Lo que suena en La valija de Fuego

Foto de Elvis Acosta Osorio

A un par de cuadras de la oficina de Vice se encuentra uno de nuestros lugares favoritos en Bogotá. Un santuario de buenas letras, buena música y mejor café que durante el último año y medio estuvo atendido por Carolina Romero, una punkera buena onda que animó nuestras muchas tardes con unas playlists finísimas llenas de los sonidos nuevaoleros de chicos con raros peinados nuevos. A manera de despedida, pues Carolina se va a buscar rumbo a otras rumbas, la invitamos a inaugurar “Lo que suena en”, una nueva serie de NOISEY dedicada a celebrar los hits más representativos de diferentes lugares de culto en el país.

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Las relaciones entre rock y literatura han sido fructíferas y variadas. Canciones inspiradas en obras literarias o libros escritos bajo la influencia del rock, son una mezcla incestuosa que nació con los primeros pasos del género musical, y que se ha diseminado a través de sus infinitas vertientes.

Desde Bob Dylan, cuyo nombre ha sonado varias veces para el Premio Nobel; pasando por Iron Maiden, que a lo largo de su trayectoria ha explorado influencias de diversos autores británicos en sus letras; la literatura gótica, que ha inspirado innumerables canciones de Death Metal y otros géneros pesados; hasta cantantes de punk que escriben poesía, como Penny Rimbaud de Crass.

La lista es enorme y para todos los gustos, pero si bien es posible ahondar en el tema por iniciativa propia, pocas veces confluyen ambas de manera tan directa en un solo lugar. Bogotá cuenta con su propio caldo de cultivo en ese sentido, una librería bautizada como La Valija de Fuego. Para quienes no conocen el lugar, ubicado en la Cra 7 # 46 – 68, es posible encontrar libros nuevos y de segunda sobre literatura universal, fanzines, ciencia ficción, anarquismo y temas outsiders, a la par que se toma una pola o un café, y conoce los libros que el espacio mismo ha publicado.

Este es un playlist de la música característica que podrá escuchar en este lugar que poco a poco, y a fuerza de 8 años de trabajo, se ha convertido en un referente en Bogotá para la siempre explosiva combinación de rock, libros y cerveza.

Tal vez los que más exploraron la relación entre el rock, la música y otras artes fueron aquellos jóvenes creadores, artistas por academia o por vocación, que se dieron a la tarea de crear lo que conocemos como postpunk. Las potentes críticas a la humanidad escondidas tras las poéticas letras de Ian Curtis (Joy Divison); el alegato lírico contra el control absoluto en las fábricas de Gang of Four; Pere Ubu, nombrado así por el famoso personaje de Alfred Jarry; o el poema de Hugo Ball Gadji beri bimba, adaptado por Talking Heads, son algunas de las miles de referencias que hay de la literatura en este experimental género y cuyos representantes, conocidos y no tan conocidos, acompañan diariamente a los lectores del lugar.

David Bowie, el maestro camaleónico, encontró influencias y a su vez influenció al mundo de la Ciencia Ficción. Tras recuperarse del golpe de su pérdida, La Valija de Fuego organizó junto con el grupo de lectura Cienciaficcionarios un homenaje a Major Tom, Ziggy Stardust, Aladdin Sane, el hombre que vendió el mundo y el hombre que cayó a la tierra, el Rey de los Goblings e inclusive el Duque Blanco. Todos ellos inspirados en los viajes al espacio, las novelas distópicas, la vida en Marte, los alienígenas asexuados y los trajes estrafalarios.

Ambos igual de polémicos, pocas figuras del rock han logrado una relación tan fuerte con la literatura como la que tienen Oscar Wilde y Morrissey. Ya desde antes de cantar en los Smiths, Morrissey sentía una fascinación absoluta por la vida de Wilde: por su excentricidad, su literatura y su doloroso final, aspectos que influenciaron indiscutiblemente las composiciones líricas y musicales de Moz. Las canciones de Morrisey y los Smiths se encuentran plagadas de breves y puntuales guiños a la literatura de Wilde y las reconocibles flores que agitaba Morrissey fervientemente mientras movía sus caderas vienen de una referencia personal a El ruiseñor y la rosa. El homenaje se transformó a su vez en un homenaje fanzinero a los Smiths cuando nació La Fanzinoteca del Rock, una serie de fanzines sobre rock editados por La Valija de Fuego, y claro, el primer número no podía ser otro que el de esta banda. Ilustrado por Dianita y Pérez, es un recorrido por las canciones más desgarradoras y hermosas —aunque aparentemente felices— de esta banda, acompañada de una guía de útiles consejos para bailar como este hombre encantador.

Aparte de editar fanzines, La Valija de Fuego es la única librería bogotana que tiene un espacio exclusivamente dedicado a ellos y que, además, recibe sin problemas burocráticos las publicaciones de colectivos de ilustradores y artistas de todas partes del país. Una de las características más valiosas de este espacio es que es punto de encuentro de iniciativas editoriales de distinto tipo, desde las más prolijas hasta los fanzines fotocopiados a la vieja escuela. No podía faltar en esta lista una canción que se refiriera —aunque mínima y extrañamente— a estas publicaciones que vienen aguantando desde los años 30 —y en el país desde los 70 propiamente— y que a pesar de la moda entusiasta de unos y el romanticismo nostálgico de otros, sigue conservando su esencia subterránea y subversiva.

