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Conflicto en Sudan del sur

Especial Sudán del Sur: Capítulo 10. La vida bajo los árboles

El décimo capítulo del viaje de Robert Young Pelton y Tom Freccia por Sudán del Sur en la proeza de buscar al líder opositor Riek Machar.

Riech Machar habla por un teléfono satelital cerca de Akobo, Sudán del Sur.

Hemos logrado llegar a Akobo, sede de la nueva rebelión nuer. Akobo está en la orilla este de Sudán del Sur, directamente al otro lado del río con respecto a Etiopía, y forma parte del área que Riek Machar controló alguna vez en un triángulo que se extendía hasta Bor, hacia arriba a Bentiu, y hasta Malakal, en el Nilo. Desde que dejamos Waat en nuestro vehículo robado, hemos molestado a nuestros anfitriones, discutido entre nosotros a lo largo de 230 kilómetros llenos de baches, cazando comida, intercambiado chistes y destruido la laptop de Tim. Hemos estado en Akobo cuando mucho un día y nuestros anfitriones están ansiosos de que conozcamos a Machar, líder de la insurgencia. Machar está familiarizado con la exposición mediática.

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Brincamos a la caja de otra aporreada y ensangrentada camioneta Toyota y recorremos la corta distancia a la pista de aterrizaje. Adelante, bajo la sombra de un árbol, hay un numeroso grupo de gente delineado contra la áspera luz.

Machar y su esposa, Angelina Teny, están sentados uno al lado del otro, anclando la reunión. Llevan uniformes coordinados de verde, bien planchados: clásico atuendo de guerrilla africana en un clásico entorno de guerrilla africana. Machar ha estado casado con Teny durante 33 años.

Machar sostiene un cuaderno con una mano y con la otra, una vara de madera adornada que podría ser fácilmente confundido con un sofisticado bastón para caminar. Su redonda punta de marfil está decorada con un pequeño y negro ojo de buey. Este es el famoso dang, un báculo que fue supuestamente empuñado por el profeta Ngundeng Bong en el siglo 19. Bong es reverenciado en la región, tanto por su fiera resistencia a las fuerzas anglo egipcias como por sus adivinaciones con moraleja.

Muchos aquí creen que Bong predijo la violenta separación de Sudán, lo cual sería precedido por la ascensión de un hombre barbado (el presidente Kiir, dicen algunos) quien sería derrocado por un zurdo nuer sin cicatrices (esto coincide con la descripción de Machar). La leyenda dice que el poder de Bong estaba cercanamente relacionado con el báculo. Invocaba la divinidad levantándolo al cielo, repeliendo a sus enemigos (sobre todo tropas coloniales británicas y sus apoderados) o simplemente causando que cayeran muertos.

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Una vez que los británicos finalmente le pusieron las manos encima a Bong, confiscaron su báculo por miedo a que este lo hubiera convertido en tan formidable oponente. El palo fue embarcado al Reino Unido y no volvió a Sudán —a las manos de Machar— por más de 80 años.

A la derecha de Machar están los jefes supremos con sus fajas; a su izquierda están acuclillados los soldados y guardaespaldas con metralletas PK nuevecitas y cubiertos con brillantes cartuchos de bronce. Se interrumpe a sí mismo para tomar una llamada. Un ayudante le gira la silla, alejándolo de los curiosos ojos de la audiencia.

Nos callan, y Machar aleja a sus guardaespaldas con una seña. Hay demasiada gente alrededor. Un ayudante está visiblemente agitado porque Tim está tomando fotos y video. Es una llamada privada. No debería ser documentada. Machar hace una seña para alejar al ayudante y dice: “Dejen que tomen fotos”. Mientras Machar habla por teléfono, me siento al lado de su esposa y converso casualmente. Casi todo acerca de la guerra civil. La amenaza de guerra es constante aquí. “Huimos en piyama”, dice, explicando sus uniformes. “Así que nos vestimos con esto”.

A pesar de su severo corte de pelo y lo grande de su uniforme masculino, Teny habla suave y maternalmente. Sus raíces son más de londinense que de los matorrales, y pasar las últimas tres décadas con Machar ha acentuado su comportamiento inherentemente diplomático. Aún está profundamente molesta por el asesinato de sus empleados caseros y amigos a cargo de los militares de Kiir el 15 de diciembre de 2013.

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“Ahí hay gato encerrado”, continúa, hablando de la respuesta casi instantánea y brutal de Kiir a la creciente deserción entre miembros de su mandato. Teny piensa que las fuerzas leales a Machar habrían derrotado a los conscriptos de Kiir si no hubiera sido por las miles de tropas de Uganda, aviones y tanques que empujaron a los rebeldes fuera de los poblados de Bor, Balakal y Bentiu. Piensa que era imposible que se lanzara tal operación en los tres días que llevó a las líneas del frente alcanzar, literalmente, el patio de su casa. Le parecía demasiado premeditado. “El gobierno está usando a la gente para matar. La gente era detenida y asesinada porque no sabían hablar dinka… La gente que les disparaba no sabían hablar nuer”.

Un grupo de soldados desertores del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán, leales a Machar. 

Machar resume su posición actual más sucintamente: “Es un dilema”.

Su nombre de pila, Riek, significa “problema”, y Machar es cualquier cosa menos el tradicional fiero guerrero nuer de cicatrices tribales. Incluso intentó en una ocasión prohibir la cicatrización tradicional, pero fue rechazado por locales alegando que su educación extranjera y sus alianzas inquietas tienen poca relación a la estructura tribal tradicional. Su lento y pensativo discurso fuerza a los escuchas —especialmente a los occidentales y periodistas— a inclinarse hacia él mientras habla. Su sonrisa chimuela es contagiosa, para nada la apariencia estereotípica de un rebelde endurecido y guerrillero de toda la vida.

