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Las enfermedades venéreas más temidas por los jóvenes

"Crecí en los noventa, época en la cual detrás de cada verga habían enfermedades siniestras listas para matarte y arruinar a tu familia".

La gonorrea puede ser una de las palabras más miedosas de nuestro vocabulario léxico, justo al lado de las frases "cucaracha voladora" y "Trump gana la carrera presidencial".

Desafortunadamente, al igual que Trump y las cucarachas, la gonorrea es una realidad. El año pasado, se reportaron cepas de enfermedades de transmisión sexual inmunoresistentes en Inglaterra, Japón y Canadá. Poco después, el Centro de Investigación de Enfermedades Contagiosas (CDC) anunció el primer caso de cepas altamente resistentes en Estados Unidos. Los científicos norteamericanos advirtieron recientemente que la gonorrea podía volverse resistente a todos los antibióticos en un futuro no muy distante, volviéndola una enfermedad intratable. Lo mismo está empezando a suceder con la Sífilis. Qué pánico.

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Pero ¿Acaso son estas cepas de venéreas superpoderosas las más temidas por la gente? A partir de un reciente reporte de la CDC que declara que el 2015 tuvo los índices más altos de enfermedades venéreas de todos los tiempos, decidimos empezar a preguntar por ahí cuáles eran las enfermedades que más les preocupaba contagiarse y por qué.

Roman Gonzalez, 27, Stockton, California

Esto debe ser producto de la educación sexual que recibí en el bachillerato, pero personalmente le temo a la clamidia más que a ninguna otra. Es muy común y la mayoría de las personas que la portan no muestran síntomas. El hecho de que pueda estar inactiva hasta que se transmite sexualmente es lo que la vuelve especialmente miedosa. Hacerse exámenes es la única manera de detectarla, lo cual en ese entonces —el bachillerato— no tenía ninguna intención de hacer (no estaba ni cerca de ser sexualmente activo de cualquier forma).

A pesar de que nunca he tenido contacto o alguna experiencia personal con esta enfermedad, siempre ha estado presente en mi mente. Gracias a dios los antibióticos la curan con facilidad, pero el hecho de que cualquiera sea portador y que no tengan idea es mi mayor temor.

Noah Bogdonoff, 25, Providence, Rhode Island

Al ser profesor de educación sexual, me siento afortunado de saber dos cosas: Primero, que todas las enfermedades de transmisión sexual pueden ser manejadas o curadas de forma efectiva. Segundo, que el miedo hacia estas enfermedades vuelve más factible que las personas mientan acerca de su estatus de portador, o que eviten hacerse exámenes, asegurarse de usar condón y tener conversaciones sanas con sus parejas al respecto.

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Si tuviera que elegir la enfermedad de transmisión sexual más miedosa, elegiría el VIH, porque crecí escuchando que por ser gay estaba condenado a contraer la enfermedad y morir. Esta idea equivocada todavía no se ha ido del todo, y las personas que son VIH positivas todavía tienen problemas encontrando parejas románticas y sexuales producto de ese estigma, aún cuando sus muestreos virales sean indetectables, es decir, que no pueden transmitir la enfermedad.

Kenice Mobley, 31, New York, New York

Crecí en los noventa, época en la cual detrás de cada verga habían enfermedades siniestras listas para matarte, arruinar a tu familia y derivar en un dramático musical. O sea, no me malinterpreten, tener mis genitales cubiertos en dolorosas pústulas o que mi cérvix desarrolle cáncer sería terrible. Sin duda. Pero vi Angels in America, y alguien cagó sangre en la película. Entiendo que el tratamiento ha superado obstáculos y limitaciones desde ese entonces, pero mi seguro médico no es tan bueno, así que cagar sangre definitivamente es mi fobia.

Vivian Martinez, 31, Los Angeles, California

Sufro de un desorden obsesivo compulsivo respecto a la limpieza que se desarrolló cuando era una niña porque sufría de eczema. Todavía lo tengo, y honestamente, las cosas terminales de verdad me aterran. El herpes es lo que más me asusta, aunque sea consiente de lo infantil que suena. Las pequeñas ronchas y costras son gran cosa cuando de mi frágil, estúpida y débil cutis se trata. Me pasa algo parecido a las cucarachas: puedo verlas, puedo matarlas. Pero las hormigas, ¡que se pudran las hormigas! Están en todos lados. Ew. No puedo. No

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Así es el herpes para mi. No puedes verlo, y de repente se manifiesta y arruina tu vida por lo menos 3 a 5 tediosas semanas. No sabría qué hacer si me contagio. Me rendiría. Yo sé que suena dramático, pero ya de por sí sufro de prolongados problemas de piel, y es angustiante pensar el agotamiento y la ansiedad que me traería. Yo sé que no es comparable con el cáncer, pero pienso que estoy en negación en cuanto a desarrollar un cáncer, lo cual es ultra tonto, pero la ignorancia es un alivio, de pronto.

Reba Gibbs, 24, Knoxville, Tennessee

El herpes solía ser un gran miedo para mi, y una vez pensé que lo había contraído. Fui al médico y todo. Pero el doctor solo se río y dijo "Consulta con un dermatólogo". Resultaron ser marcas en la piel, producidas por un raro síntoma del Síndrome de Ovario Poliquístico.

Eso fue algunos años atrás. Desde entonces, he tenido sexo a consciencia con personas que me han confesado que tuvieron herpes. El factor miedo se ha ido desvaneciendo, y genuinamente creo que las enfermedades por transmisión sexual deberían ser desestigmatizadas. La que sí me da pánico contraer es la Hepatitis C; contagiarse de eso por personas que han usado agujas sucias es mucho más aterrador y factible de pasarme a mí, para ser honesta. Me preocuparía más por contraer VIH si conociera a la primera persona que la tuviera, pero no es así, y parece que la ciencia ha hecho muchos avances en los tratamientos de esa condición.

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Gabby Schulz, 44, Machias, Maine

Yo sé que el VIH ya no es sinónimo de una muerte inminente (si cuentas con un buen seguro médico), pero la actual guerra del gobierno en contra del sistema de salud, los gays, la educación y la ciencia me hace pensar que tal vez el tratamiento del VIH esté a punto de volver a la época de Reagan, prospecto que me tiene pensando en el celibato. Y eso ni siquiera es tan miedoso como el retorno de la sífilis, el cual anda ganándole la guerra a los antibióticos. Es muy achantador imaginarse en qué noche de placer desenfrenado será la que me maldiga con una bacteria que me derrita lentamente la cara, el cerebro y los genitales.

Christina Catherine Martinez, 32, Los Angeles, California

Le temo a todas las enfermedades venéreas porque nunca he tenido una, lo cual es en parte gracias a mi ginecólogo, que tiene un parecido impresionante a Ice Cube, quien se asegura de que nuestras visitas tengan una regularidad religiosa. También es gracias a los condones. Seguro has oído acerca de ellos.

Supongo que mi fobia mayor es al Virus del Papiloma Humano, conocida como el abrebocas de todas las venéreas. La falta de síntomas visibles junto con la actitud indolente de la mayoría de las personas en torno a su propia salud sexual me hacen sentir que es cuestión de tiempo que la contraiga. Ese será el día en que tendré que darle la cara a mi ginecólogo/Ice Cube, y no será un buen día.

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Este artículo fue publicado originalmente en Tonic.

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