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Salud

Un documental sobre los efectos del mercurio en una comunidad indígena del Amazonas

¿Cómo vive una comunidad indígena condenada a enfermarse por comer peces con altos niveles de mercurio?
Todas las fotos son cortesía de Víctor Galeano.

La concentración normal de mercurio en seres humanos es una parte por millón. Se suele medir en el pelo. En Colombia hay comunidades que tienen entre 15 y 20 unidades por millón. En esos sitios, por la extracción de minerales, se contaminan las fuentes de agua, los animales y los cultivos. Mejor dicho: su alimentación y su entorno quedan contaminados de mercurio. Los niveles altos de ese elemento pueden causar problemas en el sistema nervioso, en el aparato digestivo, en los pulmones, en los riñones.

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Amazonas adentro, a orillas del río Caquetá, vive una comunidad llamada Miraña Bora. Por temporadas, cerca a sus territorios se extrae oro ilegal en balsas mineras. Algunos de ellos se han necesitado la plata de la minería para sobrevivir. Un estudio de toxicología, sin embargo, les anunció hace poco que adultos y niños indígenas presentan promedios altísimos de mercurio. Esos niveles también los tienen los peces y en algunos casos los cultivos. Diariamente se están alimentando con comida potencialmente tóxica. Los síntomas demoran en aparecer: ellos saben que llevan el problema dentro y que hay poco que puedan hacer. Tal vez dejar su tierra e ir a otra parte a buscar mejor salud.

Hablé con Laura Sofía Mejía, periodista de la Universidad Católica de Pereira, quien ha seguido de cerca el problema cultural y de salud de esa comunidad. A partir de su investigación, Laura hizo un documental interactivo llamado "Una parte por millón". Su idea es seguir registrando las consecuencias del mercurio en otras comunidades a lo largo del país.

El documental lo pueden encontrar

acá

VICE:¿Cómo diste con esa comunidad y qué te motivó a hacer la investigación?
Laura Sofía Mejía: Esta investigación llevaba un año y medio. Comenzó por un reportaje en El Espectador, donde contaban que el resultado de un estudio de toxicología había arrojado que una comunidad del Amazonas, los Miraña Bora, eran los que tenían los resultados más altos de mercurio en el país. Me pareció raro que no contaran más sobre ellos. Sabía que había algo ahí detrás y vi que era importante por el tipo de zona que es el Amazonas, por su protección al ambiente, y también porque era minería ilegal, de aluvión. Quise darle otro enfoque y mirarlo desde la parte cultural, que se ve afectada no solo por la minería sino por los distintos tipos de bonanzas.

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Ahora que escaló la problemática del mercurio a nivel nacional, creo que puede haber muchos mitos sobre cómo viven esas comunidades. ¿Qué te encontraste allá?
En terreno es totalmente diferente. Uno tiene una idea del amazonas que no es. El primer impacto que tuve al llegar fue ver que ya no había balsas mineras. Entonces toda esta es una problemática totalmente invisible. Solo están los estudios de toxicología y los testimonios de las personas. Ellos pasaron de pensar que no tenían problemas a algo que les está generando una enfermedad que todavía no se ve ni se siente, pero que está ahí y va aumentando porque el mercurio se va acumulando.

¿Es menos, igual o más grave de lo que nos imaginamos desde el centro del país?
Si miramos otras zonas del país, está por ejemplo Chocó, donde hay gente que presenta síntomas parecidos a los de la tragedia en Minamata (Japón), la más grande de mercurio en el mundo. En las otras zonas mineras ya los estudios indican que los niveles de mercurio están muy por encima del nivel adecuado, que es una parte por millón. Los niveles en la comunidad Miraña Bora son entre 15,4 y 19,7 partes por millón. Pero todavía no se ve absolutamente nada. El hecho de tener un problema y no poder verlo significa que es mucho más difícil generar conciencia.

¿Cómo reacciona una comunidad indígena del Amazonas frente a un problema así de grave?
A ellos se les hizo el estudio de toxicología, se les entregó el resultado y al principio estuvieron muy asustados. Se angustiaban mucho por los niños, que incluso presentaban niveles más altos. Tuvieron muchas preguntas. En el proceso que se hizo con los médicos se les explicó y se les dio unos afiches con los peces que más contienen mercurio. Porque el estudio no solo se hizo en ellos sino en los peces y en las chagras (las zonas de cultivo). Hay unas zonas de cultivo a la orilla del río que también tienen altos niveles de mercurio.

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¿Tomaron medidas prácticas?
Decirle a una comunidad indígena que todas sus fuentes de alimentación están contaminadas por mercurio es decirles que se tienen que ir del territorio. En términos prácticos, básicamente tenían que cambiar completamente su dieta. Pero sabemos que allá no es como ir al supermercado. Si uno pesca un pez que tiene altos niveles de mercurio y por varias horas no consigue más y tiene que alimentar a la familia, pues es una situación muy difícil.

Casi que están obligados a seguir enfermándose.
Al principio estuvieron muy juiciosos con el tema. Pero esperaban otro tipo de respuesta del Estado. Esperaban que les dieran una opción más factible. Una que no fuera "no volver a pescar". Esa no es una opción para una comunidad que se alimenta de peces todos los días de la vida.

¿La respuesta del Estado fue esa?
Literalmente no. Cada frase que te diga de esto es muy delicada. Una cosa es lo que dicen ellos y otra lo que dice Parques Nacionales o la Secretaría de Salud. ¿Qué es lo que se ha hecho allá realmente? Primero un estudio de toxicología.Luego otra visita donde se les entregaron los resultados y se les explicó. A cada familia se le entregó un afiche con los peces que tenían más mercurio y muchos adoptaron esa rigurosidad en su alimentación. Sin embargo muchos volvieron a su alimentación normal al ver que no pasaba nada. Es que, como te digo, no es algo que se vea ni que se sienta en este momento. El problema, decía Jesús Olivero (el director del estudio de toxicología), es que los nietos y los bisnietos van a padecer los efectos así la minería se vaya. El problema ya está ahí: el mercurio ya está abajo.

¿No hay reversa?, ¿sí o sí en unos años esta comunidad va a sufrir los estragos?
Según eso, sí. Obvio, si sigue la minería va a ser mucho peor. Y el control de la minería en esa zona es otro cuento porque es ilegal. Ahí uno se pregunta otras cosas, como lo difícil que es llegar a esa comunidad, y la dificultad que tienen ellos también para llegar al pueblo más cercano, que es La Pedrera: si tienes el bote más rápido te demoras nueve horas, si tienes el otro te demoras doce horas. Y gastas mucha gasolina. Entonces uno dice: ¿qué hace una persona que tiene que pagar gasolina para ir hasta La Pedrera y llevar al hijo al colegio, por ejemplo? Pues tiene que trabajar. ¿Y en qué trabaja uno Amazonas adentro? Obvio llega la minería prometiendo un montón de cosas y, bueno, a mucha gente le tocó trabajar en ahí por las necesidades.

¿Y aparece alguna solución a futuro?
Allá hay una molestia generalizada porque ellos entendieron que no les iban a dar solución. Entonces ellos dijeron que seguirían comiendo normal. La otra opción es irse. Y ahorita no hay balsas sacando oro, porque se creció el río y es difícil, pero luego vendrá otra oleada. Van a volver a buscar oro y eso solo aumenta el problema.