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Pero no me malinterpreten, siempre me ha gustado probar cosas nuevas en el sexo, incluso tuve una etapa fetiche. En esa época vivía en Vancouver. Fui a una fiesta llamada Glory Days y me puse una gargantilla fetiche, de esas que tienen un aro enfrente, porque se veía bonita (una disculpa a la comunidad fetichista por la apropiación). No tenia intenciones de usar la gargantilla para fines sexuales hasta que, unas horas más tarde, un hipster que vi en el antro poco antes me envió un mensaje directo con una línea sutil pero efectiva: "Me gusta la gargantilla que traes". Más tarde, a las 4 AM, este mismo hipster me llamó. Yo estaba borracha y lista para tomar otra serie de malas decisiones. Pedí un taxi que me salió muy caro para llegar a su casa y tuvimos sexo fetiche (¿así se dice?) con cuerdas, asfixia, látigos, lubricante y otras cosas que no recuerdo. Nunca antes lo había hecho y en realidad no me prendió. Pero fue gracioso e interesante ver cómo él podía venirse con algo que para mí era tan cómico.
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Después de analizar mi propia mente y hacerla de mi propia terapeuta, logré identificar algunas barreras mentales que me han llevado a esta etapa de mi vida. Es triste admitirlo pero no se me ocurre una sola cosa que me excite. Solo he tenido una relación en toda mi vida. Al principio creí que nuestra relación era sana pero, en retrospectiva, me doy cuenta de que nunca pude compartir mis deseos y mis preocupaciones con mi ex pareja. Siempre tuve miedo de hacerlo sentir menos como hombre, lo cual nunca fue mi intención, pero gracias sus pésimas relaciones pasadas, siempre creía que lo estaba juzgando o menospreciando cuando hablábamos de cómo nada me prendía. Ahora que lo pienso, en realidad eran mis propios problemas —sentirme usada; no saber nada de sexo; creer que el sexo era algo que tenía que "soportar" para hacer feliz al hombre; no sentirme 100 por ciento cómoda con mi cuerpo; ser de origen indio y, por lo tanto, tener mucho vello (algo que los hombres blancos y negros nada más no entienden)—, los que no me dejaban tener un orgasmo. Si él hubiera sabido todo esto y yo me hubiera sentido cómoda hablándole de mis inseguridades, entonces quizá podría haberme sentido más en confianza con él.
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