FYI.

This story is over 5 years old.

Bogotá

Por qué hay que seguir jodiendo a Peñalosa por su (no) doctorado

OPINIÓN | Y por qué no hay que parar hasta que el alcalde reconozca que mintió.
DS
ilustración de Daniel Senior
Fotomontaje: Daniel Senior

En Bogotá todavía se mueren niños de hambre. En Bogotá todavía hay gente que no tiene agua ni alcantarillado. En Bogotá en 2016 aumentó la pobreza. En Bogotá, en promedio, hay tres homicidios diarios y la gente que usa transporte público se gasta 97 minutos todos los días yendo y volviendo del trabajo.

Entonces, ¿qué importa si el alcalde Enrique Peñalosa mintió acerca de sus títulos académicos? ¿Qué va a solucionar insistir en que reconozca que engañó a todo el mundo acerca de lo estudiado que era?

Publicidad

¿No será mejor dejar de joder con esto y ponerles más atención a los 'temas importantes y serios' de la ciudad?

La respuesta es no.

Hay que seguir jodiendo. Y no hay que parar hasta que el alcalde reconozca que mintió. Y como eso puede no pasar nunca, es importante pensarse bien este propósito de la joda. Pensar bien si realmente vale la pena joder por algo importante. Por algo, además de darle rienda suelta a la rebeldía sin causa que el talante de Peñalosa tiende a desbocar. Por algo, además de los intereses políticos que cada uno tenga sobre la revocatoria.

Lea también: 'Firmar la revocatoria de Peñalosa es casi tan tonto como haber votado por él'

Se me ocurren al menos tres razones por las cuales es importante insistir. Tres razones por las que creo que esta joda es buena para Bogotá. Y buena en el sentido de que tal vez ayude a que en el futuro esta sea una ciudad donde no se mueran niños de hambre, donde todo el mundo tenga agua y alcantarillado, donde nos demoremos menos yendo al trabajo y donde sea menos probable que a uno lo maten.

Entonces, por esto hay que seguir la joda:

1. Para que en Bogotá las palabras de los políticos importen

Idealmente, la palabra debería ser lo que define el voto por un candidato. La palabra en la forma del discurso acerca de quién es, qué cree y qué va a hacer. La palabra en contraposición a la compra del voto, a si es amigo, a si hace negocios. Ese debería ser el vínculo del contrato con alguien a quien uno elige. Por eso cuando surgen falsedades en las palabras se rompe el contrato. Y si el contrato se rompe, el político debe una explicación. Todo para que, en el futuro, las cosas que dicen los políticos sean más parecidas a las cosas que hacen.

En el caso del doctorado de Peñalosa, la palabra, la discusión acerca de qué fue exactamente lo que afirmó, demuestra que sí importa. A pesar de que los peñalosistas consideren que este es un tema de poca importancia, han hecho esfuerzos para no reconocer que hubo un engaño.

Publicidad

Cuando Juana Afanador y Carlos Carrillo mostraron por primera vez que Peñalosa no tenía un doctorado, la respuesta en un comunicado de la Alcaldía fue que "nunca ha dicho, él personalmente, tener un doctorado". De hecho, parecía no importar que Peñalosa hubiera por años permanecido impávido cuando otros lo presentaban como doctor. Pero luego aparecieron dos entrevistas en El Universal de Cartagena y una más en O Globo de Brasil. En esta última Peñalosa sí lo dice: "él personalmente". Es decir que miente dos veces: al decir que tenía doctorado y al decir que nunca dijo que lo tuvo.

2. Para que en Bogotá un doctorado (de verdad) importe

Y miente Peñalosa sobre un tema que sorprende gratamente que le importe tanto a la gente: un doctorado. El título de los títulos. El que toma años. Un título para el que, supuestamente, hay que aportar un pedazo nuevo de conocimiento a un área específica. Un título que en este país se le da tan fácilmente a cualquier encorbatado. El "Sí, mi doctor" es finalmente valorado en Bogotá.

Por eso es inaceptable la explicación más reciente de Peñalosa acerca de una "confusión de equivalencias". De que uno no sabe qué es equivalente a qué, sobre todo hace tanto tiempo. Agrega al insulto de faltar a la palabra intentar confundir maestrías sin tesis con un doctorado. Y que eso a la gente le importe es importante para que quiera hacer un doctorado y para que aprecie a quien hizo uno de verdad.

Publicidad

3. Para que en Bogotá los poderes no puedan imponer lo que importa

No es casual que no hayan sido periodistas (Afanador y Carrillo) los primeros que denunciaron el falso doctorado. Lo hicieron con una columna de opinión en El Espectador. Los grandes medios han participado tímidamente en el registro de lo que pasa, y sin ningún interés de hacer presión sobre el alcalde por haber mentido sobre sus credenciales.

Desde entonces, la discusión se ha dado por fuera de las grandes casas periodísticas y sobre todo en las redes sociales, donde las reacciones son tan virulentas que algunos medios solo se atreven a hacer registros tímidos. En las radiografías de prensa sobre la alcaldía, en los editoriales acerca de las causas de desconfianza e insatisfacción, el tema no aparece, o aparece velado bajo la personalidad "antipática" o "distante" del alcalde.

Lea también: 'El Bronx era más que droga (y por eso algunos lo extrañan)'

Hay claramente una decisión editorial de hacer de esto un 'no tema', algo que no importa. Y eso, decidir lo que importa, debe dejar de ser una prerrogativa de grupos de medios con una fuerte influencia empresarial, vinculados a intereses económicos distintos a los de la mayoría de ciudadanos y a los de sus propios lectores.

A perseverar en la joda, para que no nos crean estúpidos y para que haya consecuencias para quienes ya lo hicieron y lo siguen haciendo. Al menos, la de tener que aguantarnos porque jodamos con razón.

* Este es un espacio de opinión. No representa la visión de Vice Media Inc.