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El grupo que quiere reforestar la Sierra Nevada de Santa Marta

La deforestación es un problema grave que acecha este importante rincón ecológico desde hace mucho tiempo.

Dicen algunos que la Sierra Nevada es el corazón del mundo: un lugar sagrado protegido por las comunidades indígenas que allí habitan. Estas comunidades, tal y como su tradición lo dicta, están encargadas de conservar el equilibrio espiritual de la Madre Tierra.

Pese a todo eso que acabo de enunciar, el 80% de los bosques que la conforman han desaparecido: la Sierra está amenazada, en peligro.

El tema lo había denunciado el diario El Heraldo en un artículo publicado en mayo del año pasado. Con datos de la fundación Pro-Sierra, el artículo alertaba que de los 21.000 kilómetros cuadrados de selva y páramos que conforman este territorio, solo quedan 3.570 hectáreas de bosque original, lo que equivale a tan solo el 17%. Es decir, que el 83% restante ––17.430 hectáreas–– están afectadas por la intervención del hombre.

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Pero el tema venía incluso de tiempo atrás. En el libro Universo Arhuaco, un texto escrito por los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, que fue presentado en junio de 1997 en el marco del VII Festival Internacional de Poesía en Medellín, el capítulo "Vivimos en una situación de transición, diálogos con los Mamos Francisco Zalabata y Crispín Izquierdo" sostenía que: "hoy nos quedan el 25% de bosques primarios de la Sierra".

Ellos lo expresaron así, como quedó consignado en el libro: "después de nosotros tener unas grandes montañas guardadas allá, a partir de los años 70 se nos vino una avalancha de hermanos menores del interior que empezaron a hacer de esa tierra tan rica, el oro verde, a través del cultivo de marihuana y hoy la amapola, pero ese no es problema de nosotros los indígenas".

La organización Jaguar Sierra, dirigida por el fotógrafo Santiago Roa, y conformada también por líderes indígenas koguis y arhuacos, campesinos, artistas, emprendedores y ambientalistas, se ha fijado la idea de sembrar bosques allá con el fin de preservar la naturaleza, mitigar el cambio climático, asegurar el agua, crear fuentes de alimento y, cómo no, reconectarnos con la naturaleza.

El proyecto, denominado Corazón del Mundo, nació en diciembre de 2015 después de un viaje por ciudad perdida. La idea es, inicialmente, reforestar dos cuencas: la del río Palomino y la del río don Diego. Ya empezaron a sembrar algunos árboles. Por ahora, cuando el proyecto es apenas una semilla y anda en busca de apoyo y alianzas, se tiene presupuestado sembrar más de 4 mil arboles, que no es mucho, pues según Santiago Roa, su director, al año se talán más de 200 mil. Igualmente, el proyecto ambiciona no solo reforestar la Sierra sino otros lugares del país.

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Los indígenas también han puesto de su parte. Según Tito Rodriguez, jefe del Área Protegida Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta, que representa entre el 30 y 40% del total de La Sierra Nevada, los indígenas, habitantes originarios de la zona ––wiwas, koguis, aruhacos y kankuamos––, desde hace más o menos 20 o 30 años tiene una propuesta basada en procesos de recuperación de su territorio.

"La propuesta de ellos es un proceso de saneamiento y recuperación territorial. Ellos han venido comprando predios de colonos campesinos y ahí van instalando a sus familias". Bajo su lógica de relación con la tierra, lo que hacen es dedicar entre el 60 y 70% del territorio que adquieren para conservación y el porcentaje restante lo destinan para sus usos y necesidades básicas. Así van consolidando un proceso de recuperación territorial. Van volviendo a lo que era suyo.

Para Tito Rodriguez, el tema de reforestación dentro del Parque Natural no es prioritario: "los temas de deforestación dentro del parque no son tan fuertes, la transformación de bosque natural y primario no ha sido tan marcada", explica Rodriguez.

"Con los últimos datos que tenemos ––dice Rodriguez––, del área total del parque, casi el 90% se encuentra en estado de conservación y el otro 10% se encuentra en algún proceso de transformación. Lo que nos indica que dentro del parque el tema de la deforestación no es muy fuerte. Pero hacia la parte de afuera hay poblaciones colono campesinas, también está el tema agrícola y hay procesos de intervención mucho más fuertes".

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Ahí está el problema. Según Alejandro Arias, periodista y ambientalista de la región, hay varios componentes: está la parte que pertenece al parque y a los indígenas que está bien conservada y lo que está por fuera de ese perímetro que no está en tan buen estado pues es ahí donde se da la agroindustria.

"En esos territorios que no están en manos ni del parque ni de los indígenas sí es terrible y la verdad sí está poniendo en una serie de amenazas a todo el ecosistema. Hoy muchos campesinos reconocen que han sido desplazados ya no por la violencia guerrillera, ya no por la violencia paramilitar, sino por el tema de falta de agua".

Lo que pasa entonces, según Alejandro, es que se están ampliando las fronteras agrícolas. "Hay territorios que se cuidan porque son parques, otros porque son indígenas, otros porque están los campesinos pero hay otros en manos de la industria que son los que más sufren", dice Alejandro.

El estudio de la tasa anual de deforestación de 2014, presentada el año pasado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales ––IDEAM––, mostraba que a nivel nacional se indentificaron un total de 140,356 hectáreas deforestadas en 2014, es decir que la deforestación aumentó un 16% con relación al año 2013.

Todos los esfuerzos parecen ser bienvenidos. Tanto la propuesta de los indígenas de ir recuperando sus territorios de a poco, como la iniciativa de Jaguar Sierra y su proyecto Corazón del Mundo de reforestar, también de a poco, La Sierra Nevada. A medida que el proyecto crezca, podrían consolidarse alianzas en otras partes del territorio nacional.

En el caso particular de La Sierra, está representa "una pirámide de nieve natural, la montaña costera más alta en el mundo. Es un microsistema que mantiene el equilibrio del ecosistema de la tierra. Todo lo que pase allá afecta al resto del mundo, los mamos han mantenido el balance de ese ecosistema durante miles de años en silencio, hacen pagamentos en sitios específicos, manteniendo la armonía de este mundo y los mundos superiores", dice Santiago Roa. De alguna manera hay que intentar evitar acabar con los bosques porque una vez se tumban ya nada vuelve a ser igual.

En el proyecto funciona a través de crowfunding. Quien desee colaborar podrá adoptar un árbol y hacer donaciones que van desde $1 hasta 2 mil dólares.

Si se anima a ayudar, siga la organización Jaguar Sierra por aquí. Y si quiere donar al proyecto Corazón del Mundo hágalo por acá.