La primera vez de Goster en Bogotá

Goster nunca había venido a Bogotá. Llegó la semana pasada porque fue el jurado que escogió las obras de los tres finalistas del concurso de adidas, ZX Flux-recorre y rediseña tu ciudad, que se expondrán en Cine Tonalá el 16 y 17 de octubre. Además, durante esos mismos días dará a conocer su propia obra de lo que percibió de la ciudad.

Goster es José Antonio Mesones, el diseñador peruano que nació en Lima en el 71; el egresado del Instituto Peruano de Publicidad, el guionista de la Pontificia Universidad Católica de Perú y el tipógrafo del Poynter Institute de Florida; es el fundador de la revista de surf y cultura joven Aqua y la marca de ropa La Victoria, y es el socio de Ma+go, un estudio de comunicación visual.

Y podría continuar exponiendo su hoja de vida… Pero yo conocí al Goster que descubrió Bogotá en un recorrido por los lugares que inspiraron a los artistas del concurso.

Encontré al Goster coleccionista compulsivo de vinilos, que por esta época no deja escuchar la música de Los Planetas. Al amante del vino y reincidente del cigarrillo. Al nuevo fan de la lulada caleña y el ajiaco. Al hombre que, de no haber sido diseñador, hubiera sido músico (pero le faltó el talento). Al turista que alguna vez quiso visitar Bogotá, pero que el tiquete a precio de Europa, se lo impidió. Y al que, como a muchos, le aterró eso de la estratificación numerada de la ciudad.

Entre diálogos y cuatro fotos, aquí la primera vez de Goster en Bogotá.

La ciudad:

—¿Goster es tu nombre artístico?

—No. Es casi mi nombre. Si me llaman José Antonio, a no ser que sea mi madre, no volteo. Cuando estaba en primer grado en el colegio, pasaban unos dibujos animados japoneses en donde aparecía un payaso narizón, con colmillos miedosos. Se llamaba Goster. Y como yo era narizón me empezaron a llamar así. Odiaba el apodo, pero trascendió al barrio y a las afueras del colegio, y luego llegó a la universidad y al trabajo. Ahora soy Goster. “¿Oscar?”, me preguntan, “¿Gosque?”. No, G-O-S-T-E-R— dijo, mientras atravesábamos el Transmilenio de la Jiménez, en la intersección en donde pasaba el tranvía.

—Entonces, ¿eras skater?

—Sí, pero hace muchísimos años. Ahora, además de diseñador soy padre hace tres meses de un niño y hace 13 de una niña.

—¿Si no hubieras sido diseñador, qué serías?

—No tengo idea por que es lo único que sé hacer. Pero me hubiera gustado ser músico. Tal vez hubiera tocado rock.

Subimos por la calle 11 en donde sobreviven algunas casas coloniales. Hicimos caso a omiso a los monumentos históricos que están en ella, como la casa del florero de Llorente o la Biblioteca Luis Ángel Arango, inclusive ignoramos a los artesanos ambulantes que tanto llaman la atención de los extranjeros. Estábamos demasiado concentrados en la conversación.

—Bogotá cambia drásticamente de un barrio a otro. De una calle a otra. ¿También es así en Lima?

— Pasas un día en Lima y ya te das cuenta qué barrio es cuál. Inclusive para las reuniones sociales; los abogados con los abogados, los artistas con los artistas. No ves a un músico en un bar con un tipo en traje. Lo único es que no tienes esta denominación que lo hace aún más evidente…que la cosa sea aún más dividida de lo que ya es. ¡Qué se llame estrato!

—¿En qué tipo de barrio vives en Lima?

—Vivía en Miraflores hasta hace unos meses. Me he mudado a un barrio pituco (gomelo en colombiano), para eso he trabajado (risas). En Miraflores la gente es como más progresista; caminan, andan en bicicleta, van a bares. Hay gente de otros barrios que va a pasear ahí y todo convive.

La música:

Caminando por la séptima peatonal nos topamos con una tienda de títulos editoriales de segundazo, en donde se exhiben revistas desde Rock Delux hasta Men’s Health, retratos del Che, de Marilyn y de Chaplin, y se venden vinilos desde nueve mil pesos.

—Soy un comprador compulsivo de vinilos. Tengo de todo, lo de siempre, los Clash, pero ahora me ha dado por volver a oír Marvin Gaye.

