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Música

Cinco cosas que amamos cuando salimos de fiesta en Colombia

Cosas que solo pasan acá y que nos impulsan a seguir farreando durísimo en estas tierras.

Ilustración: Sara Pachón.

Este artículo fue publicado originalmente en thump, nuestra plataforma de música electrónica.

Existe un hecho que ni nosotros los colombianos ni los extranjeros que vienen de visita pueden negar, y es que debido a alguna configuración territorial, biológica, o a algún encantamiento con el que cargamos desde la época precolombina, somos una raza predispuesta para la fiesta. Todo lo volvemos guachafita: un partido de fútbol, la salida del diente de un hijo o el resultado negativo de una prueba de embarazo se nos convierten en razones totalmente legítimas para irnos de pachanga hasta caer de jeta contra el asfalto. Es innegable: los colombianos tenemos la juerga y el baile a flor de piel, y como nos sentimos agradecidos por eso, decidimos hacer un listado de las cinco cosas que más amamos cuando salimos de fiesta en este hermoso balneario. Si alguna se nos quedó por fuera, adelante, aceptamos contribuciones abajo.

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1. El guaro

Negar el guaro es como negar a la mamá. El más efectivo de los combustibles para la fiesta, y en muchas ocasiones también el más barato, nuestro trago nacional garantiza estados de euforia cavernícola solo comparables con los de la literatura rusa, sobre todo cuando el elixir es administrado por un adulto responsable que nos ofrece de a buche por cabeza cada minuto y medio y directamente de la caja. Y en cuanto al guayabo…

2. El clásico caldito de costilla

O el perro de dos mil de la esquina, o la mazorca "desgraná", o la súper popular pizza vómito o cualquiera de las múltiples delicias de madrugada que tenemos para ofertar. En otras partes del mundo también existe aquello de la gastronomía de borracho, claro, pero hay que decirlo: no hay un recetario de beodo más contundente que el nuestro para cortar con una jala, de tal manera que podamos seguir juergueando.

3. Somos el único país del mundo en el que el techno se baila vallenateado

Sabemos que responder con el cuerpo a los drops de un set como si estuviéramos en Valledupar escuchando al Colacho Mendoza definitivamente no pasa en otro lado. Eso de inclinar unos cuantos grados el torso, alzando los deditos mientras el cuerpo serpentea… ¿dónde más se ve? Gracias Colombia, además, por darnos el derecho legítimo de bailar techno amacizado y de brillar hebilla a punta de house. ¡Tírala compae!

4. En Colombia se retaca la entrada

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El descuento 3x1 o el pagan sólo hombres no son tendencias muy globales que digamos. Dependiendo del horario, incluso, hay bouncers bondadosos que dejan pasar a su feligresía más fiel en la madrugada para que raspe fiesta por un precio más módico al de la cuota de cover total. Aquí, fiestero que se respete, se retaca su derecho a bailar.

5. Se vale gorrear

Hagan un recuento de todos aquellos desconocidos a los que les deben shots en su vida. Tantos lugares a los que entramos sobrios y salimos felizmente reventados gracias a la caridad y a la buena vibra de anónimos parranderos que encontraron en nosotros unos buenos sujetos para celebrar. Ay, qué bello país. ¡Salud!

Bonus Track: la pluralidad en la farra

Quizá uno de los mayores privilegios que tenemos en nuestro país, y que incluso muchos foráneos vienen a buscar, es la diversidad de fiesta que tenemos. Podemos comenzar nuestra noche bailando electrocumbia, pasar a un sitio tradicional de salsa, después zapatear duro en un club de techno bien denso hasta las 8 a.m. y terminar cantando Diomedes en la casa de algún amigo hasta medio día. Eso es Colombia.