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Música

Migraciones hardcore: Del rock extremo a la música electrónica

¿Quién no ha tenido un pasado oscuro? El moshpit violento y el rave agresivo no son tan distintos.

Este artículo fue publicado en Thump, nuestra plataforma de música y cultura electrónica.

Primero quiero preguntar, ¿quién no ha tenido un pasado oscuro? No sé a cuantos de ustedes les pase, pero siempre está ese amigo que se dedica a stalkearle a uno las fotos del pasado, solamente para desenterrar esos esqueletos que uno ha intentado dejar en el olvido. Y pues claro, salen a la luz las fotos vergonzosas producto de un comentario en esa foto del 2007 que uno pensó que había borrado. Yo no me he salvado de eso y la mayoría de mis amigos tampoco.

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Ahí es cuando empieza todo, entre risas alguno va sacando a flote las fotos viejas del Facebook del doliente, y claro, ¡toma tu selfie con delineador negro!, o en su defecto; "mire la cara de degenerado que le cogieron mientras hacia su bailesito en el poshfit, sushi, ¿cómo era que se llamaba esa vuelta?" El moshpit, queridos amigos. El moshpit solía ser la pista de baile de la gente alternativa por excelencia, dentro del cual las modalidades de "tírate un paso" variaban dependiendo del género que estuviera sonando. La monarquía de la escena alterna en Bogotá del 2008 para atrás le pertenecía a la estética punk, emo y hardcore, a las selfies con un mechón liso rondando por Myspace, a ver toques y "moshear" en el teatro La Mama.

Más allá de las risas y los buenos (y a veces bochornosos) recuerdos, caí en cuenta de que yo y muchos de mis amigos o conocidos compartimos esa escena hardcore o punk, y más interesante aún: hoy en día seguimos de cerca la escena electrónica, ya sea oyéndola o tocándola. Cuando noté esta particularidad, comencé a rastrear otra vez esa escena del pasado, sólo para darme cuenta que hubo una migración considerable entre aquellos que tocaban o escuchaban bandas de "rock extremo" hacia los que hoy en día mezclan o escuchan música electrónica.

Me estoy refiriendo a la tercera ola musical del "rock extremo"; hardcore, metalcore, screamo emocore y neopunk, y es valiosa la aclaración porque los géneros que nombré tuvieron distintas etapas u olas; la primera en los años ochenta, una segunda en los noventas, y la tercera ola que es la que muchos de nosotros vivimos tan de cerca. Esta tercera ola del "rock extremo" dominaba la escena alternativa bogotana de 2008 para atrás, una época donde el teatro La Mama era el escenario musical y social por excelencia.

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Y estos géneros subterráneos tenían soundtrack propio en nuestro país. Había un quórum local extenso, porque si ahora el lugar común es el mar de DJs en el mercado, en ese entonces el lugar común era saber tocar algún instrumento o tener una buena técnica de vocales guturales. De las bandas que me acuerdo, y que tenían más popularidad y frecuencia de toques eran El Sin Sentido, Zona Zero, Heartless, Cambio de Frente, Requiem, Hell Bitches, Todo niño paga, Blast 55, los Durangos, Steps, D-formes, y por supuesto, Ratón Pérez.

Podemos nombrar varios artistas que, tras tocar en algunas de las bandas que acabamos de nombrar, empezaron proyectos más enfocados hacia sonidos electrónicos. Entre estos podemos incluir en la lista a Juan Felipe Bohórquez, que solía ser guitarrista de Steps y Los Durangos; Giorgio Badalacci que ha hecho colaboraciones con Don G; Ela Minus que tocaba la batería para Ratón Pérez; OKRAA que solía ser guitarrista de Requiem y Heartless; Diego Fresneda, guitarrista del Sinsentido que ahora pertenece a World Wide Fuckers; David Triana, que pertenecía a Ratón Pérez y ahora es conocido como Dorado. Y no olvidemos nombres internacionales como Skrillex, quien antes pertenecía a la banda From First to Last; Blawan, que antes de soltar su esencia technera tuvo proyectos hardcore; e incluso el líder del sello L.I.E.S., Ron Morelli, y el gran Andy Stott, sostuvieron sus romances con los hijitos pesados del metal y el rock.

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Luego de este descubrimiento me surgieron muchas reflexiones alrededor de por qué algunos de los músicos y promotores que pertenecían a esa movida alternativa migraron hacia la que vivimos en la actualidad. Hablamos con algunos voceros importantes en el escenario actual de la electrónica colombiana, que en ese entonces fueron personajes relevantes en la escena de géneros del metal, el rock y el punk para intentar entender algunas posibles hipótesis alrededor del tema en cuestión.