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La personailidad de Machar difiere mucho del ceño fruncido que fingen líderes nuer y dinka tales como Kiir. Hoy en día, al antes vicepresidente de Sudán del Sur se le puede encontrar normalmente sentado —o, más específicamente, encorvado— mientras habla suavemente por uno de sus varios teléfonos satelitales, jugando con su báculo de marfil, o acostado en algún sitio, durmiendo la siesta. En persona se contenta con parlotear o lanzarse a explicar largamente un tema según su estado de ánimo. Este es el Machar ante el público. El político.

Pero su afabilidad no me distrae del hecho de que Machar se esconde aquí en la selva porque ha efectivamente declarado la guerra a su viejo jefe y gobierno. Y es posible que haya repercusiones mortales para los involucrados.

Machar ha encontrado su éxito al dominar tres roles: el de político occidental, el de líder tribal y el de guerrero místico. Es un maestro en la tradición de reuniones tribales en las que se permite a cada participante ofrecer su punto de vista y hablar tanto como quiera. Muchos ancianos nuer también siguen una línea de razonamiento místico al creer que los temas importantes de estado y guerra están profetizados y pueden ser resueltos mediante limpieza espiritual. Machar camina constantemente en una línea contradictoria que empaña tanto al pragmatismo del occidental educado como a las tradiciones espirituales de muchos hombres tribales que pelean bajo su mando.

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Riek Machar Teny Dhurgon nació como el hijo número 26 de una prominente familia nuer, el 27 de julio de 1952, en Leer, Jonglei. Según Machar, su abuelo Dhurgon fue un místico —un curandero que canalizaba espíritus—. El padre de Machar era subjefe que engendró tres docenas de hijos con cinco esposas. Machar dice que su madre, Nya- gu-Nyang, se aseguró de que fuera bautizado y aprendiera a leer y escribir desde temprana edad. También insistió en que se abstuviera del gaar, una cicatrización facial tradicional a la que muchos jóvenes nuer aspiran. (Un niño nuer se sentaría calladamente mientras un anciano con una navaja cuidadosamente realiza seis cortadas profundas a través de la piel de su cráneo. Las cicatrices tardan meses en curarse y pasan del rosa brillante al negro en unos años, marcando para siempre al receptor como miembro de la tribu). La madre de Machar estaba relacionada con la cabeza de la rebelión Anyanya y destilaba cerveza como fuente de ingresos suplementaria, lo cual le hizo ganar suficiente dinero como para enviar al hermano de Machar a estudiar a Etiopía, bajo el mando de líderes rebeldes. Ella también envió a Machar a la escuela secundaria de Atar, justo afuera de Leer. Entre sus maestros estaba el padre de su futura esposa, Angelina Teny. Se graduó de Rumbek Secondary estudiando al lado de compañeros de clase que se convertiría en una gran influencia para lograr la independencia de Sudán.

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A los 16, Machar fue enviado a Omdurmán, en el norte, para su educación media superior. En 1972, después de la firma del Acuerdo de Adís Abeba que terminó la primera guerra civil sudanesa, Machar fue parte del grupo elite de cien sureños admitidos a la Universidad de Jartum. Disfrutó estudiar ingeniería mecánica y dirigir grupos políticos de ala izquierda para sureños con nombres como Frente Nacionalista Africano.

El futuro líder del Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán, John Garang, pronto se enteró de la existencia del elocuente joven Machar. Ardiente marxista dinka, Garang venía de un pasado miserable. También destacó por ser brillante y fue seleccionado para asistir a la misma preparatoria en Tanzania en la que Paul Kagame, de Ruanda, y Yoweri Museveni, de Uganda, fueron educados como futuros líderes africanos.

Garang se había unido a la milicia sudanesa y comenzó a mostrarse promisorio. Ganó una beca para Grinnell College, en Iowa, EU y regresó a unirse al grupo rebelde Anyanya. En 1970 fue enviado a Israel para su entrenamiento militar. Después del tratado de paz de 1972, fue seleccionado en 1974 para asistir a la School of the Americas en el Fuerte Benning de Georgia, un programa controversial coloquialmente conocido como “la escuela de los asesinos” debido a su intenso entrenamiento contrainsurgente. Ascendió rangos en la armada sudanesa hasta el 16 de mayo de 1983, cuando sus comandantes lo enviaron a sofocar el motín en un cuartel cerca de Bor, su tierra natal. En vez de seguir la orden de Jartum, Garang se unió a los rebeldes, lanzando el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (ELPS) y la segunda guerra civil sudanesa.

Después de la universidad, la vida de Machar fue muy exitosa. Mientras su país se caía a pedazos, él asistía a la escuela de posgrado en el norte de Inglaterra. Se las arregló para atraer a una de las más inteligentes, más atractivas y mejor relacionadas mujeres de su lugar natal: Angelina Teny. Su padre insistió que su hija de 18 años debía casarse en una iglesia y exigió que Machar pagara el precio tradicional de 50 vacas. Había otra condición: el padre de Angelina quería que Machar tomara sólo una esposa. Se casaron en 1981, cimentando su reputación como una pareja de poder político, ideológico y de educación occidental. Para 1984 Machar estaba recién doctorado en planeación estratégica de negocios, por la universidad de Bradford, del Reino Unido. Enfrentado a la decisión de conseguir empleo para participar en la nueva revolución, Machar escogió unirse al ELPS y dirigir sus oficinas en Adís Abeba, Etiopía.

Riek Machar había decidido salvar Sudán del Sur.