FYI.

This story is over 5 years old.

El Editorial VICE

Están dejando sin verdad ni memoria a la ‘generación de la paz’

OPINIÓN | Murió el general Harold Bedoya. Con el murió también un trozo de verdad. Más respeto, señores. Colombia no merece este trato.

El pasado martes 2 de mayo, a los 78 años, murió en el Hospital Militar de Bogotá el general Harold Bedoya, víctima de un cáncer linfático que desde hace años lo acosaba. A su muerte —por supuesto una tragedia para sus familiares y amigos— se sumó un homenaje dividido en la Colombia para la que trabajó durante 42 años de servicio castrense. Los unos rescataron su labor, la de un patriota comprometido con la seguridad del país y amado por la tropa. Los otros veían en él un libro cerrado frente a penosos hechos históricos aún no esclarecidos en este país.

Publicidad

No podemos ignorar la queja de los segundos porque al mismo tiempo estaríamos ignorando preguntas fundamentales para el desarrollo de una sociedad esperanzada de darse una oportunidad después de la guerra. ¿No será que nuestra memoria histórica se nos va hacia las tinieblas con el silencio y posterior fallecimiento de personajes como Bedoya? ¿No es esta, entrados el posconcflicto y la Jurisdicción Especial para a Paz, la oportunidad de que viejos militares ayuden a saber qué pasó en medio del conflicto armado y de la violencia de la lucha feroz contra el narcotráfico? ¿Qué excesos se cometieron? ¿Qué tenemos que recordar y castigar?

Lo único que queda por hacer es exigir una reconstrucción histórica urgente antes de que sus protagonistas se nos vayan en silencio. La narrativa de un país distinto lo exige. Nuestros líderes deberían estar pensando en eso: en ese pedazo de historia colombiana que no podemos dejar otra vez escaparse de nuestras manos. El ejemplo de Bedoya, su carrera, es elocuente.

Bedoya nunca fue judicializado, pero durante su vida hubo una sombra alrededor suyo, de acusaciones y condenas de personas de su círculo más cercano. Si tan intrépido era el general, como lo fue en su calificada gestión, no podía ser ciego frente a lo que en sus narices sucedía.

¿No será que nuestra memoria histórica se nos va hacia las tinieblas con el silencio y posterior fallecimiento de personajes como Bedoya?

Publicidad

Empezando por el paramilitarismo, que, sentencias judiciales de por medio, operó con el beneplácito de algunos sectores de las Fuerzas Armadas y que hoy sigue su senda criminal irrefrenable por las calles del país, asesinando a civiles inocentes a su paso. Claridad sobre la relación del paramilitarismo con las fuerzas del Estado la han pedido a gritos no solo las agrupaciones sociales y los movimientos políticos de izquierda, sino también algunos miembros desmovilizados de esos mismos grupos criminales.

Tenemos, por ejemplo, el testimonio que en 2011 la Fiscalía recogió de Freddy Rendón Herrera, alias El Alemán, cuyo Bloque Élmer Cárdenas dejó, según Justicia y Paz, 11.127 víctimas de asesinatos, desapariciones y desplazamientos. Sobre la relación del Ejército con las autodefensas, El Alemán dijo: "Señoría, yo no señalaría con nombre propio a un general porque en la literatura sabemos que desde 1965 los militares tienen una línea de apoyo con las autodefensas. Sin que eso le representara ir a la cárcel, Harold Bedoya, un gran militar y patriota, podría contarnos un poco la historia y el papel del Ejército. También Rito Alejo del Río. Hay unos ocho o diez generales que podrían hablar".

Ya entrados en la mención del tenebroso nombre de Rito Alejo del Río, tenemos también la defensa que de él hizo el general Bedoya en múltiples ocasiones. Lo consideró un héroe, salvador del Urabá antioqueño, merecedor de "un homenaje, porque fue el responsable de que el Urabá no se perdiera". Por sus acciones como comandante de la Brigada 17 del Ejército, Del Río fue condenado en 2012 por el asesinato de Marino López Mena en 1997.

Publicidad

Y podríamos seguir.

El general Bedoya defendió al coronel en retiro Alfonso Plazas Vega, condenado por la desaparición de personas durante la retoma del Palacio de Justicia en 1985 (quien fue absuelto por parte de la Corte Suprema de Justicia años después). Fue el objeto de una petición que la familia de Jaime Garzón (basada, entre otras cosas, en testimonios de exparamilitares) le hizo a un magistrado de Justicia y Paz para que lo investigara por ser supuestamente uno de los instigadores del asesinato del humorista. Y se opuso, para no ir muy lejos, a que se aplicara en Colombia el artículo 28 del Estatuto de Roma y así a que los altos comandantes pudieran ser juzgados por crímenes atroces cometidos por sus subalternos.

Si tan intrépido era el general, como lo fue en su calificada gestión, no podía ser ciego frente a lo que en sus narices sucedía

Férreo defensor de sus allegados, pero ajeno a responder por los actos de sus subalternos: así se nos fue, con el trozo de memoria histórica que pudo haber aportado para bien de este país, el general Harold Bedoya. En silencio. Sus acciones y omisiones quedarán tal cual y como estuvieron durante las últimas décadas de su vida: ocultos.

Esto no puede ser.

A la sociedad, y en especial a quienes ilusionados nos vemos como miembros de la denominada 'generación de la paz' (la que podrá ver por muchos años a este país después de firmado el acuerdo con las Farc) no se nos pueden seguir yendo los protagonistas de nuestra historia sin hablar. Y mucho menos bajo la trillada figura de los homenajes nacionales y el reconocimiento del servicio patriótico. No puede ser que podamos seguir tan campantes frente a una historia manchada por acontecimientos oscuros. Que podamos seguir pensando que al ocultarla le hacemos un bien a este país.

Publicidad

No, señores. Más respeto. Colombia no se merece este trato.

* Este es un espacio de opinión. No representa la posición de Vice Media Inc.


Lea todas las entregas del Editorial de VICE:

1 de mayo de 2017: 'Firmar la revocatoria de Peñalosa es casi tan tonto como haber votado por él'

24 de abril de 2017: 'Señores: tenemos que modernizar la FILBo'

17 de abril de 2017: ¡Pacifista! y Toxicómano: un mural por los líderes asesinados

10 de abril de 2017: Con el fin de las Farc se acaba nuestra eterna excusa para todo

2 de abril de 2017: Lo de Mocoa no es un desastre natural, es una vergüenza nacional

27 de marzo de 2017: Presidente Santos, ¡renuncie!

19 de marzo de 2017: ¡Vayan ya a ver la película de Víctor Gaviria!

12 de marzo de 2017: ¿Qué carajos pasa con las agencias de publicidad?

6 de marzo de 2017: Los colombianos no aprendimos nada del caso Colmenares

26 de febrero de 2017: Nuestro odio a los policías nos terminará estallando en la cara

20 de febrero de 2017: Se van los toros, queda nuestra boba indignación

13 de febrero de 2017: Malas noticias, millennials: la corrupción también es asunto suyo