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acoso en Hollywood

Qué bien: los Golden Globes castigaron el acoso sexual

OPINIÓN | La Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood hizo pública la lista de nominados a los Golden Globe Awards. Ninguno de los acusados apareció en ella.
Montaje: VICE Colombia | VICE Colombia

“Durante años, Harvey Weinstein fue mi monstruo”, escribió Salma Hayek para The New York Times. Me too. Moi aussi. Ella también. En octubre de este año, más de veinticinco actrices de Hollywood denunciaron haber sido acosadas sexualmente por el productor y cofundador de The Weinstein Company. Treinta y ocho denuncias iguales cayeron sobre el director James Toback según un reportaje publicado por Los Angeles Times. Treinta y ocho que al día siguiente ya eran doscientas.

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La cuenta sigue. Roy Price, el exdirector de Amazon Studios, tuvo que dejar la compañía luego de que una de sus productoras lo acusara públicamente de haberla violado. Jeffrey Tambor, Maura en la comedia Transparent, está siendo investigado por abuso. Kevin Spacey fue despedido de House of Cards por haber agredido sexualmente a un menor de edad en 1986. Louis C.K. aceptó haberse masturbado delante de cinco mujeres. Matthew Weiner, el creador de Mad Men, le dijo a Kate Gordon, guionista de la serie, que estaba en deuda con él y que para saldarla debía permitir que la viera desnuda.

Me too. Moi aussi. Yo también. Dijeron todas. “Los hombres acosan sexualmente porque pueden. Y las mujeres estamos hablando porque, en esta nueva era, por fin podemos”, dijo Salma Hayek.

Es cierto. Las mujeres hablan y el mundo escucha. Las mujeres hablan y encuentran ecos. Las mujeres hablan y la opinión pública se levanta en su nombre. Pero también es cierto, que las mujeres hablan y no pasa nada. Las investigaciones tardan años y las condenas se deshacen en multas. La ley, que no acaba de inventarse y tipificarse, sigue siendo esquiva y a las pocas semanas todo es historia. Pero quedan las condenas sociales y las sanciones simbólicas. Las que se imponen sin sentencias ni castigos punitivos. Las que se alzan como consignas, como arengas, como manifiestos de rechazo. Quedan, entonces, los premios no ganados.

El 11 de diciembre, la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood —HFPA, por sus siglas en inglés— hizo pública la lista de nominados a los Golden Globe Awards. Ninguno de los acusados apareció en ella. No valieron los seis años consecutivos de Mejor Película Dramática que pesaban sobre la compañía de Weinstein ni el premio a Mejor Actor de Televisión, Musical o Comedia que se había llevado Tambor en 2015. De poco sirvieron las ocho estatuillas que ya tenía House of Cards o las cuatro que había ganado Mad Men. A todos la Asociación los dejó por fuera.

Pero, quizá, la polémica más grande llegó con la nominación de Christopher Plummer a Mejor Actor de Reparto en la película All the Money in the World. Plummer reemplazó a Kevin Spacey una vez fueron públicas las denuncias en su contra. El rodaje se retrasó y la cinta sigue aún en proceso de edición. La versión que eligieron los jurados todavía no es definitiva y las dudas alrededor cada vez son más. ¿Decidió Ridley Scott, el director, cambiar a Spacey como una consigna genuina en contra de la violencia de género o lo hizo para no quedarse por fuera de los premios? ¿Qué tan legítimas son las razones de la prensa para juzgar sobre versiones preliminares? ¿Es una nominación para Plummer o una lección para Spacey?

Para algunos, las ausencias de los HFPA no son más que consecuencias obvias. Quienes cargan con acusaciones en su contra ya habían sido expulsados de sus respectivas compañías o vetados por sus propias series. Pero estas, más que castigos, fueron medidas de contingencia. La primera sanción real estuvo en la lista de nominaciones del 11 de diciembre. No existir en los Golden Globes es, con suerte, no existir en los Óscar. Correr el riesgo de ser olvidado en el más importante de los premios cinematográficos, anularse y pagar penitencias morales por crímenes tangibles e imperdonables. Una gota de agua en un bosque que se quema, pero agua al fin de cuentas.