La puntica no ma’ o la mondá
Camo

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La puntica no ma’ o la mondá

"¡La puntica na' ma'! ¡Ay no papi no me meta' la puntica, métemela todita!". Este es el himno de una de las comparsas más rimbombantes del Carnaval de Barranquilla.

"¡La puntica no ma'! ¡Ay no papi no me meta' la puntica, métemela todita!"

Este es el himno de una de las comparsas más rimbombantes del Carnaval de Barranquilla; la de los 'niños exiliados', los que salen del clóset, los revoltosos, los bohemios. Hace quince años nació La puntica no ma', un disfraz colectivo para provocar, tentar y confundir: una comparsa nómada fundada por el artista Daniel Ángulo, la cual, cada año, hace la venia y se presenta con un ajuar e idea diferente reivindicando a los outsiders y al puro mete y saca dionisíaco y cósmico.

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El pechiche cósmico, pelua', polvo de estrellas, hoyito psicodélico, mete y saca, la monda', la chucha, el chocho, una concha fluorescente, vacile: ¡Que le den por donde le tengan que da'! Estos han sido algunos de los mojos, de los lemas y temáticas que han regido la verbena, la demencia y el disfraz de esta horda bailarina.

Han sido estos los alaridos que, entre porro y fandango, llaman a la fiesta a un pelotón de criaturas danzantes, un grito de guerra para mover las caderas, incomprensible para aquel que no está invitado a su fiesta.

En medio del acalore del carnaval barranquillero, sudor, marimondas y carcajadas, hay una comparsa fuera de lo común, y su historia comenzó con una pelea, o más bien a través de un cierto acto de rebeldía.

A grandes rasgos, uno de los momentos más representativos del Carnaval de Barranquilla es la Batalla de las Flores. "Este desfile se da el primer día de fiestas, en el que salen las comparsas más emblemáticas del carnaval y aquellas que obtuvieron la mejor calificación el año anterior; además de los trailers patrocinadores", cuenta Fiorella Álvarez, bailarina de las Marimondas, una de las comparsas más tradicionales del Carnaval.

En el 97, en medio de la Batalla de las Flores, "Disfrázate como quieras", una comparsa compuesta por más de 60 personajes, entre ellos banqueros, artistas, amas de casa y uno que otro gringo, se ganó unos cuantos rivales y agravió a unos tantos al presentarse como una movida disidente y diferente de las comparsas coreográficas tradicionales como la de "Los diablos arlequines" y "Los negros del cangurú".

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"Todo pasó por un farol que hizo Daniel", recuerda la artista y exdirectora de La puntica no ma', Flavia Rosales. Un farol fue nuestro florero de Llorente. Un farol hermoso en el que todos bailaron e hicieron su performance, lleno de sombras y luces incandescentes, como una versión exótica de un cuadro de Degas. Daniel Ángulo, fundador de esta comparsa alternativa, se ganó un premio con la creatividad de esta parafernalia y no recibió ni un 'gracias' de "Disfrázate como quieras". Esa fue la gota que lleno la copa y emborrachó al artesano.

Cansado de tanto VIP y del poco valor que le daban a sus trabajos, Ángulo, junto a la artista Flavia Rosales, el arquitecto Francisco González y los fotógrafos Zulu Padilla y Rafa Vargas, montó La puntica no ma'. Ángulo y sus secuaces artísticos se rebelaron a ver si los de "Disfrázate como quieras" los buscaban, pero terminaron pasándola mejor solos.

Los "punteros", como les dicen a estos locos que se disfrazan de frijoles, palmas y pizzas de pepperoni, son aproximadamente 100 personajes, de 20 a 45 años, que se apropian de un personaje, que "se va materializando con los años y se mantiene vivo en el interior, como un guardián chamánico", cuenta Joe Pistro, hijo de Flavia Rosales y adicto a las emociones que exhalan las comparsas. Lo cierto es que los "punteros" no quieren limitar su performance al Carnaval.

Bohemios y andariegos provenientes de diversos rincones del planeta a donde fueron a refugiarse o esconderse, los benjamines díscolos de Barranquilla y la costa en general, (además de uno que otro capitalino y cachaco blancucho que también quiere gozar) regresan a la gran casa Caribe cada año para celebrar su festival, para armarla hasta que aguante. Se untan de calle y bautizan todo con un esnobismo urbano, transgrediendo lo previsto con la vena erótica del carnaval palpitando, a punto de reventar.

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A diferencia de las demás comparsas, La puntica no ma' rompe con el canon tradicional. Si las 300 comparsas, que se contaron en 2013, defienden a capa y espada la tradición y el color: la faceta conservadora de una coreografía y de una indumentaria al pie de la letra, La puntica no ma' acaba con todo esto y no deja títere con cabeza. "Todo es libertad y psicodelia", dice Pistro. Cada participante se pierde en su viaje, invoca a un 'no sé qué' con sus movimientos de cadera y gemidos fantasiosos. No van a una fiesta de disfraces, sino que buscan libertad; todo un ideal hedonista, de respirar y luego existir a partir de la rumba.

Sin embargo, así muchos los alaben y quieran hacer parte de esta locura que rueda por la Vía 40 de Barranquilla, otros no los toman en serio; "son un grupo de gente con disfraces no alusivos a nuestras raíces, no tienen ningún tipo de coreografía o libreto; solo le quitan el espacio a un buen grupo tradicional del carnaval", dice Fiorella Álvarez, una de las conservadoras y constantes participantes del Carnaval.

Entre amores y odios, muchos son los que pagan una cuota de aproximadamente 150 mil pesos para enloquecerse cuatro días; ese es el cover, el pago psicodélico que tanto predican los "punteros". Sin embargo, hay algo de juicio entre tanta farra.

Semanas antes del carnaval, los punteros hacen talleres para crear sus disfraces, sus 'alter ego', con artistas de gran talla como Mariana Camberos, diseñadora mexicana que reside en Alemania, obsesionada con los delirantes triángulos aztecas. Viéndolo así, la cuota de entrada vale la pena.

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Enemigos de lo monótono, transformadores de la tradición, los "punteros" carnavalean su intelectualismo: sus vidas artísticas lejos de la calurosa arena barranquillera. Cuerpos escarchados, con penes como nariz, bebiendo tacones inflamados de vino: intelectuales, incomprendidos de farra, poniéndose el mundo de ruana.

Punteros que este año se desdoblaron en "¡Qué rica estoy!", el tema que del 14 al 17 de febrero de 2015 los acompañó. Mujeres bellísimas emplumadas y chicos con sostenes insinuando lo ricos que están, bailan al ritmo de un remix de mapalé, a la vez que desfilan por la calles de una Barranquilla a la que le prometen que solo "¡La puntica no ma'!".

Para que todos aquellos que estuvieron se acuerden de lo bien que la pasaron y para que los que no fuimos entendamos de lo que estos personajes están hablando, acá las deliciosas fotos del querido Camo, un "puntero", al que le gusta "meterla todita".