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20x20

20X20: Gabriel Wolfson

Los 21 autores de nuestro especial de ficción responden a 20 preguntas sobre el oficio de escribir.
Imagen cortesía de Gabriel Wolfson.

Como apéndice de nuestro Especial de Ficción 2016 dedicado a la literatura de América Latina, los 20 autores antologados han sido invitados a contestar un cuestionario de 20 preguntas sobre los usos y costumbres, rituales y obsesiones que suelen acompañarlos en el oficio de escribir.

Gabriel Wolfson (Puebla, México, 1976). Profesor en la UDLAP. Libros recientes:  Be y pies (Tumbona, 2015) y  Profesores(Conaculta, 2015). Colaborador asiduo de la revista Crítica. Editor de tres minúsculas colecciones editoriales.

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En nuestro Especial de Ficción 2016 participó con el relato "Nota", que pueden leer AQUÍ. Si quieres leer la revista completa en PDF, haz click AQUÍ.

VICE: ¿Para qué carajos "sirve" la literatura?
Gabriel Wolfson: Mmm… habría que entrecomillar "literatura", no "sirve". Para muchas cosas: el ego, la plática tranquila, el sentido de la existencia sin hijos, en fin. Lo que no sabemos es qué es lo que sirve para todo eso: una palabra entrecomillada.

¿Cuál es la mentira que más repite?
No se me ocurre.

¿Recurre a la literatura para responderse preguntas existenciales? ¿Qué libro le ha sido más efectivo en este apartado?
Sí, pero hay que seguir insistiendo con la falta de entrecomillado. Este cuestionario pinta muy canónico, parece de Letras Libres, no de VICE.

Así que: algo de Bernhard, y creo que sobre todo Lo que queda de Auschwitz, de Agamben. En alguna época, ya no, El suicida, de Reyes. Ahorita mismo, Los hijos de la noche, de Santiago López Petit.

¿El taller enseña a escribir? ¿Tallerea sus textos?
Esto ya parece encuesta de satisfacción del FONCA. El "taller" puede enseñar tantito a escribir, la cosa es que ya prácticamente no hay talleres para eso. Los hay para redactar novelas, para concluir novelas, para destilar autobiografías, para aventar testimonios, para aprender dos términos de retórica, para publicar algo.

No "tallereo" mis textos desde hace años. Los doy a leer a unos pocos cuates. Últimamente caí en cuenta de que me gustaría hacerlo más, así que lo haré más.

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¿Qué reliquia literaria le gustaría poseer? ¿Cuál va a legar usted?
Nada, cosas conseguibles: la primera de Epigramas, las primeras de López Velarde, la primera de El libro vacío. Hombre, un Pedro Páramo primera edición me vendría bien. Soy totalmente nacional y sin aspiraciones, según veo. ¿Qué legaré? Por ahí va: primeras ediciones que tengo porque mi padre o mi madre, jóvenes entusiastas, las compraron en su momento: De perfil, El apando, cosas así.

¿Pensamiento mágico o rigor científico?
Nada de pensamiento mágico. No creo en dioses, no creo en la "literatura" ni el arte, no creo en la homeopatía, los ovnis, los fantasmas, Televisa, la bondad humana, la naturaleza, la energía, el magnetismo, el marxismo, las flores de Bach, la vibra, el liderazgo, la voluntad, la mejora continua, las constelaciones, los chakras, el fut, jodorowskis, el libre mercado, el cosmos, el espíritu, la maldad, la reencarnación, el eterno retorno, las pirámides, el solsticio, la estética, el éxito, los sueños, el I-Ching, el Mictlán, el Imperio, la Virgen, nada, no creo en nada de eso.

Para la escritura, ¿ruido o silencio? Especifique el ruido o silencio de su elección.
Musiquita, sin letra y hasta sin línea melódica. O silencio, el ruido ambiental del lugar donde esté. Ya no creo en aquellos rituales de escritura, antes sí pero ya no. Me gustan como relato, pero cuando quiero escribir, casi da lo mismo el entorno.

