Las erecciones inoportunas más locas tienen respuesta médica
Ilustración por África Pitarch

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Sexo

Las erecciones inoportunas más locas tienen respuesta médica

Siempre has querido saber por qué te empalmas cuando no quieres (o en casa de tu abuela).

Tanto si tienes un modesto pene, como si te cuelgan 450 gramos de condena viril, a lo largo de tu vida habrás experimentado la visita incómoda e inoportuna de una erección en toda regla. Ya sabes, algo así como si un pequeño alien saliera, no de tu estómago, sino de tu entrepierna y la persona que se sienta frente a ti en el metro te dedicara una menospreciable mirada llena de animadversión hasta que tu Mr. Hyde volviera a ser Dr. Jekyll.

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No pienses que estás enfermo si te identificas. La doctora Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, va a dar respuesta médica a estas engorrosas erecciones que todos hemos experimentado de algún modo y nos han hecho pasar un mal rato.


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Antes de comenzar, Francisca —o Paqui, como prefiere que la llamen— me explica que “aunque pensamos que sabemos lo que nos excita, hay muchos más estímulos que no forman parte de nuestro ritual erótico que activan nuestra respuesta fisiológica sin que sepamos muy bien por qué. Lo demostró Mederith Chivers midiendo la respuesta genital de hombres y mujeres frente a todo tipo de imágenes con simbolismo erótico: hombres con mujeres, hombres con hombres, mujeres con mujeres e incluso animales”.

Cobijo bajo el sol — Carles, 23 años

VICE: ¿Cuál ha sido tu erección más incómoda?
Carles: Desde que tengo memoria, si siento el calorcito del sol invadiendo mi cuerpo y me relajo, inmediatamente me empalmo. No puedo evitarlo. He tenido muchas situaciones incómodas por esto. Imagínate.

¡Cómo, cómo! ¿Entonces si te pega el sol alzas el mástil aunque pienses en algo asqueroso?
Sí, no sé. Sé que es un poco raro, pero ya lo tengo asumido y me lo tomo con total normalidad.


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Es la primera vez que lo oigo. ¿Y tu peor situación?
Quizás la más incómoda fue cuando una pareja de amigos me estaba llevando a casa. Yo iba detrás del coche y los cálidos rayos de sol en mi espalda hicieron de las suyas. Me dejaron en la puerta y, como era un tres puertas, la novia se levantó para que pudiera salir. Cuando me puse erguido ya en la calle, casi la ensarto con la erección. Ella flipó, aunque ambos se lo tomaron bien porque ya me conocen mientras me soltaron un “estás enfermo”.

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Hay que destacar que las erecciones espontáneas son totalmente normales. A los bebés les pasa por acto reflejo cuando se les baña porque hay estímulos que desencadenan la respuesta. Una vez más es un problema educacional.

Seguramente lo que le ocurre a este chico es una respuesta condicionada por una experiencia pasada. No está enfermo ni mucho menos, sino que un día tuvo un estímulo sexual que coincidió con el sol y, poco a poco y sin darse cuenta, fue reforzando la respuesta fisiológica. Ahora para él el sol es un estímulo gatillo que provoca la erección sin conectar ningún estímulo erótico, porque nuestro cerebro es plástico y aprende todo tipo de conductas, por más curiosas que puedan parecer.


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La fisioterapeuta — Joan, 23 años

VICE: ¿Cuál ha sido el infortunio que más te ha incomodado?
Joan: Pues fue cuando me hice una rotura fibrilar jugando a fútbol en la parte de arriba del cuádriceps, cerca de la ingle. Durante la recuperación, acudía a un fisioterapeuta para que me hiciera el tratamiento. Un día, en vez de las manos del fisio de costumbre, me lo hizo una joven y guapísima chica de prácticas. Ya te puedes imaginar.

Se llevó un recuerdo tuyo, ¿no?
Vaya. Comencé a pensar en gatos muertos y a gritar por dentro: “¡Que no se me ponga dura!”. Conseguí domar la bestia en los primeros toqueteos, pero en el masaje final saltó la erección.

¿Y qué hiciste?
Le dije: “Ostias, perdona, no he podido evitarlo”. Ella se rio y me soltó que era un halago. Joder, si la vergüenza no me hubiera cohibido, le hubiera soltado algo así como “¿continuará?”.

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Tuvo una respuesta normal. Depende de la zona que se toque, un estímulo táctil cerca de la zona genital puede provocar el estímulo. A las chicas también les ocurre, aunque lo pueden disimular mejor. Se pasa peor cuando te imaginas lo que puede pensar la otra persona y niegas la respuesta fisiológica sin poder evitarlo, pero es totalmente común.


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De camino al instituto — Guillermo, 26 años

VICE: Cuéntame tu situación más incómoda fruto de una erección.
Guillermo: Iba al colegio en autobús y lo que me pasaba todos los días SIN EXCEPCIÓN era que, al llegar y bajarme del bus, se me ponía dura. Era curioso porque durante el trayecto estaba normal. Me bajaba del bus y siempre entraba empalmado al cole con la polla pillada con el pantalón. Creo que era porque me ponía nervioso o algo así.