“La música expresa todo aquello que no puede decirse con palabras y no puede quedar en el silencio”, escribió Victor Hugo. Tal vez es por eso que no nos importa chapucear nuestras bandas favoritas en otros idiomas, aunque no tengamos la más remota idea de lo que dice la canción. Por fortuna, google translate hace nuestras vidas más fáciles en ese sentido y con un poco de creatividad es posible darle algo de coherencia a la supuesta traducción. Razzia, WTZ, Daily Terror, Bluttat, Chaoz Z, entre otras bandas de punk alemanas no son la excepción, y su característica mezcla de tristeza, rabia y guitarra chirriante, ambientada por la musicalidad del acento alemán, le dan a esta música una impronta oscura que es soundtrack obligado de este lugar.

Esta lista no podría estar completa sin mencionar a Lovecraft, tanto para La Valija como para el rock. La influencia que el maestro del terror estadounidense ha tenido en el género es única, tal vez la más amplia. Su mención en los diversos tipos de metal es abundante, pero el punk también se apropió de sus historias fantásticas y retorcidas. Vómito produjo todo un álbum inspirado en una de las obras más famosas del autor, En las montañas de la locura, y los también españoles Algo Tóxico hacen un homenaje en una de sus canciones a la experiencia de leer a Lovecraft. Tal vez a diferencia de algunos grupos de metal que se han enfocado en las criaturas fantásticas, parece que al punk lo que más le llama la atención de Lovecraft es lo aterradora que puede llegar a ser la mente humana cuando se enfrenta a dichos monstruos, incluida ella misma.

En un sentido más amplio de la Ciencia Ficción, autores como George Orwell o J.G. Ballard fueron referencia para críticas al sistema, la sociedad y la especie humana. La escalofriante —y no muy lejana— idea del Gran Hermano y la vida en Oceanía (1984) ha sido abordada por Bowie, Crass, Muse, Dead Kennedys, Marilyn Manson, The Clash, Lords of the New Church, y la lista sigue. Rebelión en la granja también hizo su cuota al inspirar a Pink Floyd, REM, Radiohead, entre otras. Y la “ultraviolencia” de Alex y sus drugos en La naranja mecánica de Burguess, fue inmortalizada por Los Violadores con el sencillo "Uno, dos, Ultraviolento!". También las obras de J. G. Ballard tienen una larga lista de bandas de rock que se han apropiado de sus elementos. Una de sus novelas más famosas, La exhibición de atrocidades, da nombre al tema de apertura de Closer, de Joy Divison. Crash era el libro favorito de John Foxx y se refería constantemente a ella como una inspiración para la música de Ultravox y su carrera como solista. "Video killed the radio star", de Buggles, toma su idea de un cuento corto de Ballard en que la música se ha convertido en una experiencia fría, automática y vacía. La mejor elección posible para el primer video jamás transmitido por MTV, un presagio del futuro.

En un espacio al que le caben veinte personas sentadas se llegan a aglomerar, en ocasiones, hasta treinta o sesenta para ver de manera gratuita en esta librería —a veces se cobra un aporte simbólico de 2 o 3 lk—a bandas de la escena local y nacional de rock que en formato acústico —o con todos los juguetes en contadas ocasiones— presentan parte de su repertorio, a la vez que comparten sus historias, y algunos, sus escritos. Triple X, Bestiario, IRA, Jimmy Jazz, Hartos de Estar Hartos, Los Tucos, entre otras bandas han demostrado que los libros y la música no sólo generan pasiones personales, sino que es posible construir y relacionarse con otros a partir de esa pasión.

Hay otro distintivo de La Valija: su estética. Es una mezcla de muebles de distintas épocas, bricolaje y cosas encontradas por ahí a las que se les ha dado un uso, a la vez que está marcada por una inconfundible estética punkera y por supuesto, un mural contundente de Toxicómano Callejero. Los que visitan la librería son recibidos por Poe, Burroughs, Bukowski y Rimbaud, tomando las poses de los miembros de The Clash, con un epitafio que lo dice todo sobre el punk y los libros: "Book’s not dead". Estos cuatro autores fueron fundamentales para el desarrollo de los contenidos y la actitud del punk desde sus inicios: los cuentos de terror y la poesía de Poe han sido tema para miles de canciones y álbumes; la poesía de Bukowski escupía fervientemente alcohol y cinismo frente a la normalización y el hermetismo de la vida —inclusive es posible leer entre líneas una fuerte influencia suya en El club de la pelea, su consecuente película y "Where is my mind" (Pixies)—; Patti Smith cita a Rimbaud como el primer punkero del mundo, y Burroughs fue apodado el padrino del punk. Aunque rechazó este epíteto, lo cierto es que a este hombre, el más peligroso y heroinómano de los beat, se le debe la existencia de los términos “punk” y “heavy metal”, la técnica de montaje cut-up que influenció la escritura de muchos letristas, entre ellos Genesis P-Orridge (Throbbing Gristle), y la influencia de varias de sus novelas en canciones emblemáticas como "God save the queen" (Manual revisado del Boy-scoutt), o "Lust for life" (El tiquete que explotaba).

La literatura ha brindado también herramientas de otro tipo a quienes escriben música. John Lydon, más conocido como Johnny Rotten, ha sido un incansable lector y autodidacta que, contrario a lo que muchos creen, hizo de varias canciones de Sex Pistols y PiL vertiginosas piezas de literatura experimental. Patti Smith adoptó una voz propia en la escena gracias a su capacidad para componer letras de absoluta fuerza y agresividad escondidas tras palabras sencillas. Lou Reed demostró una versatilidad impresionante para caminar por el lado salvaje y hacer un poema sobre una sobredosis de heroína que parece una canción de amor. Bruce Springsteen llenaría estadios con sus historias de los chicos estadounidenses del común. Como ellos, muchos otros tomarían de sus libros y poemas favoritos, la fuerza y precisión del lenguaje, y la vitalidad de unas imágenes que no sólo narraban historias aparentes, sino unas que aún hoy siguen conmoviendo a generaciones enteras de amantes del rock.

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