La estrella errante, el segundo largometraje del director gallego Alberto Gracia, es toda ella una larga canción de rocanrol. En los límites de una Galicia desindustrializada, que se revela como un paisaje espectral —treinta años después de que hubieran muerto las fábricas de barcos que sustentaban a sus habitantes—, la película hace una exploración formal, rítmica y psicológica de los pasos desorientados de Rober, vocalista de Los Fiambres, una olvidada banda de punk de Alicante. Y como enuncia el mismo título del álbum de culto que grabaron en 1984, “El lado oscuro del rocanrol”, a lo que nos enfrenta la película es a eso: a la acumulación pródiga de imágenes que vienen con la ruina del sueño de la superestrella, a los procesos casi inconexos de producción de sentido a los que arroja el exceso de drogas, la pérdida del yo frente a la pantalla, el narcisismo, la búsqueda compulsiva de uno mismo.
Publicidad
Con un montaje que recuerda el zapping desesperado de alguien frente a un televisor —como Nacho, el segundo protagonista— o a los procesos mentales de alguien que ha sucumbido, como Rober, a la heroína y la cocaína, La estrella errante juega con las imágenes como con la antena de un radio. La estructura estridente y disruptiva pone al espectador a perderse, a aparecer y desaparecer, a vagar como un muerto-vivo, como los mismos personajes. No en vano la película está dedicada a George A. Romero, el padre del horror zombi, el de La noche de los muertos vivientes, porque los sujetos que se producen en esos delirios son sujetos zombificados, errantes, a quienes no se les sacia el apetito.Me senté con Alberto Gracia en Cartagena, en el marco del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI), para que ampliara las premisas que motivaron la película: el rocanrol y sus caras sórdidas, la equiparación de imagen y droga, el narcisismo y la pérdida.Alberto Gracia: Uno de los puntos clave de la película es la equiparación entre imagen y droga. Tanto la imagen como la droga son beneficiosos o perjudiciales dependiendo del uso que hagas de ellas. Es un pharmakon: dependiendo de la dosis puede ser veneno o medicina. Ambas comparten una relación con el olvido muy similar también: las imágenes son creadas para que nosotros olvidemos que las hemos creado y que, al encontrarlas, nos sorprendamos. Es como vivir en diferido.Por ejemplo, ya no experimentamos las cosas si no es a través de una pantalla: las preferimos grabar y luego disfrutar en diferido, como cuando uno hace turismo, que sería el momento paroxístico de esto que estoy contando. Pero incluso en eventos cotidianos como ir a beber una cerveza con un colega: primero está la foto y luego el gozo en diferido. La droga también, porque está creada como una evasión del presente, para que no exista ese presente, para poder sentir la nada u olvidarla y sobrellevar la vida cotidiana de una forma más sedante. Y existe también el componente del diferido: un diferido conceptual, temporal o espacial, dependiendo de la droga que uses.
Sobre la droga y la imagen:
Publicidad
Las dos son también “el alimento de los dioses”, es decir, de los que no quieren morir o los que no saben morir. Por eso la película está dedicada a George A. Romero, el maestro de los zombis, el que inventó a los zombis en el cine, que son los no-muertos: personas que no saben morir, que no llegan a morir, que se guían por el deseo concreto de saciar su apetito. La droga también es como un saco sin fondo, un deseo romántico que no se consuma."Tanto imagen como droga nos hacen vivir en diferido"
Sobre el zapping y la pérdida de uno mismo:
Publicidad
Sobre la perversidad polimorfa y el narcisismo:
Esta película se desarrolló con el título provisional de “Eco”, por la ninfa que estaba enamorada de Narciso a quien él no veía por estar mirándose a sí mismo. Era una ninfa que perdió su cuerpo y quedó abocada, por ese vacío corporal, a resonar lo que escuchaba de los demás, a repetir las palabras de los otros como castigo divino, como castigo a esa hybris."Yo quería hacer que la propia película fuera una perversidad polimorfa, que también se buscara a sí misma"
Publicidad
Es un síndrome del ahora, el habernos desconectado un poco más de lo que es la comunidad, las relaciones humanas más livianas por ser telemáticas. Estás mucho más solo ahora que antes. El narcisimo al fin y al cabo es una patología en la que tú no puedes dejar de buscarte a ti mismo, justamente porque no eres reconocido por el otro. Y, por ejemplo, en el internet es particular porque uno genera una imagen de sí mismo que es la que uno busca que sea reconocida. Un ti mismo alterado que no eres tú.Alberto Gracia: La película la pensé bajo una paradoja que veo en la era visual: todo es imagen, pero el sonido es hegemónico. Vemos tantas imágenes, tantas pantallas, pero es el sonido el que nos atrae para fascinarnos. Yo siempre pongo el ejemplo del voyeur: es una persona que está abocada a buscar algo que jamás va a ver, y en el momento en el que está totalmente fascinado con ese algo que busca, es capaz de ver con los oídos. Un voyeur que, por ejemplo, está masturbándose viendo una escena prohibida y escucha unos pasos traslada sus ojos a sus oídos; la mirada queda vacía pero la percepción pasa a los oídos.Como yo soy más lector que cinéfilo, esta película la pensé como escritura visual, está hecha en el montaje y en el ritmo. Quería que también esa canción de rocanrol que es la película fuera algo fiel a mis imágenes mentales. Donde el lenguaje y la narratividad clara y concisa no puede llegar, ahí llegan otro tipo de cosas: los niños, los animales, los locos, los cantantes, esas personas que dicen cosas sin decirlas, que se acercan más al lenguaje poético que al narrativo. La propia película en sí es una canción, una composición rítmica.
Sobre la paradoja del sonido y el voyeur:
Publicidad
Sobre Galicia y el lado oscuro del rocanrol:
A estos tres lugares también entra mucho la droga y se vuelven ciudades casi fantasmas, sobre todo Ferrol y Vigo. Quería explorar la relación entre la desmaterialización de la gente con droga e imagen, y la desindustrialización de las ciudades, en las que se genera un topos fantasmal.Vigo, Ferrol y Guijón eran zonas de fabricación de barcos, sobre todo para la marina. Y eso funcionaba mucho con la idea de la estrella: la estrella que guía el barco antes de que hubiera mapas, en una metáfora del viaje primordial y del heroísmo. La búsqueda de uno mismo en otro gran viaje. Y, claro, en el momento en el que no hay barcos esas estrellas dejan de tener sentido y también desaparecen. Allí la gente se quedó mucho sin trabajo, las ciudades se volvieron ciudades fantasma, se vaciaron.El lado oscuro del rocanrol: la pérdida a la que lleva vivir la vida como imagen."Quería explorar la relación entre la desmaterialización de la gente con droga e imagen, y la desindustrialización de las ciudades, en las que se genera un topos fantasmal"