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Drogas

Entrevistamos a Marc Emery, la razón por la que celebramos el 4/20

Este activista del cannabis ha dado hasta su libertad por defender nuestro derecho a fumar hierba libremente.
Foto por Oswaldo Beltrán.

Si hay alguien que puede jactarse de dedicarle su vida al cannabis es Marc Emery. Este canadiense, autodenominado el Príncipe de la Marihuana, fue pionero en promover manifestaciones a favor de la descriminalización de la planta en el mundo hace varias décadas, es el fundador de la revista Cannabis Culture, como también de varios partidos políticos pro cannabis en Canadá. También está vetado de los dispensadores de marihuana medicinal de su país e incluso pasó cinco años en la cárcel por comercializar semillas a Estados Unidos.

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Uno de los logros cannábicos más importantes de este activista fue contribuir a que el 4/20 se volviera una celebración masiva, comenzando por Vancouver. Si bien la práctica de fumar a las 4 y 20 empezó en los setenta en California, con un grupo de amigos que se hacían llamar The Waldos y se reunían todos los días a esa hora a pegarlo escuchando Grateful Death, no fue sino hasta 1995 que el icónico número se convirtió en día de celebración y de protesta en esta ciudad canadiense. Ese día, Emery, junto con un grupo de empleados de su empresa de cáñamo, Hemp BC, lo pegaron todo el día en el espacio público, junto a más de 200 personas, para celebrar a la planta y para exigir su legalización. El resto es historia. Ahora la celebración durante este día se realiza en muchos países del mundo.

En el último año, Emery se ha dedicado a asesorar a cultivadores y activistas en Latinoamerica y Europa. En ocasiones también viaja para ser jurado de copas cannábicas, donde los cultivadores compiten por tener las mejores cepas. A comienzos de este año Emery visitó nuestro país y pudimos hablar con él largo y tendido sobre su tema favorito.

Su visita fue fructífera: conoció a varios cultivadores de Soacha, se echó los plones en Monserrate y hasta se compró la camiseta de nuestra selección para apoyar a Colombia en el mundial.

Foto: Oswaldo Beltrán.

¿Qué tal Colombia? ¿Qué cosas te han impresionado?
Llegué el 30 de diciembre, en la noche de año nuevo estuve grabando videos y lanzando voladores. Me sorprendió cómo la gente encendía muñecos de año viejo de Trump, Maduro, el Chapo Guzmán y Escobar. Nunca había visto este tipo de celebración en mi vida, espero volver con mi esposa en noviembre de este año para participar en Expoweed Medellín y quedarme de nuevo a celebrar la noche del 31.

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En mis primeros días acá solo encontré marihuana de barrio, fue terrible. Casi no prendía ni trababa. Por fortuna encontré un club social de cannabis en la ciudad, donde conocí a un norteamericano que vive en Medellín, quien me dio a probar las variedades locales: Blue Dream y Medallo Gold. Me sorprendió que, a pesar de no ser muy fuertes, sí eran muy resistentes a cosas como el clima frio y lluvioso, e incluso a los insectos.

También visite Toribío, Cauca. Me la pase fumando chongers – como se le dice a los porros gigantes que fumaba Tommy Chong, en el clásico de cine marihuanero Cheech & Chong. Me quedé en una casa museo donde coleccionan artefactos relacionados con marihuana, y ahí mismo me hicieron un tour por plantaciones de fincas cercanas. Me sorprendió que en Cauca hay cerca de 40.000 familias cultivando cannabis, quizá haya el mismo número cultivando coca, opio, café o azúcar.

Supe que tuviste un incidente en el aeropuerto antes de llegar a Bogotá, ¿qué paso?
Cuando estuve en el aeropuerto de Cali escuché que me llamaban por los altavoces, la policía quería hablar conmigo. Al parecer los perros olieron un gramo de marihuana que tenía en mi maleta. Le dije a las autoridades que yo era periodista y les mostré fotos de mi viaje a los cultivos de marihuana en Toribío. Pensé que se habían creído mi historia y por eso me habían dejado ir, pero la policía ya me había buscado en Google, ya sabían quién era. Afortunadamente siempre que viajo leo las leyes de porte de cannabis del país al que voy, así que sabía que todo estaba bien. Estoy feliz de no haber hecho algo estúpido.

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¿Qué preocupaciones o expectativas te han expresado los cultivadores que has conocido en nuestro país?
Todos están optimistas. Dicen que van a conseguir licencias para fabricar productos y venderlos internacionalmente. Sin embargo existe un problema en los países donde la marihuana es legal, y es que los gobiernos hacen regulaciones que favorecen a las compañías multinacionales, dejando así por fuera al pequeño comerciante o cultivador. No podemos dejar que eso pase aquí.