—¿Y peruano? Conozco a Bareto. Esa cumbia que se está comiendo a América Latina.

—Sí, los Bareto son amigos míos. Les hice la carátula del disco que en 2012 fue nominado a los Grammy. Cogimos una familia de Asia, una playa exclusiva para gente con mucha plata, de nana, champán y vestido formal, y la pusimos en Agua Chica, que es el balneario donde llega la gente de provincia, a ver qué pasaba.— Dijo y sacó un cigarrillo —. Había dejado de fumar y otra vez…pero bueno. La Mente es otro, pero no les ha ido tan bien como a los Bareto. Dengue Dengue Dengue es un grupo que está bien, pero ya no me lo aguanto, es que suena tanto que ya me cansó. Pero ellos son más maquinita, no como los Bareto que son casi como una orquesta.

—¿Qué música oyes cuando trabajas?

—Depende del día, de lo que tenga que hacer. Si tengo que estar muy concentrado, probablemente pongo un jazz.

—¿Para hacer esta obra qué tipo de música escucharás?

—Como la haré en el cuarto del hotel, estaré lo más cómodo posible. Tal vez use una pijama. Pondré algo de música de una banda con la que estoy empedado, que se llama Los Planetas. Estoy pegado a ella porque en una semana es el concierto en Lima y yo les estoy haciendo el póster.

La comida y bebidas varias:

Frente a la tienda se mezclaban los olores del chicharrón, el algodón de azúcar, la mandarina exprimida, la mazorca y la carne asándose. Adelante se escuchaba una de las máquinas moliendo caña de azúcar. Uno de los chicos del recorrido paró a comprar y le ofreció a Goster. A pesar de su color amarillento se lanzó a probarla y, entre sorbo y sorbo, terminamos hablando del típico pisco peruano.

—Pisco sour, mi favorito— le dije.

—Sí. Hay un cóctel que se llama ‘algarrobina’ que es increíble. Se le echa pisco, algarrobina, leche condensada y canela y eso con dos vasos te deja perdiendo la dignidad. Pero ahora estoy tomando puro vino porque las resacas me están pegando durísimo.

—¿Cómo es la vida nocturna en Lima?

—Aburrida.

—¿Sí? ¿No es muy dinámica? Acá es algo más dinámica.

—Bueno, ha mejorado. Están pasando muchas cosas. Pero entonces, abren un bar y todo el mundo va y lo quema. Como con este grupo. Y es que tampoco hay una zona de bares grandes.

Subimos por el planetario, pasamos la plaza de toros Santa María y bajamos a buscar los grafitis de la 26 con caracas. Luego, atravesamos la carrera 20 para ver el cablerío de la ciudad, inspiración de otra concursante.

Cuando el hambre nos carcomía, y a falta de imaginación para llevar a Goster a un lugar de comidas típicas, terminamos en Club Colombia, en la 82 con 9na.

—Ajiaco ¡Tienes que probarlo! Y la morcilla, y el patacón con queso.

Goster quedó enamorado de la lulada. Preguntó que dónde más podía conseguir ese tipo de jugo. No entendía el sabor; la unión de la acidez, el dulce y la peculiaridad del lulo. Un nuevo fan para la lulada caleña. Y aunque el ajiaco estuvo flojo, flojo, con una textura demasiado espesa, y un sabor extraño que nunca logré descifrar, a él le encantó.

—Bueno, después de ver algunos retazos de Bogotá, ¿ya tienes pensado cómo va a ser tu obra?

—Ya tengo algunas cosas. Estuve en estos lugares que me dieron ideas y en Cine Tonalá. Voy a hacer algo como tipo collage. Vamos a ver qué sale.

—¿Qué tipo de película te imaginas para Bogotá?

— Uy, ni idea. ¿Lo primero que se me ocurra? Mmm…no sé. Quizá en donde estuve ayer, en la librería en donde he estado ayer. Era centro, puro centro, lleno de movimiento, como bien surreal. Pero Lima tiene mucho de eso también. Pero no sé, una historia de amor entre los ambulantes sería un cague de risa.

Para más información visita:  http://www.adidas.co/zxflux

La agenda del evento se estará compartiendo por las redes sociales de adidas:

Twitter: https://twitter.com/adidasCO
Instagram: http://instagram.com/adidasco
Facebook: https://www.facebook.com/adidasoriginals