¿A día de hoy persiste o se fue?
Cuando comencé bachillerato en otro instituto, tenía que coger el metro y caminar unos minutos. Como iba caminando, no me pasaba. No sé cuál sería en factor determinante.

¿Pensaste que tenías un problema?
No. Me parecía algo curioso y ya está. De hecho, tenía un amigo que le pasaba lo mismo. No sé, siempre he pensado que de niños o adolescentes se te pone dura por razones que no son sexuales. Las hormonas o los nervios pueden provocarla, creo.

Si es al bajar del autobús y no durante el trayecto, él tenía en el instituto una serie de estímulos sexuales que percibía sin darse cuenta. Todo son condicionamientos. No sé si habría alguna chica que le gustaba, comenzaba a sentir atracción sexual hacia otras personas o qué, pero su cerebro, ante esos estímulos inconscientes, provocaba la erección. Debe ser eso ya que cuando cambió de centro, se le fue.

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El partido de baloncesto — Juan Carlos, 21 años

VICE: No te has librado de una erección inoportuna, ¿verdad?
Juan Carlos: He tenido alguna que otra, pero sin duda la peor fue en un partido de baloncesto. Jugué de titular y, pasados unos minutos, me cambiaron. Estuve un rato sentado en el banquillo y sin saber muy bien por qué la bandera se comenzó a izar.

No me digas que te tocó jugar empalmado.
Tal cual. El entrenador me llamó para volver a la pista y angustiado le dije que tenía que ir al baño. Me metí en el vestuario y me puse unas mallas. Ya sabes, tenía el rabo como el brazo de un hombre pequeño cogiendo fruta de un árbol. A los pocos segundos volví al campo evitando durante un rato el contacto para que los contrarios no lo notaran.

La erección fue provocada por una especie de reflejo de activación. A veces con el ejercicio físico, con una contracción reiterada de según qué músculos, puede desencadenar una erección. También les pasa a muchas chicas cuando experimentan sin darse cuenta la masturbación contrayendo y relajando los abductores.


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En casa de la yaya — Raúl, 21 años

VICE: Cuéntame esa inoportuna erección.
Raúl: Pues me ocurrió en casa de mi abuela cuando tendría unos 14 o 15 años. Estaba comiendo solo en el comedor mientras veía la tele. No recuerdo si ponían una serie donde salían tías buenas o qué, pero sin quererlo mi polla se desató.

¿Y a todo esto tu abuela por ahí?
Me empecé a dar golpetazos bruscos para pillármela con el pantalón, justo cuando entró mi abuela y me enganchó tocándome ahí abajo.

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¿Se dio cuenta?
Sí, maldita sea. Fijó su mirada en mi tienda de campaña y me soltó una frase de comprensión mientras yo aspeaba mis brazos negando que tuviera algún tipo de connotación sexual. No pude evitarlo y sentí un ridículo espantoso.

En la adolescencia, el cuerpo no está acostumbrado al torrente hormonal. De no tener nada, las hormonas pasan a impregnar todos los órganos de nuestro cuerpo. Es normal que en ese autoaprendizaje se pueda experimentar una situación inesperada.

Es bueno que la abuela le intentara transmitir que no ocurría nada, ya que seguramente ella lo habrá vivido antes, por ejemplo, con sus hijos. De adulto ya no se valora con el mismo dramatismo, aunque el problema sigue siendo que se habla y se educa poco en materia sexual.


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Clase de Lengua Castellana — David, 28 años

VICE: Las aulas, ese espacio donde puede ocurrir de todo.
David: Fue durante la ESO. Estaba sentado en la última fila cuando vi que un tanga se asomaba en un par de chicas de clase. Era temprano, pero mi mente casi enfermiza azotada por el despertar hormonal hizo que tuviera una gloriosa erección entre las paredes del instituto.

¿Y qué pasó después?
Era clase de Lengua y tocaba dictado. Me imagino que la profesora me vio despistado y me hizo salir a la pizarra a escribir delante de todos mis compañeros. Hice un movimiento abruptamente sutil en mi pantalón y caminé algo tenso con el culo hacia fuera mientras pensaba que todos lo notarían. ¡Además el dictado tenía connotaciones sexuales!

Madre mía. Encima en esa edad que somos abanderados de la crueldad. ¿Qué te dijeron?
Sudé la gota gorda, pero por suerte nadie me dijo nada al respecto. Escribí como diez líneas ante toda mi clase con el pene más duro que la clavícula de un Transformer. Qué gran victoria.

Esta es una erección secundaria, ya que no es un reflejo espontáneo. Si no se hubiera angustiado, lo más probable es que la erección hubiera bajado por sí sola, pero como estuvo nervioso todo el tiempo, la mantuvo al frente de la clase. La erección no está bien vista y la reprimimos cuando es algo completamente natural. Es una respuesta de nuestro cuerpo. Cuando vamos creciendo, la mente llega a bloquear nuestra respuesta fisiológica por condicionantes sociales.