¿Cómo visualizas el futuro del cannabis medicinal en Colombia?
En algunas provincias de mi país las personas solo pueden cultivar cuatro plantas, mientras que aquí son 20. Por eso pienso que la marihuana es más legal en Colombia. El país tiene mucho potencial; producir aceite medicinal en Colombia sale muy barato, diría que el precio promedio está entre 20 y 50 centavos de dólar por gramo. En Canadá el precio de producción está entre 22 y 28 dólares americanos por gramo. Lo ideal sería que Colombia exportara en un futuro aceite medicinal por un precio cercano a los tres dólares, eso funcionaría muy bien en Canadá.

Foto por Oswaldo Beltrán.

¿Cuál es la principal diferencia entre las semillas colombianas y las canadienses?
La diferencia es que la tecnología es mucho más sofisticada en Canadá. No he visto ningún cultivo aquí que se acerque a las plantaciones interiores de Canadá, donde en un sótano o invernadero puede haber hasta mil luces. Aquí todo el mundo cultiva en techos y balcones. No obstante, los cultivos al aire libre colombianos pueden ser tan buenos como los canadienses, entonces ¿quién es realmente más sofisticado?

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En conclusión, los cultivadores en Norte América son más avanzados, pero en Colombia son más exitosos, pues una persona puede cultivar 20 plantas a costos menores, y además los arriendos de lugares son más baratos.

¿Cree que podríamos igualar la tecnología que se usa en otros países?
Sí podrían, pero no lo necesitan. Para mejorar, un buen comienzo sería controlar la temperatura para el florecimiento, la ventaja es que aquí el sol sale a las 6 am y se oculta a las 6 pm, entonces usando luces por 3 horas más ayudaría mucho. Otro aspecto a trabajar es la genética, se necesitan más semillas y experimentación. En ese sentido sí se necesita sofisticación, lo que no quiere decir tecnología para el cultivo sino para la genética. Pienso que si se cruzan semillas locales con variedades más fuertes, en los siguientes cinco años Colombia puede producir marihuana de clase mundial, de la misma calidad que en British Columbia o California.

¿Cómo fue que el 20 de abril se convirtió en el día internacional de la marihuana?
En 1994 contraté a dos chicas para mi pequeña tienda Hemp BC Shop en Vancouver, en la cual, aunque no vendía marihuana, comercializaba bongs, pipas y libros de cultivo, todo esto era ilegal en esa época. En su primer día de trabajo mis empleadas dijeron “¡Es 4/20, vamos a fumar!”. No entendí lo que pasaba; me explicaron que en los conciertos de Grateful Dead la gente gritaba 4/20 y enseguida comenzaban a fumar, así que decidimos continuar la tradición en las tardes. Al siguiente año, ambas me propusieron hacer una celebración el 20 de abril en el parque Victory Square, que quedaba enfrente de mi tienda. Su idea no era fumar solamente a las 4/20 pm, sino todo el día. Pusimos música desde el mediodía hasta las cinco de la tarde ese 20 de abril de 1995. Todo el mundo se nos quedaba mirando. Pensamos que la policía iba a caer en cualquier momento, pero nunca llegaron.

En 1996 lo volvimos a hacer, y ya éramos casi mil personas celebrando, así que para el siguiente año nos trasladamos frente al museo Art Gallery. La celebración comenzó a crecer cada año, para 2004 ya éramos casi 6.000 y actualmente son 100.000 personas las que se congregan. El único festival cannábico más grande que el nuestro es el Hemp Fest, en Seattle, que tiene casi 250.000 personas. Ellos comenzaron incluso antes que nosotros, en 1993, pero nosotros fuimos los primeros en celebrar el 20 de abril.

¿Cómo la pasaste el 20 de abril de 2015, la primera celebración a la que fuiste luego de estar en la cárcel?
Pasé cinco años en la cárcel por vender semillas de marihuana en Estados Unidos. Al salir celebré el 4/20 en Vancouver, e ese día hasta le hice campaña al hoy primer ministro Justin Trudeau, quien prometió legalizar la marihuana y no lo hizo. A pesar de esto fue un gran día: prendí 300 porros y los roté entre la multitud, mientras mucha gente me pedía fotos. Generalmente en este tipo de festivales fumo mucho y al otro día necesito descansar e hidratarme un poco.

¿Cuál crees que es el significado de celebrar el 4/20?
El mensaje es que el cannabis es divertido, es por eso que a las personas jóvenes les gusta. El cannabis da energía y hace las cosas más positivas, como el sexo, la música o incluso salir a caminar por el parque. Incluso cuando estoy en lugares altos como Bogotá, la marihuana me ayuda a respirar, ya que vengo de una ciudad al nivel del mar.

Para mí el 4/20 es una celebración, un festival, no es algo realmente político. A veces, como en 2015, se vuelve un poco político por tiempos electorales, pero esa no es la idea.