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Esto es lo que pasa cuando te da una sobredosis

Aquí te explicamos el paso a paso.
Ilustración por Rena Medow

Este artículo se publicó originalmente en Tonic, nuestra plataforma dedicada a la salud.

A pesar del alarmante aumento de las sobredosis de opiáceos en Estados Unidos, a la mayoría de nosotros se nos dificultaría describir exactamente lo que sucede en el cuerpo cuando te da una. Aquí te explicamos paso a paso.

Aunque no hay una circunstancia que lleve al cuerpo al borde de estar drogado a una sobredosis, al parecer hay ciertas cosas que ponen a una persona en un riesgo mayor: el hecho de haber estado en desintoxicación y luego volver a las drogas, mezclar opioides con otros sedantes (como el alcohol o las benzodiazepinas), y en algunos casos, usarlos en dosis altas (gracias a la existencia de opioides superpotentes como el fentanilo y carfentanil, esto puede ocurrir sin que el usuario lo sepa).

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Una persona al borde de una sobredosis rara vez se da cuenta de lo que le está pasando, pero hay síntomas que son fáciles de reconocer y que pueden detectar otras personas, incluyendo somnolencia extrema, manos frías, pensamiento sin claridad, náuseas y/o vómitos y especialmente la respiración lenta (menos de diez respiraciones por minuto).


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En primer lugar, la droga se extiende por todo el cuerpo. Cuando consumes algún opioide, ya sea en pastilla o inyectado, la droga entra en el cuerpo y viaja a través de tus sinapsis, a través del corazón y hacia los pulmones, donde la sangre se lava con oxígeno antes de irse al corazón otra vez.

Con el próximo latido de tu corazón, tu sangre que ahora contiene opioides se esparce por el resto de tu cuerpo, y se conecta al sistema de receptores de opioides en todo el cuerpo.

Imágenes: Rena Medow

Cuando llega a tu cerebro, te sientes feliz. Una vez que las moléculas de opioides se transportan a través de la barrera hematoencefálica, entran en una sección del cerebro en el centro de tu circuito de recompensa llamado el núcleo accumbens, donde se produce la hormona de la felicidad llamada dopamina. Allí, el fármaco se clava en las neuronas GABAérgicas.


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Imagina que las neuronas GABA son como una presa que se asegura de que nuestra dopamina no rebose, lo que puede causar agitación y paranoia. Las moléculas de opioides abren esa presa y dejan que la dopamina se derrame en el torrente sanguíneo, creando una sensación de felicidad, mucho más allá de lo que nuestras células GABA normalmente nos permitirían experimentar.

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Pronto, el efecto se estabiliza, e incluso antes de que el rush termine, puedes empezar a quedarte dormido mientras que tu cabeza entra en el juego de estar despierto y dormido.

Imágenes: Rena Medow

Tu respiración comienza a disminuir. El opioide trabaja en los sistemas que controlan tanto el sueño como la respiración: en la base de tu cerebro se encuentra un centro de control respiratorio que impulsa tu respiración, y reacciona de acuerdo al nivel de dióxido de carbono y oxígeno en la sangre para estimularte a respirar. Durante una sobredosis, la respiración lenta que se produce cuando ingieres opioides de cualquier tipo se vuelve peligrosamente lenta, y puede provocar que dejes de respirar por completo.

Luego tu corazón. Tu ritmo cardíaco disminuye a medida que el opioide suprime las señales neurológicas. El nivel de oxígeno baja lo suficiente como para que el corazón comience a tener ritmos anormales; el corazón no late correctamente. En este punto algunos pacientes con sobredosis sufren de un paro cardiaco repentino.

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