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Las opiniones son variadas, y no todas se centran exclusivamente en la habilidad poética del cantautor, sino en cómo trasciende el círculo puramente literario. Cómo, en efecto ––y como dijo el escritor Salman Rushdie–– el reconocimiento a Dylan ampliaba las fronteras de la literatura. De acuerdo con Liliana Ramírez, profesora de la Universidad Javeriana, el premio es "un reconocimiento a esos espacios heterogéneos e híbridos que han roto desde hace mucho tiempo las fronteras entre lo popular y lo canónico […]. Es un reconocimiento que desde hace tiempos se le debía".
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Héctor Abad Faciolince (El olvido que seremos) también cuestionó la decisión de la Academia Sueca con un trino que sugiere algo similar a la tesis de Álvarez: "Como no pudieron ponerse de acuerdo con un escritor, escogieron a un cantante. Y ni siquiera era Leonard Cohen", que es, precisamente, un cantautor canadiense.
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"Soy fan de Dylan, pero este premio es una nostalgia desubicada salida de las próstatas rancias de un grupo de hippies seniles". — Irvine Welsh.Hay algo claro en todo esto, consideraciones literarias aparte: desde la canción, Dylan fue la voz de una generación, así como un actor determinante en el movimiento de contracultura estadounidense ––movimiento que influenciaron autores literarios canónicos como Jack Kerouac o Allen Ginsberg––, que luego permeó a todo el mundo con eventos como la Primavera de Praga o Mayo del 68.Es cierto también que canciones como Like a Rolling Stone o Blowin in the Wind van más allá de las listas de Billboard o la popularidad radial y que, en muchas ocasiones, el mensaje ha sido más fuerte que el medio; la letra ha sido más poderosa que la melodía. No por nada en el mundo de la música se bromea al decir que Dylan es el mejor compositor y el peor cantante. No por nada Jimi Hendrix y Guns n' Roses lo versionaron. Y no por nada el crítico literario Christopher Ricks lo comparó con figuras como T.S. Eliot o John Keats.I'm a Dylan fan, but this is an ill conceived nostalgia award wrenched from the rancid prostates of senile, gibbering hippies.
— Irvine Welsh (@IrvineWelsh) October 13, 2016
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