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Este es el único médico autorizado del mundo para usar LSD con pacientes

No es muy difícil conseguir ácido en 2015, pero solo hay un hombre en el mundo con autorización legal para ofrecer un tratamiento a base de LSD.

Todas las fotos por el autor, a no ser que se especifique lo contrario.

No es muy difícil conseguir ácido en 2015. Mucha gente lo vende y mucha gente lo consume. Pero solo hay un hombre en el mundo con autorización legal para ofrecer un tratamiento a base de dietilamida de ácido lisérgico.

Hablamos del Dr. Peter Gasser, el psiquiatra suizo que ha pasado casi una década sumido en la investigación de sustancias psicodélicas, retomando el trabajo donde lo dejó Albert Hofmann, conocido por ser el primero en sintetizar e ingerir LSD, en 1966, año en que esta sustancia fue declarada ilegal y prácticamente se abandonó toda investigación sobre ella. Hofmann se reunió con Gasser en varias ocasiones para dar su beneplácito a la incursión de este en el campo de la terapia experimental asistida con sustancias psicoactivas.

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Gasser ha mostrado interés por los fármacos psicodélicos desde un punto de vista médico desde que probó la LSD hace casi 25 años. En 1988, la Oficina Federal de Salud Pública suiza concedió un permiso especial a varios psiquiatras para iniciar una investigación sobre la sustancia, pese a la prohibición mundial que pesaba sobre ella. Él fue uno de los cinco médicos suizos autorizados a utilizar MDMA y LSD en sus estudios y a probar el tratamiento psicoactivo él mismo, hasta que, en 1993, Suiza volvió a establecer una prohibición sobre la LSD.

Pero el Dr. Gasser no tenía intención de dejar de usar el ácido en sus investigaciones. «La existencia de estas sustancias es una realidad, por lo que yo veo más útil investigar sobre sus posibles riesgos y beneficios que impedir que se haga», escribió en un boletín para la Asociación Multidisciplinaria de Estudios Psicodélicos (MAPS, por su acrónimo inglés) en 1994. «Ignorar las sustancias prohibidas no evitará que sigan utilizándose con resultados destructivos de forma clandestina».

En 2007, el Ministerio de Salud suizo aprobó un estudio piloto de Gasser en el que se analizaban los efectos del ácido administrado a pacientes que sufrían cáncer y otras enfermedades terminales y que contaba con el patrocinio de MAPS. Cada sujeto se sometió a dos sesiones de terapia con fármacos con una interrupción entre ambas. Tras siete años de investigación, el año pasado finalmente se publicó el estudio bajo el título «LSD-assisted psychotherapy for anxiety associated with a life-threatening disease: A qualitative study of acute and sustained subjective effects» (Psicoterapia asistida con LSD para el tratamiento de la ansiedad asociada a enfermedades potencialmente mortales: un estudio cualitativo de los efectos subjetivos agudos y sostenidos). Este ensayo constituía el primero que se realizaba de forma controlada en el siglo XXI.

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«Varios sujetos murieron en el año posterior al ensayo, no sin antes vivir una aventura mental que pareció aliviar la penumbra existencial de sus últimos días», escribió el New York Times.

Gasser fue uno de los ponentes de la conferencia Horizons: Perspectives in Psychedelic Research, celebrada el año pasado en Nueva York. Tras presentar los datos de su estudio piloto, Gasser anunció que había logrado formalizar una petición al Gobierno suizo para que se aprobara el «uso compasivo» de la LSD en terapia. Hoy continúa administrando la sustancia a sus pacientes, tanto de forma individual como colectiva. Actualmente tiene a su cargo a siete pacientes sometidos a tratamiento con LSD, tres de los cuales realizarán una sesión de diez horas este mismo mes.

La consulta del Dr. Gasser se encuentra en una tranquila calle de Solothurn, un pueblo del noroeste del país helvético. Su aspecto recuerda a la de cualquier otro profesional, con un sencillo cartel en la puerta y una sala de espera de un blanco inmaculado y decorada con librerías, cuadros y flores. Lo único que podría resultar remotamente psicodélico es la propia sala de terapia, equipada con cómodos sofás y cojines en el suelo, una estatua de Buda y un equipo de música que pone banda sonora a los viajes guiados de Gasser.

Hace poco estuve en ese despacho para hablar sobre su trabajo.

VICE: Eres la única persona del mundo que tiene autorización para administrar LSD en tratamientos terapéuticos, ¿verdad?

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Peter Gasser: Sí, correcto. Curiosamente, mi amigo, el Dr. Peter Oehen, que vive cerca de aquí, hace lo mismo con la MDMA. A él le concedieron un permiso para hacer un uso compasivo de la MDMA en los tratamientos. Y el Dr. Torsten Passie [psiquiatra residente en Alemania] está tratando de obtener permiso para usar Bromo-LSD para el tratamiento de la cefalea en racimo, aunque por el momento no lo ha conseguido.

