junto a grupos de punk, o toques de metal en el que aparezcan bandas de hardcore.

Pero esto no significa que el rock está en caída, solo que está más disperso.

Un buen ejemplo de que esta música sigue viva y con mucha fuerza fue el Día del Rock celebrado el 12 de agosto. Un festival hecho con bandas colombianas que iban desde Don Teto hasta La Pestilencia y estuvo lleno. Este hecho indica que es muy prematura la idea de enterrar al rock bogotano.