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Cómo las redes sociales pueden debilitar una revolución

El éxito de las protestas de esta década será cada vez menos definido por las victorias políticas inmediatas y más por el optimismo reservado. Sin embargo, los medios sociales que les permiten crecer a dichas protestas, no les dan la herramientas para...

Hace una semana se cumplió el cuarto aniversario del popular levantamiento en Egipto, una de las demostraciones donde los protestantes propagaron sus mensajes a través de las redes sociales. Aún hoy, los titulares desde Cairo hablan de un renaciente régimen violento, todavía suenan ecos de las protestas silenciadas con balas. ¿Qué pasó con la Primavera Árabe, que tanto impresionó a los expertos de Occidente por su conocimiento de las redes sociales?

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Zeynep Tufekci, profesor asistente de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, recientemente publicó un ensayo que habla sobre las debilidades de los movimientos avivados a través de las redes sociales, incluyendo los que ocurrieron en Egipto, Turquía y Occupy Wall Street. Si bien la tecnología digital ofrece mayor habilidad para aprovechar la imaginación del público, evade la censura y moviliza a las masas, Tufekci argumenta que estas mismas ventajas evitan el largo y difícil proceso de crear una organización política. Lo que enciende estos movimientos digitales en el comienzo, los quebranta al final.

"La coordinación a bajo costo, cosa que la gente cree que le dará poder al movimiento, paradójicamente es lo que les quita poder a largo plazo", me dijo Tufekci en una entrevista. "Los medios sociales les permiten crecer, pero sin estar listos para lo que viene después, presionando para que salgan a la luz sin tener infraestructura".

"Los medios sociales les permiten crecer, pero sin estar listos para lo que viene después"

Tufekci me habló sobre los extensos e interconectados grupos sociales que llevaron a cabo el boicot a los buses de Montgomery en 1955 y 1956 ( Sabotaje de la población afroamericana al sistema público segregado de Alabama) . Comparado con las marchas globales del movimiento Occupy, las protestas en el parque Gezi en Turquía o las demostraciones en la plaza Tahrir, lo ocurrido en Montgomery representa una campaña con enfoque y basada en la resistencia. En la ausencia de DMs (o mensajes directos), los organizadores comunales entrelazaron la ciudad. Este meticuloso compromiso basado en jerarquía y confianza fortaleció el boicot y ayudó al grupo a hacer frente a la dura respuesta de las autoridades.

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Michael Hanna, un miembro de la fundación Century dedicada a estudiar la política exterior de Estados Unidos, concuerda. "La organización, el trabajo de los partidos políticos, el escrutinio, el reclutar candidatos, todo esto pasó de forma increíblemente localizada", me dijo Hanna. "Los medios sociales no están mal, pero tampoco pueden ocupar este lugar. Construir una institución toma paciencia y años".

Siguiendo las esenciales y persuasivas ideas de Evgeny Morozov en su libro El Engaño de la red (el equivalente a un fin de semana completo de recibir los Snapchats de tu amigo Eddie Snowden), Tufekci ilustra cómo los gobiernos están subvirtiendo las herramientas de comunicación con abierta represión y astucia, haciendo realidad todos los ensayos de escuela secundaria que yuxtaponen la visión del futuro de Orwell y Huxley.

"Los gobiernos no pueden censurar todo", dice Tufekci. "El modelo chino que las personas conocen y donde todo está siendo censurado, incluso en China es muy difícil de lograr. Pero sí pueden controlar los medios masivos. Y pueden lograr que las personas quieran obtener información, o creer en esa información, o motivar a las personas a luchar contra la información que no les gusta. Es un modelo muy diferente a lo ocurrido en el Egipto de la prerevolución, digamos".

Las nuevas formas de comunicación inspiran no solo nuevas formas de censura, también de propaganda y de espionaje. "Los gobiernos han estado muy interesados en tecnologías sofisticadas de vigilancia", dice Hanna. "Partidarios de los regímenes, reaccionarios e islamistas, todos los grupos de personas políticamente comprometidas están usando las redes sociales. Esta no es la visión idealista de las redes sociales como una herramienta progresiva de movilización masiva. Hay un montón de competencia y facciones en conflicto que están utilizando estos foros".

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También le pregunté a Tufekci y Hanna cómo están usando las redes sociales algunos actores fuera de los Estados Unidos. "ISIS es un gran ejemplo", dice Tufekci, a medida que explica la campaña que disipó a la policía local y llevó a la captura de Mosul a mediados de 2014. "Olvida lo que vemos, como las decapitaciones que están orientadas a nosotros. Estos actos son capaces de hacerlos crecer y crear más miedo".

"Es una forma muy barata de hacer propaganda", dice Hanna. "Esta es una plataforma libre que puede ser una fuerza multiplicadora en términos de mostrar tu mensaje. Han utilizado esta herramienta como expertos. Y creo que la cobertura ha sido tan aduladora, asumiendo que actores como ISIS son unos genios de la estrategia y la táctica, que de alguna forma esto ha realzado su propaganda".

Contrario a la idea que los recientes movimientos de protesta han fallado y que la creación de conciencia y las demostraciones a través de las redes sociales son un camino sin salida, Tufekci señala cómo los gobiernos intentan controlar esto de manera agresiva. Ella ve gran poder y potencial en estas herramientas, incluso si las reformas políticas siguen siendo difíciles de alcanzar.

"Mi argumento no es que estos movimientos no tengan éxito", dice. "Incluso en Egipto, donde el autoritarismo está de vuelta en el poder, sigue siendo muy pronto. Occupy es muy pronto, Ferguson es muy pronto. Es una manera distinta de verlo y quisiera preguntar: ¿Cuál es la capacidad que se está construyendo?".

Desde este punto de vista, el éxito de las protestas de esta década será cada vez menos definido por las victorias políticas inmediatas y más por el optimismo reservado. El ciclo de auge y caída de la conciencia y la resignación puede que sea solo una fase en la vida de los movimientos sociales organizados en la red. O puede que sea su característica distintiva.