¿Qué crees que aporta la LSD a tu terapia que no podías conseguir antes?

Estoy convencido de que la LSD aporta un beneficio añadido a muchos pacientes. Lo experimenté yo mismo de joven cuando tuve oportunidad. También lo he comprobado en el estudio que realicé y en los pacientes a los que he tratado con LSD. Creo que aporta otro elemento que no se logra con la terapia oral, Gestalt, terapias del comportamiento o cualquier otra. Esto no quiere decir que piense que es el único tratamiento, el verdadero o el mejor, sino que creo que debería tener su lugar entre los otros métodos existentes. Para muchas personas resulta muy útil entrar en un estado mental alterado y vivir, quizá, experiencias espirituales, experiencias clave, algo que no se puede lograr con terapia normal.

¿Qué perfil de paciente recibe este tipo de terapias?

En el estudio con LSD trabajamos únicamente con pacientes con cáncer. Partíamos de la premisa de que una persona con una enfermedad potencialmente mortal se enfrenta a problemas existenciales, que a su vez pueden causar ansiedad. Tener un encuentro con uno mismo –que es en lo que puede convertirse una experiencia con LSD- puede ayudar a un paciente a lidiar con estas cuestiones vitales. Existen más posibilidades de estar relajado y receptivo, de forma que se reduce el nivel de ansiedad cuando se trata el tema de la muerte. Ahora estoy intentando explorar el potencial de la LSD en pacientes con otros problemas.

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Por supuesto, el caso de pacientes con cáncer es una situación especial, pero existen otros ejemplos en la vida en los que nos debemos enfrentar a cuestiones profundas y de gran importancia y en los que creo que la LSD puede ser de mucha utilidad. Lo difícil es decidir si debería ser un tratamiento exclusivo para pacientes o si también podría aplicarse en personas saludables. Mucha gente sana toma esta sustancia cada fin de semana, claro está, y tienen experiencias positivas y significativas. Pero yo debo preguntarme a mí mismo qué afecciones médicas pueden mejorar con el uso de LSD y cuáles no.

Lo bueno del uso compasivo es que no solo estoy limitado a usarlo en pacientes con cáncer, sino que puedo aplicarlo en pacientes con cualquier tipo de dolencia siempre que disponga de una buena teoría sobre los beneficios que aporta y una forma de justificarlo. Si el Gobierno de Suiza está de acuerdo, entonces tengo vía libre para usarla.

¿Ya tenías una relación profesional previa con los pacientes a los que propusiste someterse a este tratamiento o el uso compasivo te incitó a buscar y tratar nuevos pacientes que en tu opinión podrían beneficiarse de la terapia experimental?

De hecho, fue una mezcla de ambas cosas. El primer permiso que me concedieron fue para una paciente que llevaba mucho tiempo en tratamiento. Durante su infancia había sufrido abusos sexuales muy graves y hoy padece un trastorno de disociación. Pensé que podría ayudarla con LSD porque esta sustancia también es disociativa, de alguna forma, aunque consumiéndola en un entorno seguro. La LSD podía permitir que tuviera más control sobre su trastorno. Hablé del tema con el Gobierno suizo y me dieron permiso. Yo diría que está funcionando y que ha sido beneficioso para la paciencia. Ya lleva dos tratamientos con LSD y está muy contenta. Hay gente que me dice ha probado varios tratamientos y que cree que la LSD podría ayudarle a dar un paso adelante.

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¿Tienes cierta flexibilidad en la forma de administrar LSD a tus pacientes?

Sí, por supuesto, porque el uso compasivo no deja de ser una forma de tratamiento. Realmente estoy administrando el tratamiento que el paciente necesita. Puede que una persona se someta a una sesión con LSD y otra necesite ocho. Se trata de encontrar lo que sea apropiado para cada uno. En los ensayos había que administrar la misma dosis a cada paciente, pero esto es distinto.

¿Cómo decides las dosis y la frecuencia?

Tengo permiso para administrar hasta 200 microgramos en una sesión –fue el límite que solicité-, ya que es la misma dosis que utilizamos en el estudio. De todas formas, cuando es la primera vez que un paciente la toma, solo administro 100 microgramos porque creo que es suficiente y, a la larga, mejor. Si la dosis es muy alta, el paciente puede asustarse o puede ponerse tenso en lugar de relajarse. Depende de la situación y de lo que es más apropiado para el paciente desde el punto de vista médico. Podría solicitar permiso para administrar dosis mayores, pero debería justificarlo. Lo mismo ocurre con la frecuencia del tratamiento.

¿Alguno de tus pacientes ha tratado de consumir alucinógenos después de haber hecho una sesión de tratamiento contigo?

