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Por otra parte, hay que tener en cuenta a todos los legendarios fotógrafos de moda que ha reclutado Klein para tomar sus fotos: desde Herb Ritts hasta Peter Lindbergh. Y ni hablar del repertorio de celebridades, que en la campaña de la pasada primavera incluyó a Kendrick Lamar, Kendall Jenner y Justin Bieber, quien vuelve a aparecer, después de haber generado controversia en 2015 con un robusto y notorio bulto bajo sus… ¿eran boxers o calzoncillos? Si no puedes recordarlo, ese es exactamente el punto. La evidente sexualidad de los anuncios se ha convertido casi en una parodia de sí misma y, en el caso de esta campaña, Saturday Night Live lo aprovechó. En un sketch Kate McKinnon imitó a Bieber mirando coquetamente a la cámara y simplemente afirmando: "Mi pipí está ahí". Pero como bien lo ilustra la debacle de la entrepierna de Bieber, la publicidad de Calvin Klein saca provecho del verdadero poder de la ropa interior: la habilidad de no quitarle protagonismo al modelo.En ese sentido, un par de Calvin Klein cumple con la última y tal vez más importante regla de los diez principios de Dieter Ram para el buen diseño: "Tan poco diseño como sea posible". Los boxers que usaba Mark "Marky Mark" Wahlberg en el comercial de Calvin Klein de 1992, o los calzones que llevaba su coestrella, Kate Moss, tienen líneas tan limpias que es imposible imaginarse la ropa interior de cualquier otra forma. Los estilos no son sólo clásicos, sino casi imposibles de mejorar.Además son exactamente lo contrario a la ropa interior "sexy" tradicional. En vez del encaje negro y el listón, estos tienen una cinta elástica práctica, tejida con un nombre (no muy llamativo) masculino en ella. El hecho de que estas prendas básicas se hayan convertido en el símbolo del erotismo va en contra de todo pronóstico. Pero tal como la lata de sopas Campbell, los calzoncillos de CK han trascendido la pregunta por cualquier encanto innato para convertirse en objeto de fetichización masiva. Hay algo intrínsecamente estadounidense en estos boxers; de hecho, algo ligeramente puritano. Y en 2016, en un momento en el que la idea de género binario está desmoronándose rápidamente, la neutralidad de una ropa interior sin adornos, casi utilitaria, es más fresca que nunca.