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Testimonios

Nos llegó una carta en defensa de Fernando Quijano, director del diario 'La República'

El documento responde a los testimonios que publicamos el pasado 3 de agosto y que denuncian supuesto acoso laboral en el diario económico. Incluye versos de Goethe y cita de Kapuscinski.
Imagen: VICE Colombia

Al correo electrónico de nuestro director editorial llegó el martes 8 de agosto esta carta, firmada por veinte periodistas, todos, según dicen, exempleados del diario económico La República. El documento está fechado el pasado sábado 5 de agosto y dirigido a Fernando Quijano, director del periódico, y contiene una especie de homenaje a su labor.

La carta responde a un texto que publicamos el pasado jueves 3 de agosto en VICE Colombia titulado 'La República merece un mejor líder': once exempleados del diario económico denuncian supuesto acoso laboral'. En ese artículo reprodujimos los testimonios de once personas que, en conversación con nosotros y bajo la condición de mantener en reserva su identidad por temor a represalias, contaron haber sido víctimas o haber sido testigos de supuesto acoso laboral por parte de Quijano.

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Hoy publicamos esta carta con autorización de Esteban Rahal, la persona que nos la envió y uno de sus firmantes. En VICE Colombia estamos convencidos de que los debates sobre el periodismo y sus líderes no deben quedarse en el silencio de las salas de redacción, como casi siempre sucede en este país. La misiva a continuación es, sin duda, un insumo más para contrarrestar este mal.

Agradecemos a Esteban Rahal no solo por habernos hecho llegar la carta, sino también por habernos dicho en el correo electrónico que acompañó su envío que nuestras prácticas periodísticas son de "altos estándares". Sin duda, tratamos de mantenerlas así todos los días.

Sin embargo, por relevantes que nos parezcan los debates teóricos sobre el oficio periodístico, en VICE Colombia condenamos el acoso laboral. El mensaje de Rahal no fue el único que llegó en los últimos días a nuestros correos o a los chats de nuestros celulares. Y todo lo que nos contaron en confidencialidad las demás personas que nos escribieron desde que publicamos los once testimonios nos obliga a mantenernos en nuestra posición: el acoso laboral es una realidad silenciosa en demasiados lugares de trabajo en Colombia, no solo en las salas de redacción. Al ignorarlo o intentar llevar el debate en otra dirección, poco vamos a aportar los periodistas a un cambio.


Sábado, 5 de agosto de 2017

Fresco, no pasa nada

Estimado Fernando,

Estamos en la época en la que el periodismo es sinónimo de "viralismo". El rigor perdió la batalla frente al anonimato y el lloriqueo no entiende de templanza. Obtener mil likes, por muy frívolo que suene, es la mayor recompensa informativa de estos días y promover debates biliares es premiado con avalanchas de followers ávidos de indignarse y, de paso, comer prójimo. Sin embargo, Fernando, sabemos que esto no es nuevo para usted. Desde 2011 y por orden suya, muchos terminamos leyendo el alegato ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel, ese llamado a la insurrección juvenil que explica mucho de lo que se lee por estos días.

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También usted sabe que el periodismo y la vida de hoy trae nuevas y más entretenidas formas de satisfacer el morbo y el asombro. El chisme vende, el título (verdadero o falso) convence, las susceptibilidades viven su cuarto de hora, los jueces expertos en nada pululan en las redes sociales y la envidia de otros nunca dejará de ser la sombra de los exitosos.

Este contexto debe servirnos para entender el por qué de textos como el publicado por el medio VICE. Una recopilación de lamentos anónimos, repetitivos y contradictorios, que por su misma condición no son más que clásicas incriminaciones apócrifas de aquellos que magnifican el pasado. ¿Cómo entender el periodismo sin hacerse responsable de la palabra dicha?

No podemos entrar a determinar la veracidad de los testimonios ni calificarlos o adjetivarlos, pero sí podemos hacer las siguientes reflexiones:

  • Todos los abajo firmantes compartimos salas de redacción con usted por muchos años. Lo tuvimos como jefe, recibimos sus consejos, indicaciones, órdenes y regaños. Por supuesto que recibimos sus "puteadas" también. Nos entregábamos para hacer buen periodismo, sufrimos con las presiones del tiempo, los estándares de calidad, el ambiente pesado de una redacción, las coyunturas informativas y los malos salarios.
    Siempre el objetivo fue hacer el mejor periodismo posible, responsable y claro, certero y veraz. No por usted o por el medio al que pertenecíamos, sino por nosotros mismos. No para alcanzar la perfección, sino para crecer mientras creíamos perseguirla. Por el título bien puesto. Por la frase balanceada. Por la información que nadie tiene. Por el diseño equilibrado.
    NUNCA entendimos nada de lo anterior como acoso laboral, como hoy quieren vender la situación. ¿Que hay jefes más laxos, blandos, queridos, amigables, genios o santos? Sí, millones. ¿Que usted es una persona con temperamento fuerte y que genera prevención y resistencia entre algunos colegas? También. No obstante, podemos decir que su liderazgo también ha forjado muy buenos productos periodísticos, así como estimulado periodistas, comunicadores, investigadores, diseñadores y columnistas.