La primera cuestión era indagar si esta migración se debía a similitudes sónicas, y aproximarnos sonoramente a la cuestión implica ciertos tecnicismos que no le corresponden a este acercamiento. Pero podríamos concordar en que que la agresión y los rápidos bpms son ítems que comparten algunos géneros pesados de la electrónica respecto al punk, el metal o el hardcore, oscilando desde los 130 hasta los 220 bpms (beats por minuto).

A propósito de esa agresividad o velocidad en los bpms que pueden compartir algunos géneros del rock extremo con los de la electrónica extrema, Energy Flash: A Journey Through Rave Music and Dance Culture, es un libro que se dedica, como su título lo dice, a explorar la historia de la música rave y la cultura dance. En esta exploración encontramos otro punto clave: los géneros experimentales y denominados hardcore -como pasa en corrientes como el emocore, el metalcore, el junglecore (con 160 bpms), el technocore, breakcore (con 220 bpms), etc. tienen ese sufijo del 'core' en común por una razón. El autor, Simon Reynolds afirma que el 'hardcore' como concepto intelectual "se refiere no solamente a un breakbeat del rave, sino a un conglomerado de cosas que hacen que la multitud se enloquezca en la pista de baile".

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Ilustración por Daniel Senior

En el texto también explican que el hedonismo y la búsqueda de una fuerte descarga de emociones son ítems en común entre el hardcore del rock y el de la electrónica. Asimismo, Simon Reynolds resalta que la palabra hardcore y sus múltiples sufijos, ha sido reapropiada por la cultura jóven para referirse a cosas muy diferentes a las de las generaciones anteriores; "no se refiere a que vamos a cambiar al mundo, sino de alterar la energía de un espacio, aquí y ahora". Entonces podemos encontrar que la palabra hardcore se utiliza hoy en día para referirse a algo fuerte, transgresor, contundente, pero al mismo tiempo algo cotidiano. Haga de cuenta como cuando uno bota líneas como "esa nochecita que nos pegamos estuvo bien hardcore", o "esa vieja se ve muy hardcore bailando techno".

Le pregunté a Gabriela Jimeno (a.k.a Ela Minus, ex baterista de Ratón Pérez) respecto al salto de escenarios sonoros. Gabriela opina que toda esta transición fue un "fenómeno generacional", porque como bien señala, "somos parte de una generación que creció con hardcore, emo y rock. Al llegar a los veinte años, las bandas que estábamos escuchando empezaron a experimentar con sintes: Radiohead y muchas bandas de los 2000's, como Death Cab for Cutie y Postal Service son unos de los tantos ejemplos". Para ella ese fue el puente de un género a otro.

Por mi parte, me acuerdo de bandas que fueron puentes muy claros entre géneros hardcoreros (u otros derivados del emo, rock, metal y punk) y géneros electrónicos como The Devil Wears Prada, Emarosa, Drop Dead Gorgeous, Dance Gavin Dance, Nevea Tears, From A Second Story Window, Chiodos, Arsonists Get All The Girls y Underoath. Emmure era un buen ejemplo de inclusión elegante de samples…

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Hay un sinfín de bandas que combinaban los instrumentos análogos con las herramientas digitales, desde las que incluían sintetizadores a lo loco, hasta las que discretamente metían samples de doble pedal de las baterías porque querían estallarle el ritmo cardiaco a los oyentes. ¡Épocas doradas!

Hay algo clave cuando uno piensa el hardcore, el punk, el metal y el techno o el house desde sus raíces o inicios; todas esas inclinaciones musicales empezaron moviéndose en circuitos underground. Y este submundo siempre va muy de la mano con iniciativas independientes, para que la experimentación del sonido no se vea limitada a ciertas demandas de sellos o disqueras más mainstream.

Por ese motivo, uno de los ítems que discutí largamente con Juan Felipe Bohórquez (a.k.a. Potter, ex guitarrista de Steps y Los Durangos), fue uno que parecen tener en común el nacimiento de vertientes hardcore, punk, metal, techno, house, etc. más underground: el DIY o Do It Yourself: hazlo tú mismo. Potter comparte que para el momento en el cual sus bandas se habían desintegrado, él y sus amigos ya habían usado el software de música Reason para hacer las baterías de las nuevas canciones en MIDI y para que el baterista se las pudiera aprender.