Los sujetos del estudio dijeron que, para ellos, el aspecto más interesante no era la droga misma, sino la combinación de esta con la música y la orientación, el tratamiento en su conjunto. Esa es la gran diferencia. Ten en cuenta que prácticamente todos los pacientes a los que he tratado están en la segunda mitad de sus vidas. Si quisieran consumir drogas ya lo habrían hecho antes. Basta con salir de fiesta un fin de semana.

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Cuando tomas LSD, no todo es siempre bueno. Puedes tener malas experiencias y quizá necesites un terapeuta o un orientador que te ayude a integrar o a aceptar esas vivencias complicadas.

¿Me podrías hablar de algún otro paciente que estés tratando? ¿Qué les llevó a este tipo de tratamiento y cómo decidiste que la terapia con LSD les resultaría beneficiosa?

Había un paciente muy interesante, un chico joven que está estudiando el doctorado en Filosofía y sufre un trastorno de ansiedad grave. Padece estrés debilitante cuando tiene que hacer actividades en grupo o hablar en un seminario. Ya ha hecho un tratamiento largo con terapia médica, psicológica y psicoanálisis junguiano. Le gusta su terapeuta, pero dice que solo le ayuda hasta cierto punto, porque no es capaz de lidiar con su ansiedad social en un entorno tan controlado.

Acudió a mí y le dije que debería probar a participar en alguna de las sesiones de terapia en grupos pequeños que he estado organizando. No fue fácil convencer al Gobierno de que la terapia grupal era tan beneficiosa como la individual, pero hace poco también conseguí la aprobación. Supongo que el paciente esperaba que la terapia fuera individual e inicialmente le espantaba la idea. En la sala solo éramos tres pacientes y yo, pero para él fue un reto superar aquello. Cuando salió me aseguró que había sido una experiencia fantástica. Dijo que había sido la primera vez en su vida que no se sentía amenazado en un entorno de grupo. Yo interpreté eso como un avance. Ahora va a intentar aplicar esa experiencia a su vida diaria y al entorno de trabajo. Lo curioso es que me aseguró que no sentía la necesidad de repetir una sesión de este tipo al menos durante una temporada. Primero prefiere trabajar el aspecto de la integración y volver a intentarlo en primavera.

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¿Alguna vez has tenido una mala experiencia con un paciente?

Una vez tuve a una mujer de unos 74 años en una de las sesiones de grupo. Había sufrido migrañas desde joven, es decir, desde hacía más de 50 años. Contactó conmigo y me preguntó si mi terapia podría ser útil para tratar sus migrañas. Existen informes anecdóticos que así lo afirman, así que pedí permiso al Gobierno para tratarla y me lo concedieron. Lo probamos y lo cierto es que lo pasó muy mal. No confiaba demasiado en la situación o quizá era demasiado pronto para ella, no lo sé. Estaba muy disgustada y estuvo enajenada durante toda la experiencia. Tuve que tener una charla intensa con ella para traerla de vuelta de su paranoia.

Finalmente logró calmarse y estuvo bien el resto del día, aunque dijo que no había sido de ayuda para la migraña. Sí desarrolló una perspectiva muy existencia de la experiencia y creo que llegó a entender por qué sintió esa alienación. Se debió a que fue consciente de que estaba envejeciendo y que su vida llegaba lentamente a su fin. Se le presentó con total claridad la soledad que uno puede experimentar en el ocaso de su vida. No fue fácil para ella. Cuando tomas LSD, no todo es siempre bueno. Puedes tener malas experiencias y quizá necesites un terapeuta o un orientador que te ayude a integrar o a aceptar esas vivencias complicadas.

Una carta de autorización emitida por el Ministerio de Salud suizo en la que se concede permiso al Dr. Gasser para tratar a un paciente con sesiones de LSD durante un año. Lo más parecido a una receta médica de este señor.

¿Por qué no han probado esta terapia otros médicos o profesionales? ¿Por qué tú? ¿Qué te hace especial?

¿Qué me hace especial? Creo que es el hecho de que llevo mucho tiempo interesado en estas sustancias. Pero también fue suerte de obtener el permiso para llevar a cabo mi primer estudio sobre la LSD, lo que me hizo ganar popularidad. Si el comité ético hubiera dicho que no, la cosa podría haberse quedado ahí. Pero los tiempos cambian y creo que ahora es más fácil obtener permisos y meterte en estas cosas. La gente no lo prueba tanto por el dinero. No te pagan y consume mucho tiempo. Por otra parte, para mí es muy gratificante. La gente acude a mí y se interesa por mi trabajo. Yo lo veo como una forma de abrirme al mundo.

Kevin Franciotti es un periodista independiente de Boston cuya anterior contribución sobre la investigación de sustancias psicodélicas apareció en la revista New Scientist y en Reason.com. Síguelo en Twitter.

Traducción por Mario Abad.