  • NUNCA entendimos las discusiones laborales como un asunto personal. Jamás, para nosotros, las observaciones o los regaños traspasaron las puertas de la redacción. Se quedaron en el papel que se escribió. Tampoco sentimos que usted lo considerara así, como pretende dibujarlo el artículo al que nos referimos. El que interpreta un reclamo periodístico suyo como un asunto de rencor o venganza, como resultado de un conspiranoico desquite, es que no ha entendido nada.

  • También notamos una creciente incapacidad de los periodistas para recibir una crítica a su trabajo. Cada cuestionamiento a un texto es tomado como una ofensa, como una retaliación personal o, llevado a un campo más público, como una violación a la libertad de expresión. Y no. A diario nos encontramos con que hay textos mal escritos, de periodistas mediocres, descuidados, inexactos. Sin hablar de aquellos que amañan la información para defender intereses particulares. Muchos no saben diferenciar la corrección y la presentan como una violación a esa libertad.

  • No hace falta una conversación formal con usted para que agobie con las constantes loas a los periodistas de La República. Usted dice con sinceridad cada que puede "que tiene los mejores periodistas de Colombia", o que es una generación privilegiada de jóvenes haciendo el periódico día a día. En esta ocasión pasan factura. Quizá es esa misma juventud la que juega un papel fundamental en la malinterpretación de los hechos.

  • Tenemos amigos y excolegas que no tienen la mejor imagen suya. Que no comparten su estilo ni formas de trabajo. Sin embargo, todos se lo han manifestado de frente y dando la cara a sus discrepancias y enojos. Muy a pesar de lo malo, muchos le agradecen las enseñanzas y hoy otros triunfan en sus trabajos y oficios. Así que la idea del miedo a dar la cara por cerrar oportunidades laborales podría sonar más a cobardía que a algo basado en la realidad.

  • Con los testimonios anónimos queda en el ambiente una sensación preocupante: al parecer hace carrera una visión del periodismo que podría denominarse la "escuela Zoe Barnes", la osada periodista ficticia de House of Cards. Esta escuela tiene como motores y razones de ser el ego y el reconocimiento, la rebeldía frente a la autoridad, hacer periodismo desde pufs y ambientes zen, los salarios altos, los viajes y en la inexistencia de tiempos de cierre. Sin embargo, son estos nuevos periodistas los que sin rubor son capaces de citar a Ryszard Kapuscinski diciendo "en nuestro oficio hay algunos elementos específicos muy importantes. El primer elemento es una cierta disposición a aceptar el sacrificio de una parte de nosotros mismos. Es ésta una profesión muy exigente. (…) El motivo es que nosotros convivimos con ella 24 horas al día. No podemos cerrar nuestra oficina a las cuatro de la tarde y ocuparnos de otras actividades. Éste es un trabajo que ocupa toda nuestra vida, no hay otro modo de ejercitarlo. O, al menos de hacerlo de un modo perfecto" *.

  • Aunque ya muchos de nosotros no compartimos laboralmente con usted, resulta difícil encontrar en nuestras carreras una huella profesional como aquella que se formó cuando nos dirigió. Sus orientaciones, vinieran en forma de consejos sosegados o de discusiones acaloradas, son una escuela irremplazable que ha servido por igual para nuestro éxito ya sea en otras salas de redacción, en nuevas orientaciones profesionales e incluso en la academia. Resultan notorios sus éxitos profesionales en cada lugar en el que ha decidido tomar el timón. Sea en Cali, en Medellín o en Bogotá. Lo evidencian no solo los resultados económicos obtenidos sino las tendencias periodísticas en las que es pionero en Colombia. No tenemos que venir nosotros ahora a decírselo para que usted lo sepa.

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Pero quizá un éxito suyo, del que es menos consciente, está en nosotros mismos, el aprecio que le tenemos y el reconocimiento de que nuestros propios éxitos profesionales tienen un vínculo inocultable con sus enseñanzas.

Kläffer – Ladrador (1808)
Cabalgamos por el mundo
En busca de fortuna y de placeres
Mas siempre atrás nos ladran,
Ladran con fuerza…
Quisieran los perros del potrero
Por siempre acompañarnos
Pero sus estridentes ladridos
Sólo son señal de que cabalgamos.

Johann Wolfgang von Goethe

Un abrazo,

Esteban Rahal

David E. Santos

Santiago Hernández Henao

Paula López Vargas

Rafael González Toro

Catalina Montoya Piedrahita

Beatriz Arango Sepúlveda

Gustavo Adolfo Gallo Machado

Adriana Correa Velásquez

Amalia Londoño Duque

Juliana Estrada Ciro

Carlos Andrés Jaramillo Palacio

Gloria Edith Gómez

Rogelio Vélez

Ana María Jaramillo

Rodrigo Urrego

Karla Miliani

Ana María Chica

María Cristina Rivera

Rodrigo Morales Zapata

* KAPUSCINSKI, Ryszard. (2002). Los cínicos no sirven para este oficio: sobre el buen periodismo. Anagrama – Barcelona. Pág. 32