Ojo a la actitud hardcore en el live modular technero experimental del gran Vatican Shadow.

Cuando el MIDI ( musical instrument digital interface) empezó a coger fuerza en Colombia, mucha gente, incluyendo a Potter, descubrieron que se podía hacer una canción sin la ayuda de nadie. Los drum machines, secuenciadores y sintetizadores empiezan a inundar corrientes musicales en las que antes podían parecer inverosímiles.

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Gabriela Jimeno insiste en que el DIY fue una pieza crucial en todo este fenómeno migratorio, porque según opina, el crecer en escenas musicales underground o alternativas dota de muchas libertades y licencias. Ella confiesa que a sus ojos, las personas que han hecho las cosas más interesantes han tenido algún tipo de background punkero que, como todos bien sabemos, se funda en la ideología del DIY. Y que precisamente crecer en contextos que dan tanta libertad, dice ella, "te enseña que puedes literalmente hacer lo que tu quieras por ti mismo, no necesitas a nadie más".

Hessle Audio, el reconocido sello del Reino Unido comandado por Ramadanman, Ben UFO y Pangaea, empezó de ceros con una apuesta totalmente DIY. Este sello es de los claros ejemplos de la cultura de la experimentación, tanto así que dio paso al dubstep de finales de 2000, siendo su contracara la propuesta transgresiva con la cual Skrillex masificó dicho género. Incluso Blawan se catapultó con su sonido violento a través de Hessle Audio.

Ron Morelli, quien en su pasado rondaba los flancos del hardcore, el punk y el metal y que actualmente es el cabecilla del reconocido sello de tintes crudos, lo-fi y experimentales, L.I.E.S, dijo alguna vez en una entrevista que "si te gusta la música underground realmente no existen los limites. La música punk y house es lo mismo para mi, y siempre vas a estar buscando nuevos sonidos más allá de los géneros".

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Para Gabriela migrar tiene todo el sentido del mundo, y sobre todo cuando se trata de música electrónica porque "es literalmente la forma más libre de expresarse en este momento, porque creas desde ceros sonidos que no existen y no tienes limites, es el camino natural". Y así como dice ella, es un cambio enorme que no se da de un día para otro; ella recomienda que se puede ver el paso a paso siguiendo la discografía de Radiohead. A propósito de todo este puente del rock extremo y la electrónica, Radiohead invitó a Blawan a hacer una colaboración para su álbum de remixes, y la transgresión del británico no decepcionó:

Entonces respecto a este rompecabezas de la migración sonora, tres cosas son muy claras; la primera es que las personas que crecen escuchando o haciendo música underground parecen moverse libremente hacia nueva alternativas musicales; la segunda es que las nuevas generaciones se siguen sintiendo llamados a seguir construyendo escenas DIY; y la tercera es esa búsqueda similar entre los géneros del rock extremo y las vertientes agresivas de la música electrónica: la del hedonismo y la descarga de emociones agresivas en las pistas de baile.

El tránsito entre estos géneros y sus motivaciones siempre va a ser una ventana abierta al debate y realmente dudo que exista una razón de ser que explique en su totalidad el fenómeno. Al final del día sucede que todo va cambiando cada vez más rápido, y que al abrirse los horizontes tecnológicos también se despliegan los abanicos de posibilidades sonoras.

OKRAA (Juan Carlos Torres, ex guitarrista de Requiem y Heartless), me contaba que el público del rock extremo de ese entonces "nos recibía como acá en la movida electrónica reciben a los artistas de afuera del país. Es decir, entregándose completamente y con mucha euforia. Sentías que en verdad tenías gente entregada a tu propuesta", Añade Torres. Desde Bogotá, Medellín, Duitama, Barrancabermeja o Sogamoso, la gente se movía para apoyar a los talentos locales. ¡Ojalá eso pasara también dentro de la escena de música electrónica local!

Muy seguramente las migraciones van a seguir sucediendo de forma inevitable, y las nuevas generaciones que crean en ideas DIY, experimentales y con tintes hardcore (entendida la palabra según la nueva apropiación cultural), van a querer transformar las pistas de baile. Eso sí, importante que tengamos en cuenta que, como dice OKRAA, "a la mayoría le falta creerse que acá están pasando cosas muy buenas y que valen mucho la pena". Seguro las pistas del futuro van a ser escenarios políticos interesantes, y ojalá apoyemos lo nuestro. Sólo queda esperar.

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Si se acuerdan de más detalles, pueden contarle a Daniela a través de su página de Facebook o su mail daniela.castro@vice.com