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Bajo el sol y sin sombra

Cifra record de refugiados padece cifra record de calor: un mundo caliente y sin refugio es también uno enojado e impredecible. Entre más caliente se ponga, más inestable se volverá.

Za'atri, campo de refugiados sirios. Fotografía wikimedia

Una de las mayores agencias de clima confirmó que la humanidad ha soportado su mayo más infernal. Otra predijo que junio de 2014 sería el más caliente de la historia documentada. Y aquí va otro record batido: actualmente se registra el mayor número de refugiados y desplazados que se haya documentado en el mundo entero, más de 50 millones personas.

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El éxodo de los sirios desde su nación devastada por la guerra condujo al pico de 2,5 millones de refugiados para finales de 2013, y otras 6,5 millones de personas han sido desplazadas internamente en el país. Ahora los sirios constituyen la cuarta parte de la población del país vecino, Líbano. Debido a la crisis impulsada por el EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante), millones de personas han sido desterradas en Irak. Y todo esto se está desarrollando bajo temperaturas mucho más cálidas de lo normal, en una región ciertamente caliente.

Hay evidencias que apuntan a que el cambio climático ayudó a encender el conflicto en Siria. Las sequía y el bajo rendimiento de las cosechas fueron algunos de los factores que provocaron el descontento general, que redundó en una revolución en todo el país y la guerra civil. Ahora, el calentamiento global se ha ensañado sobre los más perjudicados por el conflicto, al subir al máximo la calefacción.

De hecho, en el oriente medio las temperaturas han subido más de lo normal este año. De acuerdo a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), la región entera fue clasificada como “mucho más caliente que el promedio” en el periodo de marzo-mayo, mientras que en gran parte de Irak y algunas regiones de Siria se han registrado records de altas temperaturas.

Imagen via NOAA

Siguiendo con el hábito del calentamiento global de ensañarse con las poblaciones más vulnerables, otras regiones saturadas de refugiados han registrado records de calor. Es el caso de la zona de conflicto cercana al Triangulo Dorado, en el sudeste asiático, conocida por su producción de opio. La frontera de Tailandia está llena de campos de refugio en los que los birmanos han buscado amparo durante décadas, después de huir de la violenta y opresiva junta militar.

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He estado en uno de esos campos, un lugar indigno y lleno de malaria. Decenas de miles de personas fueron hacinadas en viviendas precarias llenas de barro, con acceso limitado a tratamientos médicos y totalmente expuestos a padecimientos. Como el calor.

Hay 16,7 millones de refugiados y 35 millones de desplazados. Y ambas tendencias, la del desplazamiento forzado y las altas temperaturas, solo parecen empeorar.

“Hoy en día, no sólo tenemos la ausencia de un sistema de gobierno global, sino también una falta de sentido común del poder en el mundo”, le dijo a los reporteros el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, António Guterres, durante el anuncio del incremento en el número de refugiados en el mundo.

La ACNUR, el órgano encargado de auxiliar a las poblaciones despatriadas de alto crecimiento, no puede hacer mucho cuando hay naciones que no le permiten intervenir. Mientras tanto, las temperaturas globales seguirán aumentando en el futuro inmediato por la desproporcionada emisión de carbono, batiendo record sobre record. Acabamos de superar los 400ppm de CO2 en la atmósfera sin signos de reducción.

Así que tenemos un número de refugiados y desplazados en constante aumento, aparejado con el rápido aumento de las temperaturas. Record en desplazamiento y record en calor. Y no hay un modelo funcional de gobernanza capaz de afrontar ambos factores, que terminarán por alimentarse entre ellos. No sólo debe parecernos abominable el hecho de que millones de personas no tengan hogar, sino considerarlo como una bomba de tiempo para un desastre mayor.

Esto es, como dirían en el Pentágono, un “multiplicador de amenazas”. Un mundo caliente y sin refugio es también –justificadamente– uno enojado e impredecible. Entre más caliente se ponga, más inestable se volverá y entonces más desplazamiento y sufrimiento tendremos que ver.