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¿Con qué estimulante atiza a la musa cuando anda lenta?
No creo en la musa, tampoco. Si la pregunta en verdad pregunta eso, digo que con ninguno: leer otras cosas me sirve para escribir, a veces nada me ayuda más que leer otras cosas y robarme líneas de ahí. Marlboro rojos.

¿Ha usado la trama de alguno de sus libros para ajustar cuentas con algún enemigo? (en caso de que los tenga, porque acá, asumimos, somos todos gente de mucha paz)
Ajá. Algún cuento de hace años, para vengarme candorosamente de una serie de funcionarios culturales nefastos con los que me tocó lidiar unos meses de mi vida. En Be y pies aparecen dos empresarios imbéciles y gandallas que encarnan para mí a unos cuantos tipos, conocidos y no, que a su vez encarnan mucho de lo detestable del neoliberalismo a la mexicana. Y en fin, justo en el texto que publicó VICE en el Especial de Ficción 2016 intento por primera vez parodiar una escritura que desprecio.

¿Cree en el talento, en el esfuerzo o en ninguno?
Ya dejé en claro que no creo en nada.

¿Qué artículos descansan sobre su mesita de noche?
Una carpetita que era de mi abuela paterna, tres libros que están ahí para que un día los lea (uno sobre afasia de Sheila Hale, los diarios de Kafka) o los relea (Palinuro) pero que más bien sostienen la lamparita de noche; mi reloj, y lo que realmente estoy leyendo, revista o libro.

¿Por qué cuesta tanto trabajo escribir bien sobre sexo?
A veces, por esa idea ridícula de que existe por un lado el sexo (o la pornografía) y por otro el así llamado "erotismo". Quizá también por tomar el asunto como un programa de trabajo o una obligación: ¿"escribir sobre sexo"? ¿Se escribe "sobre" algo?

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¿Con que género artístico distinto a la escritura dialoga su obra?
Con la música, ojalá.

¿Cuándo fue la última vez que pensó que iba a morir? ¿Bajo qué circunstancias?
Hace poco más de cuatro años. Las circunstancias no le importan al público lector.

¿Qué libro le parece más sobrevaluado? ¿Y el más infravalorado?
Muchos. Tantos, que no sé si tenga caso entrarle. A ver, suelto no libros sino nombres para mí sobrevaluados: Tabucchi, Mutis, García Márquez, Elizondo, Martin Amis, DeLillo. Etcétera.

Infravalorados también muchísimos. Caso actual: la gente del grupo Diáspora(s).

¿Qué autor o autora le gustaría mantener en secreto por siempre?
Samuel Walter Medina.

¿Roba libros? ¿Cuál fue el último?
Leve. No de librerías. Uno de mis mejores amigos es librero y estoy un poco harto del discursito romántico sobre el robo de libros (por ejemplo, esta pregunta). Robo en el sentido de no devolver alguno que me prestan. El último: El cansador intrabajable (ii), de Claudio Bertoni.

¿Qué opina de los apoyos del estado a los autores? Disfrácese de gestor por un inciso: ¿qué arreglos le haría a los sistemas de subvención?
No muchos, me parecen un buen contrapeso a la voracidad del mercado, a su rollo de competencia y éxito como de película gringa de fut americano. No sé cómo, pero habría quizá que balancear en ellos cierta tendencia a favorecer el puro empeño, la pura constancia, ese tesón del "profesional" que presume las 40 cuartillas diarias, los 8 borradores destruidos.

¿Si se le daña el disco duro irremediablemente, lo consideraría una tragedia o un alivio?
Sepa. Creo que Eugenio D'Ors decía que cada diciembre quemaba la mejor o las mejores páginas que hubiera escrito ese año. No está mal la idea.

¿Por qué son tan fallidas las campañas del estado para promocionar la lectura? Invéntese un eslogan.
Odio los eslóganes, así que no. Son fallidas por muchas cosas, una de ellas el hecho de que todos quienes las conciben, ejecutan, gestionan, etcétera, son los últimos en leer.